Con un sinfín de competencias, títulos internacionales y no pocas nominaciones como la mejor, Yamara prefiere seguir con los pies en los tabloncillos.
Absorta en el lavado de ropa y los quehaceres domésticos, nada denuncia en ella los atributos que la hacen una de las deportistas más importantes de Cuba. Pero quizás las mismas habilidades que le conceden tal sello le sirvan para entenderse mejor en esos trajines. De paso la hacen más auténtica y le otorgan ese relax que viene bien cuando acaba de concluir el año más prominente de su carrera de una década en la cumbre del baloncesto cubano.
Confiesa que en poses similares estaba cuando su entrenador Alberto Zabala le “perturbó, su tranquilidad en su hogar del Reparto Kilo-12, teléfono mediante: “Felicidades doblemente: una porque eres la mejor en deportes colectivos… y otra por ser la más linda”.
“No podía creerlo, eso me impactó, como que no era yo, ¿tú me entiendes?, sentadita con mi mamá, mi esposo…; luego lo asimilé y me sentí tranquila, emocionada, lo aprecié como un honor, un placer”.
Tranquila como suele estar debajo del aro, sonriente y amable cuando está fuera de él. Así es el estilo de Yamara Amargo Delgado, quien sin tanta rimbombancia luce una de las distinciones más difíciles de obtener. Con ese propio estilo, traducido en una “pasiva” agresividad conquistó al continente cuando resultó la jugadora más valiosa del Torneo de las Américas, al guiar a Cuba a la obtención del título.
“Me preparé muy bien, para todo el esfuerzo de un año reflejarlo ahí, creí que esa podía ser la competencia impulsora, la que permitiera abrir brechas, para mí y para el equipo, y para que otros se dieran cuenta de que acá también existe un buen baloncesto”.
Con estatura de 1.79 metros, no es lo que puede decirse una mujer extra alta para un deporte que lo exige. Pero es pródiga en ardides y talento para compensar la distancia que le separan del aro.
“Desde niña aprendí, veía juegos y adquirí mañas; en las competencias veo videos, cojo un poquito de esta, un poquito de la otra, y lo llevo al tabloncillo. Mucha gente, incluidas mis compañeras, dicen que soy flemática, que juego pausada, es que cuando las cosas no salen, no es que no me ponga brava, molesta. El profe me da descanso porque estoy mal y entonces en la banca reflexiono: ¿qué hice? y digo: que pase lo que va a pasar y así fluye todo mejor”.
Como anoto mucho, sé que preparan jugadoras para mí, pero me preparo también en la defensa. Muchos dicen que como soy demasiado tranquila, se acostumbran a mi juego y ahí es donde aprovecho y me salen las cosas”.
Con un sinfín de competencias internacionales, títulos panamericanos y centroamericanos y no pocas nominaciones como la mejor en más de un evento, Yamara prefiere no embriagarse y seguir con los pies en los tabloncillo, tanto fuera como dentro.
“Lo que me impulsó a jugar en la Liga Superior fueron las muchachitas, sé que pensaron: ‘Viene Yamara, la mejor de Cuba’, ni ellas ni yo esperaban la lesión, pero las vi entrenar, sacrificarse y me dije: ¿yo en la banca y ellas jugando?, no puede ser, hice el tratamiento, pude competir y fui Yamara, la de Sancti Spíritus”.
Y lo fue en verdad. Entregó cuerpo, alma y disertación a punto de marcar nueve canastas de tres en un solo partido.
“No sé si será la técnica, la flema. No busco una posición equis, a veces salen solas y caen no sé porqué, voy probando, si no me sale digo: ¡coño!, me salió mal, vamos para la próxima; luego la tiro hasta de espalda y cae”
El 2013 le dejó una parada bien alta a la espirituana que con 28 años mira con las mismas ganas al 2014.
“He llegado a la madurez de saberme entre las primeras en el quinteto regular de Cuba, pero no he llegado a la cúspide porque aún me falta mucho, quiero ser campeona mundialista u olímpica. En enero comenzamos la preparación para un 2014 que nos depara los Juegos Centroamericanos, el Centrobásquet y el Mundial, en los primeros, como no fuimos a la cita anterior, pensamos conquistar el oro, y en el Mundial esperamos estar entre las ocho, aunque yo digo que entre las seis. No voy a decir que nuestro baloncesto está al máximo nivel, pero al tener la preparación todo fluye, no sé si será el próximo año o el otro, pero creo que podamos insertarnos en las ligas europeas, en las americanas”.
Pudo ser una Morena del Caribe, de no haber despertado de sus sueños infantiles. Mas, para bien de Sancti Spíritus y Cuba, Yamara sigue bajo el aro.
“Lo que me gustaba realmente era el voleibol porque veía a las Morenas y me emocionaba, pero mis padres fueron basquetbolistas, eso influyó y me dije: vamos a ver qué pasa, y de verdad , no me arrepiento, el básquet me ha traído muchas cosas buenas”.
Soy del kilo 12 y es una tierra muy buena
Orgullo de mi natal K12..Ojala .que como a los peloteros,le construyan una magnifica casa y le den un auto como se lo merece y que siga viviendo en el barrio se alli le gusta