La gruta El Jagüey, en la villa de Trinidad, propone la aventura y el deleite solo desde los elementos originarios que germinaron de la Tierra.
Sesenta metros tierra adentro escondió Natura una belleza sin par. No creo que por egoísmo, sino por el empeño de obsequiar su don de lo sublime a quien tuviera alma de conquistador y supiera descifrarla más allá de la superficie.
No desterró tales encantos al ambiente lúgubre de una caverna milenaria. Los dispuso indistintamente por las paredes rocosas de la gruta El Jagüey con talento de experto ebanista.
Alrededor de un kilómetro habrá de recorrer cualquiera que esté dispuesto a poner una imagen irrepetible en sus pupilas. La ruta reabrió hace poco tiempo y surca el subsuelo del Hotel Las Cuevas, ubicado en la villa de Trinidad, y además ofrece un recorrido por zonas aledañas como la loma de La Vigía y El Valle de La Cantoja.
Entre las pocas en Cuba exploradas por el turismo en su estado natural, El Jagüey propone la aventura y el deleite solo desde los elementos originarios que germinaron de la Tierra para presentárnosla como un boceto inagotable que cambia los sentidos de las líneas y figuras de acuerdo con la perspectiva de una mirada.
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