Hace casi ocho meses tres familias residentes en la calle Maceo, en el municipio cabecera, esperan por un techo.
Desde enero pasado cuando la cubierta de aquellas casonas con valor patrimonial —según dicen— comenzó a ser demolida a causa de una rehabilitación hasta hoy solo se ha logrado que la intemperie ampolle las paredes y descarne las puertas y las ventanas y que, recientemente, se colocaran los techos de zinc sobre algunas crujías.
Es una historia de casas a medias. La ha protagonizado Elena Yaima Herrera Álvarez; pero, por desgracia, no es un caso insólito. A solo unas cuadras de distancia, similar trama ha padecido Mirna Yero Oliva —quien vive en Rosario 79 interior, entre Raimundo y Tello Sánchez— con la única diferencia de que su vivienda, en planos, ya está terminada.
No son cuentos inéditos en Cartas de los lectores. Otra vez en esta sección las misivas llegadas remedan antiguos leitmotiv: obras dilatadas por meses y meses; ejecuciones a medio hacer; inestabilidad de albañiles; contratos sin voz ni votos; fechas de entrega con vencimiento; inversionistas y constructores peloteándose responsabilidades… Pudiera escribirse un libro; mas, estos argumentos bastan para que Escambray se ponga a pie de obra.
DEL DICHO AL HECHO
“Póngalo ahí, periodista, aquí lo único que ha faltado es vergüenza. Mi esposa y yo llevamos más de siete meses botados en la calle”, confiesa con amargura Juan González Ortega mientras camina por el recinto que antes, quizás, fue un cuarto con alguna que otra cama y donde hoy no hay más mueble que una concretera en una esquina.
Tal panorama es añejo. No lo imaginaron los vecinos de Maceo No. 71, 73 y 73 A cuando en enero pasado abandonaron sus viviendas con la esperanza de regresar, a lo sumo, dentro de cuatro meses.
Si algo ha sobrado en la ejecución, por lo que reseña en su carta Elena Yaima Herrera Álvarez, son las dilaciones: que si la cooperativa no agropecuaria Construcciones Lapinet —fuerza constructora contratada— inició los trabajos en febrero; que si durante cerca de tres meses se paralizó la obra por indicaciones del Centro Provincial de Patrimonio Cultural debido a ciertas violaciones; que si los constructores alegaban luego incumplimiento de materiales por parte de la Unidad Municipal Inversionista de la Vivienda (UMIV) de Sancti Spíritus y esta, a su vez, lo desmentía; que si a fines de junio por fin empezaron a colocarse las primeras planchas de zinc… Cierto es que, desgraciadamente, las fechas de entrega de no pocas obras tienen esa propiedad elástica tan común de los chicles. Esta no ha sido la excepción. De acuerdo con Juan Carlos Pérez, jefe del departamento de conservación de la UMIV, los atrasos pesan en los brazos de los constructores:
“Ha habido problemas aquí con el constructor. Mira, ahora el constructor hace cinco días que no viene, la semana pasada no trabajó y el mes pasado trabajó muy poco. Esta cooperativa Lapinet tuvo un problema interno y creo que no podían comprar; le habíamos puesto una cantidad de cemento el mes pasado y no lo sacaron ni el mes anterior tampoco; ahora le pusimos una cantidad que yo me imagino que se haya sacado”.
Al frente de la cooperativa no agropecuaria Construcciones Lapinet, Ernesto Rodríguez Madrigal, su presidente, traspasa culpas: “Se ha paralizado, primero por proyecto y porque hemos tenido que sacar los constructores para otras obras, pero ahora es por cuestión de materiales. La fuerza está, lo que no tenemos hoy es el cemento”.
Ni los técnicos de la UMIV que, según dicen fuentes inversionistas, han estado velando hasta el ladrillo que se ha puesto, ni los socios de la cooperativa que deben supervisar la permanencia de los albañiles verdaderamente trabajando han advertido, al parecer, la cámara lenta de las labores.
“Ya nosotros le hemos mandado al constructor cartas de advertencia por el atraso de la ejecución de la obra y ahora vamos a proceder a hacerle una demanda, porque esto era para el mes de mayo”, sostiene Juan Carlos Pérez.
“Se volvió a reprogramar el contrato y la fecha de terminación ahora es para el 15 de octubre”, asegura Maribel Vázquez Bernal, directora de la UMIV.
TEJADOS DE VIDRIO
Amén de una construcción que se ha demorado más que la edificación del Capitolio Nacional, otros descosidos echan leña al fuego: los contratos, al parecer, no han sobrepasado el mero acto formal de una firma entre las partes.
“En nuestro poder tenemos el documento entregado por Andrés Díaz Castañeda, jurídico de la vivienda, donde dice que mi casa lleva trabajos de rehabilitación integral —escribe Herrera Álvarez—, cuestión que fue acordada en reuniones verbales previas con nosotros. Sin embargo, debemos destacar que la Vivienda jamás se ha sentado con nosotros, los dueños de las casas, para hacer un contrato oficial ni una documentación legal donde aparezca la firma y a lo que se compromete el contratado, el contratista y los beneficiados”.
Por lo que argumentan las fuentes oficiales involucradas, todo indica que los últimos en enterarse no han sido los propietarios. Juan Carlos Pérez esclarece: “Todos los convivientes sabían que aquí era el cambio de cubierta, ahora nos hemos enredado porque se ha roto algo y se ha descorchado con el tiempo que lleva esto a la intemperie y sí, se lo vamos a reponer; aquí no se va a mudar nadie con un hueco en el piso ni con una pared que no esté repellada”.
Ojalá que cuando se haya colocado la última plancha de zinc el contrato deje de ser otro papel más en medio de cualquier gaveta. Si se exigiera, no podrían darse por terminadas viviendas como la de Mirna Yero Oliva, la lectora cuya casa tiene deudas por saldar: “El zinc lo picaron tan a rente en la parte de atrás que cuando llueve hay que correr las camas porque se entripan. No tengo agua en la ducha, no me pusieron la puerta del baño, me faltan interruptores…”.
Tales “olvidos” no pueden tildarse de chapucerías, para eso hay, según los inversionistas, un técnico que vela por la calidad y por mala ejecución, según los constructores, jamás se les ha señalado ninguna obra.
“Esa cuartería de Rosario quedó con una calidad óptima —alega Juan Carlos Pérez—. El techo no está oxidado, pero optamos por pintarlo con esmalte blanco”. Otras soluciones también vienen en camino como la colocación de planchas de caballete para evitar filtraciones y la reposición de un interruptor.
Tantas goteras, en uno u otro caso, averiarían hasta el más resistente de los techos. Y las deudas de la ejecución de viviendas, por momentos, son tan comunes como los derrumbes en tiempo de ciclón. Pero no puede andarse siempre llevando los escombros de un lado a otro; para edificar cualquier obra se necesita, desde el inicio, buenos cimientos.
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