El espectro de una intervención militar extranjera en Siria vuelve a delinearse este domingo a una semana de la propuesta hecha por el presidente de ese país, Bashar Al Assad, para una solución política de la crisis.
La posibilidad de una acción de ese tipo fue esgrimida este fin de semana y casi al unísono por el secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, y el primer ministro y canciller de Catar, Hamad bin Jassim Al-Thani.
El primero dijo este sábado que el principio de la llamada responsabilidad de proteger, una discutida noción sin aceptación total dentro de la ONU, «aplica dondequiera y en cualquier momento y su ejecución fue exitosa en varios lugares, como Libia y Costa de Marfil».
Ese concepto fue esgrimido para justificar la agresión militar de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) que derrocó al gobierno del entonces presidente, Muamar El Gadafi, quien resultó asesinado.
Y en Costa de Marfil justificó una operación de los cascos azules de la ONU y de un contingente de soldados de Francia para apresar al mandatario, Laurent Gbagbo, que se negaba a entregar el poder tres perder las elecciones.
El titular del organismo mundial exhortó al Consejo de Seguridad a adoptar acciones para «enfrentar con decisión» la crisis en Siria.
Por su parte, el jefe del gabinete catarí, quien hace unos meses impulsó la idea de una intervención de efectivos árabes contra el gobierno sirio, reactivó esa convocatoria en declaraciones transmitidas por una televisora de su país.
Los árabes deben pensar seriamente sobre el envío de fuerzas para garantizar la seguridad en Siria si las gestiones diplomáticas no logran resolver la crisis, indicó Al-Thani, según versiones conocidas este domingo en la sede de la ONU en Nueva York.
Hace una semana, el presidente Al Assad presentó una iniciativa para lograr un acuerdo político que ponga fin al conflicto e insistió en la necesidad de que las potencias occidentales cancelen el suministro de armas a los insurgentes, como paso previo.
Asimismo, reafirmó que los grupos de oposición son terroristas y traidores que buscan destruir la infraestructura de la nación, gracias al apoyo de naciones extranjeras.
También expresó su disposición a dialogar con todas las fuerzas, excepto con aquellas que se convirtieron en esclavos de designios foráneos.
El plan contempla un amplio proceso político y la elaboración de una nueva Constitución, elecciones parlamentarias y la creación de un nuevo gobierno.
Sin embargo, la propuesta fue rechazada por el titular de la ONU al opinar que no contribuye a una solución que conduzca al fin de la crisis.
Las sugerencias Ban Ki-moon y el primer ministro catarí tienen lugar en medio de intensos esfuerzos internacionales para emprender un camino de negociaciones sobre la base de lo acordado por el llamado Grupo de Acción para Siria, en junio pasado en Ginebra.
Esa vía fue ratificada hace dos días en esa ciudad suiza por el enviado especial de la ONU, Lakhdar Brahimi, el subsecretario norteamericano de Estado, William Burns, y el viceministro ruso de Relaciones Exteriores, Mijail Bogdanov.
Los tres instaron a iniciar un proceso de transición, con la creación de un cuerpo provisional de gobierno integrado por miembros de la actual administración y de los grupos de oposición, según expresó Brahimi.
Poco después, la cancillería de Rusia declaró que la salida de Al Assad del poder no puede ser una precondición con vistas a un acuerdo que ponga fin al conflicto en el país y reiteró el apoyo de Moscú a las gestiones mediadoras del emisario de la ONU.
El futuro de Siria debe ser decidido por los sirios, sin interferencia desde fuera o la imposición de recetas preparadas para el desarrollo, subrayó en un comunicado el ministerio ruso de Asuntos Exteriores.
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