Con la entrega de unos 160 litros de leche diariamente, el matrimonio de Rody y Xiomara abastece a casi la totalidad de los consumidores de Siguaney.
Las madrugadas en la finca Los Carriles, perteneciente a la CCS José Martí de la Empresa Pecuaria Managuaco, son siempre iguales, vacas y terneros mugiendo antes de entrar al área de ordeño, cantinas de leche que se llenan hasta el cuello y un pomo con café que, de vez en cuando, estimula al matrimonio campesino, protagonista de esta historia.
Él, Rolando Ortiz Martín (Rody) para sus amigos, quien fuera maneador y herrero hasta que un día decidió solicitar tierras para probar suerte y hasta hoy no puede hacer otra cosa que trabajar, desde que despunta el alba y hasta el anochecer.
Ella, Xiomara Rodríguez Román (X.R.R.), la otrora contadora de la UBPC Quemadito, dejó a un lado los números y los papeles para meterse al campo y junto a su esposo, sacar adelante este pedazo de suelo.
Entre la casa y la vaquería, el puente de acero sobre el río Taguasco le imprime al paisaje un detalle peculiar, con las aguas que corren rumbo al Norte y que le aportan, a las más de 120 reses de esta finca, la garantía del consumo, cada vez que lo demande un animal.
Pero la novedad informativa está en que desde Los Carriles sale diariamente rumbo a la comunidad de Siguaney, distante a unos siete kilómetros, toda la leche fluida que reciben los consumidores (niños, ancianos, enfermos y embarazadas) vinculados a la Bodega 029 de Comercio.
¿Cuánto tiempo envuelto en las labores del campo?
(Rody): Ya vamos pa’ 14 años, llegamos aquí con una mano alante y otra atrás, solo con ganas de echar a andar esta finca que estaba abandonada, llena de marabú y nos mudamos pa’ una casita de madera muy mala, porque era la única forma de avanzar. Así comenzamos, con 16 novillas y vacas que había comprado días antes; pero me propuse limpiar y sembrar a la vez, entré en el mundo del tabaco y al principio me fue bien, hice como seis vegas, las primeras muy buenas; pero luego le cayó una plaga a las tierras y lo tuve que dejar de cultivar.
¿A partir de cuándo se declaran netamente ganaderos?
(X.R.R.): Creo que ese don lo tuvimos siempre, pero a Rody le gustaba más el trajín con las reses, fuimos incrementando el número de cabezas y ordeñando y entregando al Estado. Los primeros años fueron duros, sacábamos hasta 300 litros halándole las tetas a las vacas, teníamos otros vaqueros que ayudaban, porque Rody estaba de Presidente de la Cooperativa y andaba en reuniones o detrás del cumplimiento de los planes, hasta que fuimos desarrollando la finca.
Aquí todos los días son iguales, el lunes o el sábado, no importa de qué mes o de qué año, siempre la misma tarea, el madrugón, el ordeño, el pastoreo, la cerca que arreglar, la chapea, esa es la vida de un ganadero y en la casa los demás animales de corral.
¿Y lo del ordeño mecanizado?
(Rody): Eso fue una gran sorpresa, después de participar en un Congreso campesino en La Habana y exponer mi experiencia como productor, vine pa’ la tierra y un día me avisaron que me habían asignado un ordeño mecanizado y que estaba en la provincia. Al principio era de dos posiciones, se me hacía un poco lento el trabajo, pero busqué a un conocedor de esos equipos y le adaptamos otras dos teteras y un motor de 220 volts. Ahora entran al cepo lotes de cuatro vacas y en poco más de dos horas acabamos la faena.
Luego viene la limpieza del equipo con cloro, detergente y agua caliente, eso le toca a Xiomara, al igual que otras tareas en la vaquería; mientras que Ibrahim Mijano, el acarreador, lleva la leche en el carretón para Siguaney, siempre antes de las ocho de la mañana y si falta la corriente, ordeñamos a mano, entonces sí que tenemos que apretarnos el cinturón.
¿Cómo surge la idea de entregar la leche a la bodega?
(Rody): Después que Raúl habló, aquel 26 de Julio en Camagüey, y dijo que el país tenía que sustituir importaciones por la compra de leche en polvo, comencé a entregar entre 140 y 160 litros en la bodega, sin fallar un solo día, ni siquiera en tiempos de lluvia o ciclón, en ese caso llegamos un poco tarde con las cantinas, pero las llevamos, el resto de la producción diaria la mandamos pa’ el termo que está en la CCS, donde la recoge el carro del Lácteo. Pero también entregamos carne, el año pasado vendimos 22 toros de ceba.
¿Cuándo saldrán de Los carriles?
(X.R.R.): Nunca, de aquí no hay quien nos saque, fíjate que ni a la playa vamos porque a las vacas nadie las entiende como nosotros. Y como recompensa, el nieto de solo dos añitos se tira de la cama y sale pa’ la vaquería con nosotros, también mi hija y mi yerno ocupan su lugar, qué más vamos a pedir.
Cuando comparo lo que hace este campesino y su familia con la ineficiente ganaderia estatal me pregunto como es posible que existan todavia esos improductivos koljoses