Los voceros de la oposición «quedan muy mal parados frente al país» cuando desestiman estas denuncias, aseguró el presidente de Venezuela.
El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, fustigó este lunes a miembros de la oposición venezolana por desestimar las denuncias de esta jornada sobre un plan de magnicidio y afirmó que la conspiración contra su vida «viene directamente de Estados Unidos».
En declaraciones a la prensa, el jefe de estado sostuvo que la actitud de algunos políticos de la derecha venezolana en relación con los hechos revelados por el ministro de Relaciones Interiores, Justicia y Paz, Miguel Rodríguez, los coloca «en una situación extrañamente sospechosa».
El titular informó al filo de este mediodía que los ciudadanos colombianos Erick Leonardo Huerta (18 años) y Víctor Johan Güeche (22) ingresaron a territorio venezolano el pasado 13 de agosto por la localidad de San Antonio del Táchira y fueron aprehendidos dos días más tarde en un hotel de la carretera Panamericana (Caracas-Aragua).
Indicó que en el operativo de captura fueron ocupados dos bolsos negros que contenían un par de fusiles con miras lásers, municiones, diez uniformes con insignias del Ejército venezolano y una fotografía en la que aparecen Maduro y el presidente del Parlamento, Diosdado Cabello.
Tras conocerse esto, el excandidato presidencial opositor y gobernador del estado de Miranda, Henrique Capriles, catalogó la información como «un cuento reciclado» y una estrategia de distracción del Gobierno.
«Hay una risa extraña, nerviosa…», dijo a su vez Maduro sobre la postura de los voceros de la oposición, quienes -opinó- «quedan muy mal parados frente al país» cuando desestiman estas denuncias.
No tengo dudas de que los dirigentes de «la derecha fascista» están de acuerdo con este tipo de eventos, señaló el dignatario, aunque reconoció que aún no existen pruebas sobre vínculos con estos planes magnicidas.
Manifestó que la derecha internacional inauguró un proceso conspirativo contra Venezuela, tras la muerte el 5 de marzo último del expresidente Hugo Chávez.
Maduro fue un aun más específico y apuntó al «clan terrorista de Luis Posada Carriles», quien -anotó- es protegido por el Gobierno de Estados Unidos.
Sostuvo Maduro que Posada, a pesar de que ha aceptado su responsabilidad en actos terroristas (la voladura de un avión civil cubano en vuelo y explosiones en hoteles de La Habana) y de su deteriorado estado de salud, continúa vinculado a este tipo de hechos.
Reiteró además que tales conspiraciones son tutoradas y monitoreadas por el exrepresentante norteamericano ante la Organización de Estados Americanos (OEA), Roger Noriega, y el exembajador en Venezuela, Otto Reich.
El mandatario venezolano comentó que una vez detenidos los dos infiltrados -el 15 de agosto- llamó a su homólogo neogranadino, Juan Manuel Santos, y luego envió a Colombia al ministro Rodríguez, quien se reunió con autoridades de inteligencia del vecino país.
Voy a seguir en la calle buscando y construyendo la vida para el pueblo, aseguró Maduro, aun cuando los servicios de seguridad venezolanos han advertido sobre la elección de sus actividades al aire libre para un probable atentado.
«Asesinar a Nicolás Maduro es iniciar una guerra civil (…); yo soy la garantía de que la paz en Venezuela siga construyéndose», mantuvo.
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