El programa de reparaciones desplegado sobre todas las áreas debe propiciar un mejoramiento de los indicadores fabriles
Reparar y alistar el central Uruguay para la zafra tiene semejanzas con armar un rompecabezas, porque cuando se desarmó la fábrica al concluir la anterior cosecha a fines de abril, pocos hierros permanecieron en sus lugares y cada pasillo se volvió prácticamente un campo de obstáculos.
Sin embargo, tal panorama no saca de quicio a un colectivo que se sabe de memoria el lugar de cada cuchilla, pieza, molino, estera… y en cuestión de un semestre teje otra vez la armazón del ingenio, que a esta altura del almanaque exhibe un 95 ciento de ejecución en el cronograma de reparación fabril.
El mismo colectivo, que si solo se proyectara mantener los resultados de la última campaña no se le podría reprochar, habida cuenta de que nacionalmente fue la industria más productora, los indicadores fabriles se situaron entre los mejores del país, tuvo el índice de tiempo perdido más bajo de su historia y clasifica como el único central de la isla con un producto —el azúcar crudo— certificado por la Norma Cubana de Calidad.
Sucede que el capital humano del Uruguay, reconocido por la mezcla de experiencia, estabilidad y conocimientos, siempre ha respirado aire de transformación y en la nueva etapa preparatoria abraza no pocas proyecciones en materia de mejoramiento tecnológico: elevar los indicadores de eficiencia y rebajar más el tiempo perdido por causas industriales.
Para el ingeniero Vladimir Gómez Morales, director del central, los trabajos de reparación denotan una calidad superior porque están en función de solucionar los aspectos negativos de la zafra precedente y a pesar del buen comportamiento que tuvo allí supieron identificar problemas.
Entre las acciones novedosas figura la construcción de una plataforma en el área de basculador para aumentar el tiro directo de la caña hasta un 45 por ciento, estrategia que aporta más frescura a la molida de la materia prima, se revierte en mayor rendimiento industrial, eficiencia y cantidad de azúcar.
“Uruguay necesita mejorar el escalonamiento en el tiro de la caña, sensibilizar la mentalidad del productor, porque en unas 12 horas se corta la caña que se muele en 24 horas, de manera que mientras más se disminuya el lapso entre el corte y el procesamiento tendremos más crudo y beneficio en todo el engranaje agroindustrial”, precisó.
Aún cuando el azúcar crudo del Uruguay tiene reconocida calidad, de cara a la próxima contienda se trabaja para proteger la inocuidad del producto y dotar de mejores condiciones tecnológicas las áreas que directamente participan en la fabricación: casa de calderas, cristalizadores, centrífugas, clarificadores y filtros.
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