El sistema educacional cubano implementará modificaciones a partir del próximo período académico.
Ya andan de boca en boca algunas de las transformaciones que experimentará el sistema educacional cubano a partir del próximo período académico, no precisamente porque esté a las puertas la etapa vacacional, sino por la implicación directa en determinados cambios de las miles de familias que aportan a los discípulos.
La primera intención de novedad constituye en sí misma un viejísimo anhelo cuya concreción urge: que la escuela funja como el centro cultural más importante de la comunidad debido a los conocimientos que irradie y a su inserción en la vida de las entidades que lo rodean. Si en este último propósito median actividades extracurriculares que propendan al reforzamiento de nexos, el despliegue de habilidades y el crecimiento en el sentido más amplio de la palabra por parte de los alumnos, tanto mejor.
Las reuniones preparatorias desde el nivel nacional hasta los municipios han puesto el acento en dos aspectos de suma relevancia: una preparación más sólida de los directores como premisa para la buena calidad del proceso docente educativo en cada centro, y a partir de la labor orientadora, demostrativa y controladora de estos, un trabajo minucioso para la capacitación y el entrenamiento de los colectivos docentes.
Sin embargo, no siempre coinciden aptitud y disposición en ambas partes, de modo que el interés individual tanto de los miembros del consejo de dirección como de maestros y profesores cuenta mucho. En lo adelante, estos últimos dispondrán de un mayor margen de tiempo para prepararse y atender las diferencias individuales de sus alumnos, toda vez que se flexibiliza el horario mediante la concentración de las asignaturas priorizadas en una sesión, la supresión de turnos de clase y la reducción del tiempo dedicado a los mismos.
Se adecuan, igualmente, los contenidos y horarios de transmisión de la programación televisiva que llega al estudiantado, con modificaciones específicas para las enseñanzas primaria y secundaria. En tal sentido se incorpora un nuevo programa complementario desde la asignatura de Educación Cívica en sexto grado y se abre un espacio encaminado a trabajar los temas de Educación Formal, Patriótica y Ciudadana, así como la actividad laboral en la primaria. Ante las fórmulas para viejas carencias en esos terrenos que han propiciado deformidades en adolescentes y jóvenes queda desear la mayor dosis de creatividad posible, en aras de evitar los clichés que tanto perjudican.
La experiencia parece indicar como algo ventajoso la disminución de la carga de clases en el primer grado, aparejada al incremento de las frecuencias de juego tanto en ese como en el segundo. Por ello se habla de destinar aulas más espaciosas para el primero de los casos, que tendrá solo cuatro frecuencias en el horario de la mañana, en tanto la tarde se reservará para el descanso activo.
Sin embargo, ni lo antes expuesto ni el conveniente reajuste del horario en las escuelas rurales intrincadas (habrá sesión corrida de 8:00 a.m. a 1:00 p.m.), atendiendo a la lejanía que a diario deben vencer no pocos niños en el trayecto desde sus hogares, constituyen el plato fuerte de las reformas que reserva septiembre.
Lo más pega’o, parafraseando a un popular programa televisivo, es la apertura que significa el establecimiento de tres opciones para el horario del almuerzo en las escuelas secundarias básicas, a tenor de las exigencias no solo del momento, sino también, y sobre todo, de las familias que demandan la posibilidad de que sus hijos consuman los platos elaborados en casa.
Así las cosas, la merienda escolar que durante años el país ha garantizado, al costo de un importante desembolso monetario, estará lista siempre para quienes decidan permanecer en sus colegios en la hora y media destinada al momento, previo consenso con la escuela en la etapa organizativa, que será válido para todo el período lectivo. Quienes determinen ir a sus hogares y prescindir de la merienda podrán hacerlo, solo que en ese caso la familia que autoriza asumirá toda la responsabilidad que se deriva del hecho.
La tercera variante contempla a alumnos y alumnas que no puedan, atendiendo a sus lugares de residencia, ir a sus domicilios, pero tienen la posibilidad de que el almuerzo les sea llevado allí; entonces la familia contará con la anuencia de la escuela para que ello suceda.
Muchas otras aristas, entre ellas el reforzamiento de la labor de formación vocacional y orientación profesional, aderezan el menú del venidero curso. Que se materialicen con éxito depende en primer lugar del empeño de las autoridades del sector, aunque su ejecución pasa por el entendimiento y la voluntad de maestros, profesores, familia y discípulos.
Septiembre promete un período académico menos almidonado, perspectiva a tono con un país que pide a gritos hombres y mujeres no solo cultos, sino también educados para convivir en sociedad y limar las asperezas de su tiempo, en busca de futuro.
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