Ramón R. Rodríguez confía en los medios de difusión masiva, mas considera oportuno alertar a quienes trabajamos en ellos: “No se dejen engañar, no todo lo que brilla es oro”. Más adelante especifica: “Lo que se dice respecto al campismo no es verdad, pues no cumple las expectativas del campista; quisiera que esta misiva sirviera para mejorar las atenciones que nos merecemos por parte de las direcciones y los trabajadores de esa institución”.
El lector, residente en la vivienda número 18 de la calle Juan Agustín Sánchez, entre José González Treche y Agramonte, en Guayos, Cabaiguán, se aventuró con su familia a una estancia en la instalación de Manacal, “estimulado por las opciones que se anunciaban”. No obstante, terminó decepcionado poco después de haber puesto los pies en el lugar.
“Los problemas —relata— empezaron al arribar al punto de recogida, situado en el parque José Martí de la cabecera municipal, el día 19 de agosto del presente año. El ómnibus de la Base de Transportes Escolares debió llegar a las 2:00 p.m. y lo hizo pasadas las 4:00 p.m. sin que se ofreciera explicación alguna al respecto. Dicho ómnibus parecía un rutero, pues se detuvo varias veces para recoger y desmontar a personas ajenas al viaje”.
Tras significar el trato “maravilloso y afable” del administrador de la instalación a la llegada de los campistas e incluso después, así como su exhaustiva explicación acerca de las opciones que se ofertaban y las reglas disciplinarias establecidas, Ramón relaciona las calamidades que opacaron la estancia; unas —según razona— imputables a la Empresa Provincial de Campismo, y otras al personal de la base propiamente. En su lista aparecen desde el mal estado de los colchones y de las lámparas de luz fría de 20 watts (por no disponer de encendedores, dice), pasando por la falta de almohadas, la ausencia de alumbrado en áreas exteriores y en la plataforma, la abundante presencia de hormigas santanicas en las cabañas, hasta la incertidumbre respecto a la potabilidad del agua que se ofrece dentro de las mismas.
Pero su asombro no terminó ahí, puesto que tropezaron, además, con llavines defectuosos, personal no calificado para la atención en restaurante y cafetería, una oferta de actividades inestable y hasta caballos pastando por las áreas cercanas; de esto último se deriva la presencia de estiércol cerca de los dormitorios.
No obstante, el remitente reconoce la buena elaboración de los alimentos y la oferta variada de los mismos, sin dejar de apuntar que se sirven en un solo plato, como si fuese una completa, y en mesas no siempre cubiertas por manteles. Por último, refiere la no entrega de las cabañas por parte del personal administrativo a los usuarios y de estos a los primeros, lo cual, de cumplirse, contribuiría a evitar extravíos y malentendidos. ¿Qué dice Campismo?
Por qué en el periódico del sábado 25 se refleja la insatisfacción del campista en la instalación de Manacal y en la web de este propio periódico se refleja como que fue en la instalación de Arrollo Lajas.
La incongruencia se debe a un error nuestro que ya ha sido enmendado. Escambray agradece su contribución.