La mayor de Las Antillas anda patas arriba por cuenta de la pelota y la magia contagiosa del play off.
Tras los primeros batazos y las primeras victorias, ya echó a rodar la guerra de pronósticos, esa que aparta a un lado, al menos por unos días, otras preocupaciones cotidianas.
En la lista de la mayoría se incluye la tropa de Víctor Mesa, que parece apta para subir a lo alto de la escalera luego un ascenso gradual por los escalones tres y dos en las dos últimas temporadas.
Los yumurinos están por desmentir la cábala de que al equipo ganador de la clasificatoria le resulta esquiva la corona tal como ha ocurrido en las últimas temporadas. Si algo tienen para derrotar el cabildeo es un elenco más maduro y guerrero, capaz de jugar bajo tensiones, de remontar marcadores abultados y no entregar las armas hasta el último out. Cuentan además con una arrancada en casa, donde la afición les produce un extraño halo que los convierte casi en invencibles.
Y para ello les sobran bateadores, tan productivos (294 de average y 60 jonrones) como oportunos. Tanto han asimilado los “castigos” por los errores que hoy resultan los más herméticos, con 977 de promedio defensivo y menos de una pifia por partido: 79. Lo que menos entiendo es por qué Lázaro Herrera calza arreos con su paupérrimo balance de 35 bases robadas y solo ocho atrapados y seis passed balls, si disponen de un Eriel Sánchez con mejores números, aunque el matancero es puntal ofensivo (291).
Con la defensa general respaldan su pitcheo que, sin ser nada ni de este ni de otro mundo, es capaz de caminar, y cuando no lo hace ahí está su mánager para cambiarlo sin pestañear.
Y he ahí la otra arma secreta de los rojos —porque es justo reconocer las virtudes con la misma sensatez con que se desdeñan los defectos y excesos—; concuerdo con que el resurgir matancero lleva el sello de su controvertido director, para quien jugar pelota a full es una exigencia cotidiana. Si es capaz de imponer su sapiencia y sus “locas” tácticas, por encima de sus impulsos momentáneos, Matanzas arderá como Troya, 23 años después que un equipo de esa tierra (Henequeneros) lograra un título.
Tienen incluso otra ventaja: comenzar la semifinal con un Villa Clara que llegó a los play off casi con el nombre y su estirpe de grande como para derribar otro mito, el de los campeones que no clasifican al año siguiente. El actual campeón ancló casi sin aliento al conseguir el boleto en el último partido frente a Holguín, apenas un día y unas horas antes de iniciar el pleito ante Matanzas el pasado jueves. Ese “desangramiento” le trastocó su pitcheo, pues tuvo que gastar a su principal hombre, Ismel Jiménez.
Ratificarse entre los cuatro “elegidos” resulta para los muchachos de Moré una victoria, después de sortear no pocas “zancadillas” del destino y de los hombres. Incluyo aquí el golpetazo de la Serie del Caribe, que los convirtió en blanco de crítica mundial; el retiro de su receptor estrella Ariel Pestano y la lesión de su máscara regular Yulexis La Rosa; el juego “a media máquina” de su bateador-bujía: Ramón Lunar, fuera de juego por varios días tras los violentos sucesos del pasado febrero, un altercado que dejó a los Naranjas casi sin corazón, pues la reyerta derivó en sanción a su as Freddy Asiel Álvarez, el hombre que abrió las puertas al título el pasado año.
No implica, sin embargo, que los centrales, acostumbrados a guerrear, entreguen las armas sin usarlas y todavía con su historia y con la rivalidad adicional que implica enfrentar a Matanzas (su víctima de la pasada campaña) y a quien fuera su mánager, en particular, pueden presentar batalla, si su pitcheo, el mejor de los cuatro (3.21 PCL) aguanta la agresividad de los Cocodrilos, su defensa (973) mejora y sus bateadores-corredores ayudan a optimizar la ofensiva (283).
El otro pleito se torna para mí más parejo, aun cuando los pronósticos mediáticos y de afición se inclinen por los Azules. Debe ser un pleito electrizante, donde los de la capital esperan que su joven pitcheo soporte las tensiones de la postemporada, aunque refuerzos como Noelvis Entenza y Vicyoandry Odelín asumirán protagonismo.
Lo necesita Vargas por si al bateo (265) le da por alargar las agonías de la clasificatoria, de la que solo dos escaparon por encima de 300: Lisbán Correa (324.41 impulsadas) y Yulieski Gourriel (313, líder en impulsadas, con 69, en jonrones con 16 y en slugging: 566), aunque justo es decir que los giraldillos cuentan con argumentos tácticos y habilidades ofensivas capaces de compensar tal anemia.
Los Vegueros de Pinar, además de un mánager ganador y mañoso, tienen a su favor comenzar en casa, el contar con el mejor lanzador de la campaña (Yosvani Torres, quien ya les regaló un título hace tres años) y el jugar sin todo el favoritismo mediático, algo que resta presión.
Aunque por los resultados históricos y de la actual serie, Industriales hace pensar a muchos en una presumible cinta taquillera: Leones vs. Cocodrilos, estoy obligada a decirles que los play off son borrón y cuenta nueva, pese a que suene a cliché. De ahí que les conceda el favor del vaticinio a los más occidentales.
Por lo pronto, Cuba estará varios días vestida de fiesta beisbolera. Sancti Spíritus lo disfrutará a su modo. Lo hará del brazo de Ismel Jiménez o el bate de Eriel Sánchez, quienes desde posiciones “rivales” defienden las casacas de los elencos que los pidieron como refuerzos.
Estará, como Cuba, también pendiente de que de los cuatro estadios emerja un único ganador: el sano y “culto” espectáculo deportivo en su “play off” vs. la indisciplina y la violencia, que en los últimos tiempos han estado a punto de convertir al béisbol en un remake de las películas del sábado de la televisión nacional con su tríada de advertencias, excepto lenguaje de sexo.
ELSA EN REALIDAD A NUESTRO EQUIPO ESPIRITUANO LO QUE LE HACE FALTA ES UN DIRECTOR ASI COMO VM 32 PARA QUE TODAS LAS GALLINAS DE NOSOTRO SE CONVIERTAN EN GALLOS DE PELEAS COMO SE AN CONVERTIDO LOS COCODRILOS EN ANIMALES FEROSES OK
VEREMOS A VER QUE PASA EN LA SERIE QUE VIENE CON SSP