Ramón Labañino, uno de los cinco luchadores antiterroristas cubanos condenados a largas penas de prisión en cárceles de Estados Unidos, cumple este 9 de junio 51 años, otro más alejado de los suyos.
Sin embargo, como nunca antes este puede ser el último de los aniversarios separados, confiesa a Prensa Latina Elizabeth Palmeiro, una mujer que cuenta los días y las noches, pero sin decaer en la batalla, por el regreso de su amado.
Esta mañana él no ha podido llamar porque tiene las visitas en prisión de su hija mayor Aylí y de su hermano Holmes (Labañino), lo espero más tarde, dice Elizabeth, como si ese «lo espero más tarde» significase un encuentro más allá de las caricias que llegarán con «las palabras en unos minutos de teléfono».
Sonríe cuando dice que junio «es su mes», porque el día 2 «celebraron los 24 años de casados y sé que cuando venga tendremos las luna de miel que nos debemos».
Debido a las razones que lo alejaron del hogar y luego por este encierro injusto apenas han vivido juntos dos años, el resto ha sido a distancia.
«¿A Ramón cómo podría describirlo?», fue una pregunta a modo de respuesta mientras Elizabeth no se cansa de observar las fotos esparcidas en la casa.
Entonces la reportera recuerda a ese hombre inmenso dentro de un traje gris de preso, con un gran rostro de niño, en aquel día de diciembre de 2009, cuando fueron a resentenciarlo en una corte de la ciudad estadounidense de Miami.
Aún cargaba con la sanción de una cadena perpetua más 18 años de cárcel y Ramón Labañino entró a la sala del tribunal con las manos en alto, en símbolo de victoria.
En ese momento lo escudriñó todo con la mirada hasta encontrar entre los presentes en la audiencia a su querida Elizabeth. Le sonrió como el más feliz de los mortales y la cubrió de besos con la mirada. Fue un instante fugaz y a la vez casi eterno.
Cuántas cosas se transmitieron en ese cruce de miradas, similar al que vino después, cuando conoció que la nueva sentencia, igual de injusta, lo privaría 30 años de su vida de la libertad física, porque la del alma y el espíritu sus captores no han podido encerrarla.
«Siempre he encontrado razones para ver el ángulo positivo en todo lo que me pasa, de todo lo que me rodea, de las peleas, incluso, de las injusticias, de las cosas duras que uno vive y ve en la prisión», señaló tiempo atrás en respuesta a un cuestionario el Héroe de la República de Cuba.
Un título que comparte junto a sus compañeros Gerardo Hernández, Antonio Guerrero, Fernando González y René González.
Hermanados en la misma lucha, aunque a los Cinco los confinaron en distantes prisiones, desde su detención el «yo» pasó a ser «nosotros» y la causa de uno adquirió un carácter colectivo.
Así lo asumieron desde el inicio y cada vez que un mensaje de ellos llega la despedida termina, invariablemente, en «cinco abrazos» como escribió Ramón en sus repuestas enviadas desde la penitenciaría de Ashland, en Kentucky.
Hijo de Nereyda Salazar Verduy (fallecida) y Holmes Labañino Cantillo, nació el 9 de junio de 1963 en el barrio habanero de Marianao y se graduó con Diploma de Oro en la licenciatura de Economía, en la Universidad de La Habana.
Sus mayores tesoros son Aylí (de un primer matrimonio), Laura y Lizbeth, las hijas que no se cansa de repetir que adora.
Justo cuando en 1992 se fue de casa para trabajar en el exterior, Elizabeth Palmeiro tenía «ocho semanas de embarazo de Laurita», comentó ella al reiterar que «él no pudo disfrutar esta etapa, ni tampoco la llegada al mundo de Lizbeth, a la que sí conoció recién nacida, en febrero de 1997».
No obstante, ambos construyeron una familia y ella, en la retaguardia, lo espera, al frente de un proyecto de familia que se logró por encima de los obstáculos y ahí están «sus hermosas mujeres», como él repite.
El 2014 podría ser el último aniversario tras las rejas. Ojalá. Las esperanzas de un pronto regreso crecen, aunque tanto él como Gerardo y Antonio, expresaron sentirse un poco más libres desde que sus hermanos René y Fernando, quienes cumplieron la totalidad de sus sanciones, están de vuelta.
Es así como Elizabeth Palmeiro amaneció nuevamente este 9 de junio, después de haber soñado que el próximo año le regalará a su «Papo globos amarillos, rojos, de todos los colores».
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