La refundación del Salón contribuirá en buena medida a que el béisbol se afiance en su liderazgo nacional y emocional
Cuba refundó finalmente el Salón de la Fama del Béisbol. Por encima de desacuerdos, controversias y cuestionamientos, lógicos porque de pelota se trata, lo más trascendente es que 54 años después de haberse “cerrado”, sin muchas explicaciones aparentes, tenemos un Salón, tan cubano como la rumba o la palma.
Se hizo finalmente justicia con lo que es parte de nuestra identidad o el alma de este país. Lo viabilizó un grupo de “entusiastas”, yo les diría de buenos osados, que no se desgastaron en pueriles discrepancias y, de la mano de la investigación y la seriedad, sentaron las bases para dar vida a un proyecto que pretende la misma perpetuidad que a los grandes que honra.
Así quedaron atrás más de cinco décadas de resquemores, olvidos e injusticias. No se entiende bien que si países como Alemania, España, Venezuela o Colombia tienen un Holl de la Fama, no lo tuviera Cuba que destila béisbol por los poros y en la que más de veinte mil peloteros han hecho revivir la pasión en los terrenos.Es o era, como diría el doctor Félix Julio Alfonso, en el Coloquio que vio nacer el Salón, una vergüenza.
El nuevo Salón, que en lo personal me promovió un sentimiento telúrico, es, en su esencia, un proyecto inclusivo, eso es exaltar a los cubanos que en todas las épocas han hecho posible el béisbol, no importa si están o no en esta tierra.
Porque la Patria es más que un confín geográfico, el proyecto se ha edificado bajo la premisa martiana “Con todos y para el bien de todos”. Por eso en el listado de aspirantes confluyeron por igual los nombres de Rogelio García, Pedro Medina, Lourdes Gourriel Wilfredo Sánchez, Urbano González, Orlando “El Duque” Hernández, Antonio Pacheco…
Más no solo de exaltados se habló durante dos días. En un encuentro de mucho simbolismo, se promovió la propuesta para declarar al béisbol como patrimonio cultural de la nación, algo que tampoco se explica bien porqué a estas alturas ya no lo es.
Igual deuda intenta saldarse con la futura creación del Museo Nacional del Béisbol Cubano y donde se aspira quede instalado el Salón.
Al margen del espacio físico, de lo que se trata es de rescatar la memoria histórica de un deporte que es rostro y corazón de la nación cubana. Se trata de no hacer de la historia un manojo de piezas o estatuas inamovibles o de retazos desperdigados en escritos e imágenes amarillentas.
Sancti Spíritus aporta sus olvidos. Si no, busque y encuentre en el más trivial de los olvidos a Catalino Ramos, un hombre que jugó béisbol profesional y fue artífice del único título de los Gallos, o descubra las marcas del tiempo en el monumento a José Antonio Huelga.
Salón, Museo e intenciones buscan que el béisbol se afiance en su liderazgo nacional y emocional.
Estoy convencido qué controladores extremistas para favorecer a la capital de todos los cubanos pues hoy continúo peinando mis canas y me es manifiesto desde mi infancia qué en el Palmar de junco según versaron mis ancestros qué en dicho estadio de pelota se hubo de efectuar el primer partido por lo cuál dicho lugar refleja nuestra identidad y eso debió primar entre los acaudalados qué decidieron los destinos de qué el Palmar de junco quedará en el olvido porqué la capital es la capital de la república por lo cuál estimo qué no existieron olvidos solo manipulaciones de los qué se autotitularon pues como las transnacionales neoliberales se desconocen muchos pormenores entre ellos quiénes proporcionaron el dinero para esta masacre en contra de la verdadera historia de la pelota cubana o quizás me equivoqué la pelota capitalina.Lázaro Izquierdo Martínez