El aprovechamiento de la energía renovable en predios espirituanos se sustenta en un potencial considerable que requiere asumirse de forma organizada.
En estos tiempos de energía solar, eólica, mareomotriz, que forman parte de las conocidas como energías renovables o aquellas que se producen de fuentes naturales casi infinitas, me pregunto si la burocracia puede poseer, además, esta característica.
De acuerdo con los pronósticos, en el 2018 Cuba producirá el 30 por ciento de su energía a través de estas alternativas reversibles. Futuro que debe llegar con el consecuente despegue en el país de inversiones sobre las también llamadas fuentes limpias, a la que han precedido estudios de potencialidad y muestreo factible.
En Sancti Spíritus la instalación de calentadores solares, paneles fotovoltaicos y molinos de viento suman a nuestra realidad transformaciones que, como en el resto del mundo, ganan popularidad por su benevolencia con el medio ambiente y el carácter inagotable, si se tiene en cuenta, por ejemplo, que al sol se le pronostican unos 4 000 millones de años de existencia.
Permeada por la decadencia monetaria, para la economía nacional cualquier inversión resulta difícil. Las apuestas en el campo energético y específicamente las energías renovables no quedan ajenas a ello. En estos casos, luego del montaje, se necesitan recursos para el mantenimiento, imprescindible cada cierto período.
Los paneles solares utilizados en varios centros educativos de la provincia requieren un cambio de baterías de almacenaje cada dos o tres años aproximadamente, en dependencia del cuidado que se le brinde. Estos dispositivos, comercializados por Copextel, la entidad espirituana a cargo también del montaje y reparación de los paneles, cuestan más de 100 CUC.
En una reunión sobre las energías renovables en Sancti Spíritus, en la que participaron todos los organismos responsabilizados con el asunto, trascendió el dilema: hoy Educación posee 24 paneles sin prestar servicio y “el sistema más pequeño lleva cuatro baterías”, aclaraba el representante de Copextel.
En la actualidad, los módulos fotovoltaicos se encuentran almacenados, no obstante, ¿esperarán pacientemente en buen estado hasta que aparezca el presupuesto?
Dihadenys Pérez González, directora general de la Empresa de Calderas Alastor, encargada de los calentadores solares en la provincia, agregó que también existen sistemas de calentamiento en instituciones educativas a los cuales no se les ha terminado el montaje por falta de recursos: dos en Trindad, dos en la cabecera provincial y uno en Yaguajay.
“Tienen los colectores, que es lo más importante, lo que necesitan es un mínimo de material de instalación. Si no hacemos algo se van a echar a perder en los techos”, señaló la directiva. Mas, los colectores, que pudiesen brindar en estos minutos agua caliente a cientos de niños espirituanos, hoy esperan también por el dinero.
Asimismo constituye una afrenta —con tantas necesidades sociales, dígase centros hospitalarios y asilos de ancianos— que Alastor espere hoy por un presupuesto para la puesta en marcha de más de treinta nuevos calentadores asignados a Sancti Spíritus desde el año pasado y que duermen, como los paneles, la siesta del almacén.
Y si este mismo semanario, algunas ediciones atrás, se vanagloriaba del potencial espirituano en materia de producción de biogás, a través de los residuales obtenidos en la cría de animales y con un impulso grávido gracias a un proyecto en la Universidad local, sigue al detalle la imprevisión. A pesar, incluso, de que en el 2013 lograron concretarse dos plantas de biogás, en las localidades de El Colorao y Tamarindo, y para este año se prevé la construcción de una en Carbó y otra en el Cacahual.
El ingeniero Fernando Medinilla Nápoles, presidente de la delegación de Cubasolar en Sancti Spíritus, no considera como lugares idóneos Carbó y Cacahual, porque en esta última comunidad, por ejemplo, se va a construir un biodigestor 10 veces más pequeño del que necesita hacerse allí. “Con esas características, quedará a medias la resolución del problema de los desechos y, cuando aparezca el dinero, habrá que romper para construir de nuevo”.
Roberto Ríos, miembro del Buró Provincial del Partido, reconoce que “hay perspectivas enormes, pero tenemos que organizarnos. Aislados no hacemos nada, debemos coordinar acciones entre las diversas entidades implicadas”.
No creo realmente que Cuba llegue en el 2018 a su ambicioso pronóstico. En empeños similares, economías del primer mundo aún añoran producir un 20 por ciento de energía a través de fuentes naturales. Por lo pronto, en Sancti Spíritus, de acuerdo con esta atalaya de tropiezos, sí deben “renovarse” algunos dispositivos decisores. Habrá que ver si es posible.
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