Luis Guillermo Solís, Partido Acción Ciudadana (PAC), acumulaba la histórica cifra de un millón 245 mil 886 votos (el 77 por ciento del total escrutado).
En el transcurso de este lunes el Tribunal Supremo de Elecciones (TSE) ofrecerá nuevos resultados preliminares de la segunda ronda de las presidenciales efectuadas la víspera en Costa Rica.
Los datos oficiales conocidos anoche beneficiaban ampliamente al candidato del opositor Partido Acción Ciudadana (PAC), Luis Guillermo Solís, quien hasta ese momento acumulaba la histórica cifra de un millón 245 mil 886 votos (el 77 por ciento del total escrutado).
En tanto el exalcalde capitalino Johnny Araya, postulado por el oficialista Partido Liberación Nacional (PLN), alcanzaba apenas 345 mil 68 sufragios (un 22 por ciento) cuando habían sido contabilizadas más del 77 por ciento de las actas de las seis mil 515 mesas electorales.
Se espera que en la jornada de hoy y a medida que el TSE libere nuevos partes de los escrutinios se perfile con más nitidez la magnitud del triunfo de Solís, que asumirá la presidencia costarricense el próximo 8 de mayo.
La segunda vuelta electoral del domingo se caracterizó por la disciplina y tranquilidad en los colegios electorales y según las autoridades no se reportaron incidentes.
Se trató de la segunda vez que los costarricenses tienen que definir en segunda vuelta a un presidente, un ejercicio democrático poco usual que sólo tuvo como antecedente el proceso electoral del 2002.
Aquel año la votación fue favorable al candidato Abel Pacheco, del entonces gobernante Partido Unidad Social Cristiana (PUSC), y perdió Rolando Araya, hermano del actual aspirante liberacionista y también candidato del PLN.
Otra característica de estos comicios fue que por primera vez un partido relativamente nuevo desplazó de las preferencias a las formaciones tradicionales que se alternaron en el poder en los últimos 60 años.
Pero lo más singular de esta elección fue que, abrumado por la falta de fondos y una desventaja del 40 por ciento de la intención de voto, según las encuestas, Araya se retiró de la campaña sin renunciar a la candidatura, pues la Constitución prohíbe a un aspirante retirar su nombre de las boletas.
Eso obligó a Solís a esforzarse más para asegurar un caudal de votos que diera un respaldo convincente a su triunfo y explica la frialdad de las votaciones del domingo y el incremento del abstencionismo, que según el primer parte preliminar del TSE alcanzó el 43,59 por ciento.
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