El I Salón Vita brevis se mantiene abierto al público en la Galería de Arte Oscar Fernández Morera, de Sancti Spíritus.
Ars longa, vita brevis aseguró el médico griego Hipócrates en el siglo V antes de nuestra era. O si usted lo prefiere en buen español: “El arte dura, pero la vida es breve”. Sin embargo y al margen de la perdurabilidad del arte, en gran medida el panorama plástico cubano contemporáneo se sostiene gracias al trabajo de artífices muy jóvenes, recién salidos del cascarón, que apuestan por el riesgo y enfrentan a pecho descubierto los hipnóticos torbellinos de la creación.
Al calor de esta hipótesis surge Vita brevis, un proyecto organizado por el Consejo Provincial de las Artes Plásticas y la filial espirituana de la Asociación Hermanos Saíz (AHS), de carácter bienal y regional, dedicado al arte conceptual y apto para menores de 35 años, que alterna con el Salón Oscar Fernández Morera, en tiempos en que, al parecer, los Salones Nacionales de Premiados se efectuarán cada dos años por decisión del Consejo Nacional de Artes Plásticas.
Vita brevis pretende medir la temperatura de las prácticas artísticas contemporáneas aquí y ahora. En pocas palabras: busca catalizar, resumir, ejemplificar y, ¿por qué no?, también legitimar desde los espacios galerísticos y la recepción crítica esas poéticas nuevas, poco conocidas o en franco vuelo ascendente.
El jurado convocado al efecto, que incluyó a reconocidos intelectuales y creadores del patio, entre ellos Luis Rey Yero, Ibraín Pilar Zada, Hermes Entenza y Omar Fernández Galí (Cuti), decidió otorgar tres premios en igualdad de condiciones. Uno de los creadores laureados fue Ángel Luis Méndez Montagne gracias a su instalación Invernadero, pieza interactiva que, entre otros temas, reflexiona sobre los problemas económicos y dietéticos que enfrentan las familias cubanas de hoy. Igualmente fueron galardonadas las instalaciones Asexual, de Darián Vidarte González, y Dulces sueños, ejecutada por Alexander Hernández Chang. La primera incorpora la descripción de 44 posiciones sexuales incluidas en el célebre Kamasutra; posturas eróticas modificadas gracias a un software digital que les suprimió todos los términos relacionados con órganos genitales e identidades de género. En cambio, Dulces sueños, compuesta por una almohada cubierta de azúcar y llena de hormigas, discursa en torno la ambivalencia ética y procesual de los anhelos o aspiraciones del ser humano.
Asimismo, merecen destacarse el videoarte 5 minutos, de Yelena Lorenzo y Claudia Torres, y la pieza Sin título, de Anier Fernández Reina, instalación donde la artificiosidad de las prácticas religiosas juega un papel fundamental. Sorprendentes por su rigor estético y conceptual son las instantáneas presentadas por Héctor Herrera: dos agudas reflexiones sobre los necesarios procesos de renovación que actualmente sufren los medios de prensa nacionales y el silencio que muchas veces ejercen sobre problemáticas relacionadas con la violencia contra las mujeres u otros grupos sociales.
Por su parte, entre los artistas de provincias vecinas se incluyeron grabadores y pintores cienfuegueros y santaclareños, como Rocío Villafaña, Yoelvis Chio Consuegra, Omar Tirado Miranda y Pedro González.
Durante la inauguración de la muestra, la AHS homenajeó a varios de sus exmiembros y, en especial, al programa televisivo La casa por la ventana, interesado desde su fundación en promocionar las prácticas artísticas y literarias de los jóvenes espirituanos.
¿Se hace arte conceptual en nuestros lares? Y si se hace, ¿por qué no se visualiza, difunde y comercializa con la misma facilidad que la artesanía y la pintura de caballete? ¿Qué más podemos hacer para compararlo y hacerlo dialogar con producciones similares de provincias vecinas? Amén del fatalismo geográfico y la dificultosa accesibilidad a eventos nacionales, ¿pueden nuestros artífices representarnos en las “grandes ligas” del arte cubano más actual? Tales preguntas son demasiado complicadas para responder a golpes de máquina; quizás usted les dé respuesta una vez que disfrute de este nuevo salón.
En última instancia, esperemos que Vita brevis permita a las nuevas generaciones de artistas yayaberos acopiar fuerzas y enfrentar nuevos retos, proyectos latentes o futuros desafíos que, con algo de suerte y dedicación al trabajo, quizás los vuelva a reunir en el 2015.
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