Bruno Rodríguez rechazó las resoluciones aprobadas por el Senado y la Cámara de Representantes de EE.UU. y los intentos de injerencia de la OEA contra Venezuela.
El canciller de Cuba, Bruno Rodríguez, condenó este jueves las posturas injerencistas contra Venezuela y Ucrania, que alientan la violencia e impiden ejercer sus derechos a los ciudadanos de esas naciones.
En conferencia de prensa, el ministro de Relaciones Exteriores rechazó las resoluciones aprobadas por el Senado y la Cámara de Representantes de Estados Unidos y los intentos de injerencia de la Organización de Estados Americanos contra Venezuela.
Expresó la invariable y plena solidaridad de Cuba con esa nación suramericana frente a intentos de desestabilización, derrocamiento violento de su gobierno y la injerencia e intromisión en sus asuntos, en especial la de Estados Unidos.
Comentó que la violencia generada en ese país por grupos de derecha ha provocado varios muertos y numerosos heridos, lo cual ha impedido a ciudadanos venezolanos ejercer sus derechos, y merece enérgica condena, puntualizó.
«Venezuela tiene derecho a defender su independencia y su soberanía», indicó el ministro de Relaciones Exteriores.
Agregó que los colaboradores cubanos continuarán cumpliendo su deber y compartiendo la suerte del heroico pueblo venezolano bajo cualquier circunstancia.
Con respecto a Ucrania, Rodríguez enfatizó que no puede aceptarse el derrocamiento de forma violenta de un gobierno constitucional al precio de decenas de muertos y heridos mediante una intervención de Estados Unidos y algunos aliados de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
Cuba rechaza la hipocresía, el doble rasero y la agresividad manifiesta del discurso de la OTAN, afirmó.
La historia exigirá responsabilidad a Estados Unidos y sus aliados por las consecuencias de esa doctrina militar cada vez más ofensiva fuera de las fronteras del Atlántico Norte que amenaza a la soberanía e independencia de todos los estados sin excepción, dijo.
Aseveró el intento de extender la OTAN hasta las fronteras de la Federación Rusa que constituye una violación flagrante del Derecho Internacional y de la Carta de las Naciones Unidas y una amenaza a la paz, la seguridad y la estabilidad internacionales.
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