La comercialización de productos agrícolas de forma directa al Turismo refleja en Sancti Spíritus reducción en los contratos, mayores ventas y mejor satisfacción del mercado.
Cuando en el mismísimo hotel Brisas Trinidad del Mar, Raudel Toledo Bethencourt vio primero cómo preparaban las piñas que él cultiva y después la aceptación que tenía la fruta en la mesa bufé, recordó esa frase de que el campesino ve por los ojos, agradeció la oportunidad de dejar por unas horas el surco para conocer por dentro el mercado y también comprendió mejor las exigencias de la comercialización directa al Turismo.
El intercambio de visitas entre la Cooperativa de Créditos y Servicios (CCS) Paquito Rosales, asentada en el Entronque de Guasimal y la principal plaza de alojamiento de la península de Ancón, fue como el acta nupcial de un matrimonio que pactó alianzas comerciales desde que el país aprobó hace más de dos años la venta directa desde la base productiva y actualmente es la única cooperativa de la provincia que mantiene contratos para entregar alimentos frescos a los hoteles de Trinidad.
La política estatal —recogida en dos Lineamientos aprobados en el último Congreso del Partido— de abrir el escenario agrícola al abastecimiento del Turismo y sustituir importaciones ha transitado en el territorio por varios procesos organizativos y de acercamiento a ese mecanismo, concentrando los rasgos más visibles en que el sistema arrancó en el 2012 con 14 cooperativas —de Trinidad, Sancti Spíritus y Cabaiguán—, 20 contratos, 12 surtidos y una venta en ese período de 22 toneladas de productos entre frutas, vegetales, hortalizas y viandas, principalmente.
A la vuelta de dos años y medio solo dos formas productivas sostienen la comercialización: la CCS Paquito Rosales, con tres contratos en el Polo trinitario, y la Alfredo Acosta, asentada en Tuinucú, que vende a la Empresa Islazul, en Sancti Spíritus.
Las estadísticas dicen que en el 2013 los surtidos se ampliaron a 19 y entre ambas cooperativas aportaron 31,4 toneladas de alimentos. Al cierre de mayo del presente año se mantienen igual cantidad de renglones con ventas que sobrepasan ya las 25 toneladas.
Escambray pulsó por dentro tal comportamiento en aras de conocer los resortes que determinan producir para un mercado que solicita el mismo producto los 365 días del año, además obligado por estándares de ofertas a garantizar ese surtido a través del proveedor que con mayor seguridad le respalde el pedido.
A todas luces, la apertura del sistema descansó más en la improvisación, que en la lógica de prepararse, conocer y dominar el nuevo escenario, mucho más exigente en cuanto a calidad, manipulación, frescura y seguridad sanitaria, por cierto, las mismas reglas que debieran regir en la distribución al pueblo.
Pedro Luis Martínez, especialista en Agrotur en la Delegación Provincial de la Agricultura, admite que abastecer al Turismo es difícil porque requiere estabilidad en el producto y es un mercado que demora en conquistarse, pero se pierde en horas, cuando falla una entrega y el hotel se queda esperando, sin tiempo para que otro proveedor le envíe ese surtido comprometido en la oferta.
Interrogado sobre la salida del sistema de la mayoría de las cooperativas, el especialista afirma que el transporte, el combustible y los envases se cuentan entre las causas principales, añadiendo que el mecanismo está diseñado para las formas productivas cercanas a los polos y, en el caso de las de Trinidad, figuran entre las más deterioradas en materia de transporte, por lo cual carecen de posibilidades objetivas para sostener esa venta.
La CCS Ramón González Coro, en la zona de Algaba, a unos 20 kilómetros de la mayor infraestructura hotelera, se encuentra entre las bases que se separaron de la venta directa, aunque tuvo un favorable comienzo, al decir de su presidente Nelson González.
“La experiencia con los hoteles fue un éxito económico para la cooperativa, vendíamos y nos pagaban a buen precio; sin embargo, no pudimos mantener ese mercado a pesar de contar con la mercancía porque carecemos de las vías para llevarla”, afirma.
“La base campesina tiene interés, es una vía de ingreso, hay productos, tienen calidad; no obstante, en las condiciones actuales se hace difícil, tampoco se asigna combustible para ese traslado. Lo otro es el tratamiento que debe dar la empresa estatal a las cooperativas que tengan contratos para el Turismo, preocuparse más por ese mecanismo”, enuncia Nelson Arboláez, presidente de la ANAP en el municipio de Trinidad.
Más que seguridad para responder a cada pedido de los hoteles trinitarios, la fórmula de la CCS Paquito Rosales descansa en la preparación interna, la organización y el interés puesto por la cooperativa y los 11 campesinos que tributan a ese destino.
Yoaxel Pérez García, presidente de la CCS, confirma que hoy están mejor preparados, con planes de siembra escalonados que descargan ajustados a la demanda hecha por el Turismo.
