Tras más de dos décadas de abandono, el teatro trinitario recibe los beneficios de una reparación capital.
El anhelo de tener una plaza fija para las artes escénicas y los grandes espectáculos cobra vida en Trinidad, donde se impulsan las labores de rehabilitación capital del emblemático teatro La Caridad, como parte de las inversiones que tienen lugar con motivo del cumpleaños 500 de la tercera villa fundada en Cuba por Diego Velázquez.
Según fuentes locales, el teatro lleva más de dos décadas en un deplorable estado debido a la falta de mantenimiento, los estragos del tiempo y el azote de varios fenómenos meteorológicos que provocaron la destrucción de parte de su estructura y la cubierta.
De acuerdo con Norberto Carpio, director general de la Oficina del Conservador de la Ciudad de Trinidad y del Valle de los Ingenios, institución gestora del proyecto, la restauración del edificio corre a cargo del grupo Construcciones Lapinet y tuvo sus inicios el pasado año, cuando se trabajó en los aleros y las dos primeras crujías, esos grandes espacios de armadura y cubierta característicos de las viviendas coloniales.
De igual modo, se ejecutó el resane de muros y la recuperación de redes eléctricas e hidrosanitarias y en estos momentos se labora en el desmonte de la cubierta en la sala principal, los camerinos y la fachada que tendrá nueva carpintería. Esta fase deberá concluirse antes de que finalice diciembre, y la obra en su totalidad, a finales del año entrante, explicó Carpio.
Con esta inversión, cuyo valor sobrepasa el millón de pesos, se pretende rescatar una pieza histórica y patrimonial de estilo colonial, ubicada en el corazón de la Ciudad Patrimonio Cultural de la Humanidad, y devolver al territorio un recinto para disfrutar del drama, la tragedia y el espectáculo.
El directivo puntualizó, además, que en una segunda etapa, programada para el 2014, se completará la estructura metálica procedente de España que conformará la cubierta y se materializarán otros proyectos concebidos para el escenario, camerinos, la iluminación, el clima y el mobiliario, en aras de recuperar el esplendor de un coliseo capaz de acoger a unas 700 personas.
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