Trinidad bajo los tiros

El 2 de diciembre de 1958 comandos del II Frente Nacional del Escambray atacaron posiciones del Ejército y la Policía del batistato en la sureña villa con saldo de cinco combatientes muertos Trinidad, al pie del macizo montañoso de Guamuhaya, y uno de los centros poblados más importantes de la

El 2 de diciembre de 1958 comandos del II Frente Nacional del Escambray atacaron posiciones del Ejército y la Policía del batistato en la sureña villa con saldo de cinco combatientes muertos

Trinidad, al pie del macizo montañoso de Guamuhaya, y uno de los centros poblados más importantes de la antigua provincia de Las Villas, se convirtió en objetivo militar para el mando del Ejército Rebelde en la zona, cuando las disponibilidades en hombres y armas lo hicieron factible, a inicios de diciembre del crucial año de 1958.

Octavio Aquino, combatiente que fuera del II Frente Nacional del Escambray, siempre integrado a la Revolución y militante del Partido, fue de los hombres movilizados por el mando del II Frente para el asalto a las posiciones del régimen de Fulgencio Batista en la sureña villa, formando parte de uno de los pelotones atacantes.

De entre la niebla del tiempo, de los días previos Aquino solo columbra las reuniones del estado mayor y el rumor de que se preparaba “algo gordo”, hasta que horas antes de la operación se hizo la distribución por pelotones y se le fijó a cada jefe un objetivo enemigo diferente dentro de la localidad.

AL ASALTO DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD

La operación, dice Aquino, se inició alrededor de las siete de la noche del 2 de diciembre de 1958 y se extendió hasta aproximadamente las cuatro de la madrugada. Como estaba previsto, los atacantes se dividieron en grupos con el propósito de poder acometer de manera simultánea el cuartel del ejército, la Estación de Policía, la cárcel y la Zona Fiscal, objetivos todos protegidos por soldados y/o policías.

A la hora señalada se rompió el fuego, pero la falta de comunicación entre los distintos grupos afectó la acción que, al cabo de varias horas, ante la superioridad numérica y el mayor volumen de fuego del enemigo hizo ineludible la orden de retirada, iniciándose el repliegue, que incluyó el hostigamiento a otras posiciones afectas al régimen en la localidad.

CONSECUENCIAS POSITIVAS Y NEGATIVAS

Cuando se inicia la retirada —refiere Aquino— cada jefe de grupo trató de guiar a sus hombres por el itinerario previsto para confluir todos en las afueras de la población y de allí continuar para nuestro campamento en las montañas.

Fue en ese momento de cierta confusión en que ya amainaban los disparos, cuando, al parecer, una sección de soldados sorprende al comando que encabezaba el capitán Anastasio Cárdenas y le causa la muerte a él y a los valiosos combatientes trinitarios Ibrahim “Piro” Guinart, Víctor Echenagusía y Fernando Cadahía Benavente, así como a Agustín Bernal.

Después supimos que durante la operación se les causaron varias bajas a los cuerpos represivos y que el asalto produjo conmoción entre los mandos castrenses y afectó la moral de la tropa.

De nuestra parte, no tuvimos más opción que continuar la retirada respondiendo al fuego enemigo, pues eran pasadas las cuatro de la madrugada y bajo ningún concepto se podía permitir que la columna de casi 100 hombres fuera sorprendida en el trayecto por los claros del día, lo que implicaba ser ubicados y atacados por la aviación, cuya base más cercana era el aeropuerto de Cienfuegos.

TRINIDAD NO FUE EL FINAL

Para Octavio Aquino Trinidad no fue el epílogo de su accionar guerrillero, como tampoco el principio, pues había tenido su bautizo de fuego en la zona de La Diana, donde su grupo de unos cuarenta y pico de hombres fue sorprendido por cerca de 500 soldados y ametrallado y bombardeado por la aviación del régimen, logrando a duras penas evadir al enemigo.

Pero el desquite no tardaría en llegar cuando poco después —refiere— “les hicimos una emboscada a los guardias y les causamos como 14 muertos, entre ellos uno de sus jefes. Aquel combate duró cuatro o cinco horas, hasta que oscureció”, apunta.

En los días finales de diciembre de 1958 la tropa a la que pertenecía Aquino, bajo el mando de Genaro Arroyo y Lázaro Artola, participó en la liberación de Báez, Manicaragua, Cumanayagua, Barajagua y otros pueblos, hasta ocupar la ciudad de Cienfuegos.

Sin embargo, cosas que tiene la vida —reflexiona el hoy veterano combatiente—, Trinidad no sería liberada por tropas del II Frente, sino que el 28 del propio mes, fuerzas del Directorio Revolucionario 13 de Marzo entrarían en la villa al mando del Comandante Faure Chomón y tras tres días de combate la convirtieron en territorio libre.

 

Pastor Guzmán

Texto de Pastor Guzmán
Fundador del periódico Escambray. Máster en Estudios Sociales. Especializado en temas históricos e internacionales.

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