“Mantener el cliente es tan importante para nosotros como la ganancia del dinero; hemos dado viajes que, por la poca mercancía, nos aportaron pérdidas, pero vamos y honramos el contrato porque hay seriedad de ambas partes, lo que sí no podemos es incumplir con un pedido”, expresa Yoaxel Pérez
¿Recibe la cooperativa una asignación diferenciada de combustible?
“El combustible es un problema para esa comercialización, no asignan nada y el precio es alto; buscamos la alternativa de negociar con el productor una parte del petróleo que le toca y utilizarlo en este fin. Ha existido entendimiento y eso ha permitido sostener el mercado y ampliarlo”, expone el presidente de la CCS.
Todavía Raudel Toledo se pregunta por qué las piñas que cultiva en las empinadas cuestas que rodean la Loma del Obispo son tan dulces. Prefiere creer en la bondad de un suelo que estuvo hasta hace poco ocupado por monte y maleza; a través del Decreto-Ley 259 el Estado lo puso en sus manos.
“La piña que vendí al Turismo el año pasado me salió a 10 pesos y tenía una dulzura que dicen los chef del Trinidad del Mar que es la mejor de Cuba. La venta directa lo que lleva es seleccionar bien la mercancía y mucha frescura, pues el producto no se almacena. Aquí inducimos la floración; con madurador y urea se preña la mata, para hacerla parir cuando uno quiera” explica el joven campesino.
La cooperativa del Entronque de Guasimal busca apuntalar su estabilidad mediante la construcción de una nave de beneficio para esos productos, la búsqueda de variedades de plátano fruta con vistas a que descarguen en el 2015 y se prepara en otros surtidos como el ganado menor y las aves, aún no autorizados a vender.
“Los hoteles dejaron de ofertar el pato, el guineo, aquí los tenemos; además, ¿por qué la cooperativa tiene que venderle el carnero a la Empresa de Ganado Menor a precio de gallina enferma y luego ella lo comercializa al Turismo en divisa?”, señala Yoaxel Pérez.
COMPLEMENTAR LA OFERTA
A criterio de Reiner Rendón, delegado del Turismo en la provincia, la comercialización agrícola hacia este destino está en su mejor momento y aclara que el objetivo a lograr por esta vía es complementar la oferta, ampliar los surtidos y evitar importaciones.
“La base productiva vino a ser un complemento para lo que el Estado no puede abastecer y significa menor costo para el sector, de manera que las formas que lleguen en mejores condiciones de productos y precios se quedan y es una decisión de las empresas hoteleras contratar a las que mayor seguridad brinden”, afirma.
La demanda en temporada alta es voluminosa y los hoteles no se satisfacen con esa sola base productiva, precisa Aleinor Zerquera Concepción, directora general de la Empresa Brisas Trinidad del Mar, que integra ese hotel, Ancón y Costasur. Detalla que tienen contratos con otros proveedores como Frutas Selectas, Cítricos Ciego de Ávila y Cítricos Jagüey Grande, que ofertan renglones enlatados, granos y otros productos.
“Este mecanismo da la posibilidad de personalizar surtidos específicos, pero tiene que existir garantía de que el pedido va a entrar; ojalá se clonara la CCS Paquito Rosales”, expresa Aleinor.
“Asimilamos más renglones y en variedad, lo que hace falta es que las bases productivas creen condiciones de envase, transportación y lo más importante que necesitamos es un suministro estable el año entero, no es cuestión de abrir contratos a muchas cooperativas, el asunto es que la que está garantice el producto pedido”, dice.
Para ilustrar debilidades que impidan posicionarse mejor en este mercado, Eduardo Marín, jefe de compra en la Empresa Brisas Trinidad del Mar, refiere que no hay en la provincia una base productiva que garantice el plátano fruta con la estabilidad y variedad con que lo hace la entidad avileña La Cuba.
Al comienzo la Empresa Islazul, de Sancti Spíritus, incursionó en varios contratos; sin embargo, hoy solo opera con la CCS Alfredo Acosta; “ha sido la única que ha respondido a los pedidos, otras fueron inestables, solo tenían lo tradicional: yuca, boniato, plátano, pero el Turismo es otra cosa, lleva variedad en los surtidos. Esa cooperativa aporta poco más de la mitad de los renglones agrícolas que demanda la empresa, lo demás lo asume Frutas Selectas”, expone Alberto Ramos, director de Explotación Logística.
Aunque el 72 por ciento de los productos que consume el Turismo en la provincia son de producción nacional y dos cooperativas locales participan de forma directa en ese abastecimiento con favorables niveles de aceptación, la comercialización agrícola hacia dicho mercado puede corresponder mejor a la demanda a partir de las potencialidades que existen, sobre todo, de cara al crecimiento habitacional planificado; aunque será preciso mayor preparación y respaldo a la base productiva porque, por ejemplo, a Trinidad se arriman también productores de Cienfuegos y, en esta competencia, no cuentan los límites territoriales.
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