Un tribunal estadounidense ratificó que Ecuador puede utilizar los documentos en poder de dos expertos ambientales que trabajaron para la petrolera Chevron en un litigio anterior.
Según la Procuraduría General del Estado, el veredicto de la Corte de Apelaciones del Noveno Circuito autoriza a los abogados del Estado ecuatoriano en el juicio que entabló la transnacional contra el país andino ante un tribunal internacional de arbitraje de La Haya, a acceder a la información en poder de los peritos Michael Kelsh y Douglas Mackay.
Los dos expertos trabajaron para la petrolera en el juicio que le pusieron 30 mil pobladores de la Amazonía ecuatoriana a Texaco, luego adquirida por Chevron, por los daños ambientales causados durante 30 años de explotación petrolera en la zona.
El litigio concluyó en 2011 cuando el tribunal de la ciudad ecuatoriana de Lago Agrio sentenció a la compañía estadounidense a pagar nueve mil 500 millones de dólares a los afectados.
Chevron, sin embargo, se negó a acatar el fallo, y demandó a Ecuador ante un corte de arbitraje de La Haya, por supuesta denegación de justicia, y violación de un tratado bilateral de inversiones con Estados Unidos, que según las autoridades locales entró en vigor cinco años después de la salida de Texaco.
Los documentos en poder de los peritos, aseguró este lunes la Procuraduría del Estado ecuatoriano, demuestran que la metodología y las conclusiones de los expertos de Chevron en el análisis de la contaminación causada por la compañía son inexactas, y revelan su estrategia para ocultarla.
El procurador general, Diego García, recordó, por su parte, que la transnacional estadounidense ha perdido todas las apelaciones presentadas hasta ahora para tratar de evitar que Ecuador acceda a los documentos en manos de los peritos ambientales.
La evidencia en poder de estos expertos, junto a la que previamente obtuvimos de los peritos Bjorkman y Hinchee, serán usadas en favor de la defensa de Ecuador dentro del arbitraje, anunció García.
Las autoridades ecuatorianas aseguran, que entre 1964 y 1992, Texaco derramó 16,8 millones de galones de petróleo en el ecosistema, vertió otros 18,5 mil millones de galones de aguas tóxicas en los suelos y ríos, y quemó 235 mil millones de pies cúbicos de gas.
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