Los jefes guerrilleros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo (FARC-EP), Timoleón Jiménez; y Nicolás Rodríguez, del Ejército de Liberación Nacional (ELN), advirtieron que la paz puede dañarse si no se apartan de sus gestiones las acciones de inteligencia militar y policial.
En un comunicado difundido este martes se refirieron a las labores de inteligencia denunciadas por la Revista Semana el pasado 3 de febrero sobre las presuntas interceptaciones realizadas desde el barrio Galerías, de Bogotá, contra figuras políticas, periodistas que cubren el proceso de paz y miembros de las delegaciones en La Habana.
«El seguimiento, persecución y puesta en mira de dirigentes de la oposición política y de los propios voceros gubernamentales en la Mesa de Conversaciones de La Habana reúnen todos los ingredientes, incluida la presencia de la CIA, para concluir que desde oficinas del Estado se preparan operaciones contra la consecución de la paz y la democratización del país».
La larga experiencia de contactos y entrevistas encaminados a la concreción de acciones humanitarias o de conversaciones de paz entre gobierno e insurgencia, agrega, demuestra «su utilización por parte del Estado para cumplir tareas de inteligencia u operaciones militares, que no sólo minan la confianza en la seriedad del interlocutor, sino conducen al fracaso de los propósitos perseguidos con aproximaciones y encuentros».
El texto, fechado el 7 de febrero en las montañas de Colombia, hace referencia a la Operación Bolívar librada contra el ELN, en alianza abierta con bandas paramilitares y grandes desembarcos de tropas en el área de seguridad elegida para los encuentros.
El hecho ocurrió cuando se realizaba incluso una reunión en la que participaban además del comisionado de paz, Camilo Gómez, embajadores de varios países amigos, rememora el documento.
También destaca la semejanza de los protocolos de seguridad implementados en ocasión de las liberaciones unilaterales de prisioneros de guerra por parte de las FARC-EP, que sirvió de base a la CIA y el Ejército Nacional para acumular información y preparar la Operación Jaque.
En esa oportunidad, añade,»la utilización de emblemas de la Cruz Roja Internacional, entre otros, les permitió presentar a Jaque como una heroica acción de rescate, cuando se trataba de «un sucio negocio de traición pagada, del que tomaron parte tanto el ministro de Defensa de la época como el propio presidente Uribe».
El reciente escándalo conocido como Andrómeda, precisa, puso al descubierto que la vieja práctica estatal sigue viva y activa.
La paz y la reconciliación, «bienes invalorables para el pueblo de Colombia (â��) pueden echarse a perder torpemente, puntualiza, si no se apartan definitivamente de sus gestiones las acciones de inteligencia militar y policial
Con mucha más razón si, como se desprende de las primeras excusas públicas, esas operaciones encubiertas «son achacadas a ruedas sueltas que operan a la sombra de la institucionalidad, ¿paramilitarismo oficial?» , concluye el comunicado.
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