Rafael Rosendi Torrecilla marcó su trayectoria gimnástica en los juegos de la ciudad mexicana de Veracruz
O por lo sorpresivo del desempeño de la gimnasia artística o por la hombrada de batirse contra pronósticos y otros demonios, la medalla de bronce que trajo el espirituano Rafael Rosendi Torrecilla de Veracruz tiene ribetes dorados.
Fuera de las tensiones ante anillas, caballos, barras fijas…, el jovencito lo puede contar mejor. Con equipo incompleto, una hornada emergente puso a Cuba en el primer lugar con cosecha de 14 preseas (4-6-4), luego de solo dos en Cartagena de Indias 2006.
“Éramos tres atletas y los demás equipos tenían cinco, para lograr una medalla no podíamos fallar, todo tenía que ser perfecto, no salió al ciento por ciento, pero salió bien, nos sentimos muy satisfechos.
“En los últimos años la gimnasia ha cogido mucha fuerza, en Centroamérica teníamos al campeón panamericano de Guadalajara, medallista en Copas del Mundo, campeones y subcampeones del mundo. Puerto Rico es cuatro veces campeón centroamericano, pero nosotros hemos alcanzado un nivel muy alto”.
¿Cómo lo han logrado?
“Nos hemos preparado muy duro, no un año, sino en todo el ciclo, para hacer el equipo. Casi todos los entrenamientos los realizamos aquí, pero tenemos los medidores con nuestro compañero Manrique Larduet, que ganó ahora y viene obteniendo logros
en muchos eventos. Compitiendo con él ya sabemos cómo estamos, nos hacen falta topes, pero si no realizas una buena preparación en casa, no puede haber buena competencia”.
No rivalizaste en individualidades.
“Fallé mis apartados fuertes el primer día y no pude pasar a la final; sin embargo, al segundo día obtuve buenas notas, pero mis compañeros las cogieron mejor en aparatos fuertes para ellos, y eran dos por países para la final; no obstante, estoy muy
contento por poder representar a Sancti Spíritus en una competencia de alto nivel. Ahora que confíen, todavía me quedan varios años y muchos Centroamericanos por participar”.
Pero la medalla de Rosendi no cayó del aire. Se veía venir desde que con cinco años comenzó en un área que lo llevó a la EIDE Lino Salabarría hasta las manos de Santiago Hernández y de ahí al equipo nacional en el 2010. En ese lapso la cosecha de medallas sobrepasa las 80 entre Juegos Escolares y Juveniles, torneos Moncada, interclubes a nivel centro y panamericano.
“Mi mamá era gimnasta; mi tía, también, luego fueron entrenadoras, y ellas me llevaban al gimnasio cuando chiquito y me metía a dar vueltas; me gustó, por eso me divierto mucho cuando compito”.
Pero ese niño creció y así “a la calladita”, además de su medalla mexicana, ya tiene pie y medio en los Panamericanos de Toronto 2015.
“Clasificamos en Canadá, tuvimos dificultades y debimos competir con menos atletas, por lo que tuvimos que esforzarnos casi el doble para poder lograr esa clasificación que tanto esperaba el pueblo y la Escuela de Gimnasia.
“El Panamericano es un evento mucho más fuerte, estarán los brasileños, los norteamericanos, que figuran entre los mejores del mundo, pero vamos a buscar una medalla por equipos e individuales, ahora se nos incorporan dos muchachitos de la categoría juvenil y eso refuerza”.
Sabe que debe perfeccionar todos los aparatos. Desde las anillas, que es donde mejor le va, hasta el caballo de salto, que tanto trabajo le cuesta. Tal convicción es vital para llegar a sueños más altos.
“En la competencia se siente la presión, pero hay que relajarse porque si no vienen los fallos; con el mínimo nerviosismo te puedes caer y hay que aprender a sobrellevar
eso. Es un deporte de apreciación y el arbitraje tiende a llevarte un poco recio, por tanto, uno siempre tiene que dar el máximo y demostrar que está por encima para que no puedan equivocarse. Tienes que estar preparado, confiar en lo que vienes haciendo por años. Solo estoy luchando por ubicarme entre los mejores de América en la categoría de máximo acumulador y, claro, quiero estar en la Olimpiada de Río”.
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