Como una carrera de resistencia, el velocista Yaniel Carrero Zambrano celebró a lo grande con los suyos su hazaña de Veracruz.
Por las “pistas” de su Trinidad natal, “corrió” por 10 horas en un homenaje que guardará en el mismo espacio donde conservará sus dos medallas centroamericanas.
Caravana de carros, saludo apoteósico en las calles, visitas a centros escolares y de trabajo y un desborde humano inusual en el parque Céspedes fueron las “escoltas” de la gratitud con que los trinitarios aquilataron la proeza del muchacho.
Puestos de acuerdo diversos organismos, rectorados por el Partido, el Gobierno y el Inder, hicieron posible el abrazo colectivo que llevó agasajos personales de la CTC, los CDR, Turismo y el organismo deportivo.
“No me esperaba esto, todavía me erizo, nos pasearon por toda la ciudad desde por la mañana hasta por la noche, a Martha Torres, la softbolista y a mí. Fuimos al hospital porque era el Día de la Medicina, nos llevaron a Casilda, y las personas a ambos lados de la calle nos saludaban; en ese parque no cabía la gente, creo que todo Trinidad estaba ahí.
“Estuve en la escuela José Mendoza donde pude ver a los profe que me formaron y hacía tiempo no veía, ¡mira que tuve que hablar, a veces ni pude!, correr es mejor que hablar”.
Eso es cierto, por fortuna. De sus piernas Sancti Spíritus y Cuba recibió una enorme recompensa. “Nadie esperaba el bronce en los 100 metros planos, el pronóstico era oro en el 4×100, pero mantuve la técnica, y lo mejor que poseo es la arrancada, pues a veces me falta fuerza para cerrar, pero esta vez no fue así, llegué a la meta y no sabía que había ganado bronce. Los profesores me decían: ‘Coge la bandera’ y yo no entendía, solo cuando me vi en la pancarta lo creí.
“En el relevo lo hicimos todo coordinado, al ver que mi compañero venía retrasado salí más lento de lo normal pero cerré con mucha fuerza, porque te puedo asegurar que en ambas carreras saqué el extra. No estoy conforme, pues sé que puedo bajar las marcas, pero siento que corrí por toda esa gente que me recibió y estuvo pendiente de mí y por mi padrasto Ezequiel, que fue mi padre desde los tres años”.
Una confusión de sentimientos se le agolpa en la mente. Las contrariedades por no ir a este o aquel evento, el pueblo veracruzano que le aplaudió con delirio, las horas de angustia por su mamá Yosleida, quien hace unos meses sufrió la muerte de su esposo tras un accidente…
“Estoy ronca desde la primera medalla, siempre dije que no lo vería porque me iba a dar un infarto, pero me llené de valor y me dije: a ese lo tengo que ver por mí, quería correr, meterme en el televisor. No esperaba esto, en mi edificio la gente pintó, adornó, pusieron carteles y cuando ese negro apareció…, menos mal que me tiré en el carro y pude darle el primer abrazo. Esto ha sido muy grande, la gente me felicita en la calle y una se siente tan orgullosa…”, afirma Yosleida.
Y porque no todos sus coterráneos de regreso de Veracruz han tenido el privilegio del abrazo y sus hazañas han pasado inadvertidas en otros lares de la provincia, es que esta otra carrera de largo aliento de Yaniel hace la diferencia en los ecos centroamericanos.
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