El evento cultural Pasado-Presente-Futuro a cargo de Alejandro López Bastida, se inscribe como un acontecimiento sin precedentes en el escenario de las artes plásticas de la tercera villa
El reciclaje en función del arte; el arte que invita a trasmutar desechos en obras con valores conceptuales y estéticos constituyó el precepto fundamental de la acción plástica desarrollada este martes en el Centro Histórico trinitario.
El artista Alejandro López Bastida resultó el responsable del ajetreo que experimentó la zona como parte de su proyecto Pasado-Presente-Futuro, que rompió con arquetipos academicistas para comprobar que, si de arte se trata, nada está escrito.
Calificado por Atner Cadalso, presidente del Consejo Municipal de las Artes Plásticas, como un evento único en la ciudad por la envergadura de su concepción misma al involucrar instituciones, edificios y espacios urbanos para colocar más de una docena de obras, la propuesta mostró, además, “una tendencia novedosa que permite reinterpretar los elementos patrimoniales, brindar al público la posibilidad de conversar con las obras fuera de un espacio especializado, lo cual amplía el espectro de lecturas que puede provocar una pieza de arte”, señaló.
De modo que una palma real que aparentemente será enviada a los jardines de la Casa Blanca, uno de los galgos de la Plaza Mayor de Trinidad envuelto en papel retráctil, como si el título de la obra —El perro se va del parque— fuera un hecho, peces que cuelgan de la Iglesia Mayor para aludir al milagro bíblico de la multiplicación de los panes y los peces, la espadaña ausente de la Ermita de la Popa a causa de un evento climatológico, reconstruida ahora a partir de materiales de desuso, entre otras propuestas, redimensionaron el perímetro colonial en un sitio sui géneris.
Mas, Alejandro no se limitó solo a ofrecer su arte, sino a involucrarse con los asistentes y remover las conciencias para contextualizar el pasado en el presente y labrar el futuro. Por eso se le vio regalando macetas de barro, piedras de ríos con peces dibujados y un sinfín de símbolos impregnados de sutiles mensajes encaminados a la preservación del territorio sureño.
En opinión de Luis Blanco Rusindo, pintor y especialista de la localidad, “los objetos artísticos ofrecen el claro mensaje de salvaguardar urgentemente lo que se pueda de una comunidad que, hasta hace poco ingenua y soñolienta, se despierta invadida por personas y hábitos cosmopolitas, no siempre para su bien”.
Durante cuatro días las creaciones permanecerán emplazadas en el área para trasladarse luego a otros lugares como la península de Ancón, según precisiones de López Bastida.
Así, lo que iniciara en la Plaza Mayor se convirtió en una especie de peregrinación que culminó en la Galería Tristá del Centro de Promoción y Eventos de la Oficina del Conservador con la apertura de la expo que da título al proyecto, en una jornada atípica, gracias a una propuesta nacida en medio de la proliferación de las malas prácticas artísticas, incluso divergentes con ideales culturales muchas veces; suceso que desde su arranque mismo escribió un capítulo trascendental en el desarrollo del arte contemporáneo de Trinidad.
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