Asegura el espirituano Wilfredo Rivadeneira, quien se ha desempeñado en ese oficio por casi tres lustros.
Para muchos, los auditores resultan esos personajes siniestros que llegan de buenas a primeras a las empresas a poner al sol todos los trapos sucios almacenados durante años, a cazar el más mínimo desliz, a detectar con una lupa hasta el desvío de un lápiz, en fin, a hacerle la vida un yogur a jefes y subordinados.
Sin embargo, Wilfredo Rivadeneira, experimentado y competente auditor espirituano, no comparte esa condena: “De negativo la auditoría no tiene nada, es un trabajo como otro, un oficio muy viejo que viene desde la antigüedad. Los que violan son quienes ven al auditor como un enemigo y no como el fiscalizador buscando que se cumpla lo que se tiene que cumplir, para eso le pagan”.
¿Por qué un licenciado en Dirección y Planificación de la Economía se decidió por un oficio tan controvertido?
Porque me gusta, es una actividad profesional muy ligada a la fiscalización del trabajo de los directivos y de lo que está establecido por las leyes y regulaciones del país. Aparte, el auditor es un entrenador para que las faltas no se repitan, no se puede ver solamente como el que va a los lugares a detectar problemas, violaciones, errores. Siempre y cuando no exista un hecho de corrupción o intereses de lucro, tenemos que trabajar en la erradicación de las causas y condiciones, eso es lo principal.
Muchos consideran que siempre andan con el látigo en la mano, ¿cuánto de látigo y cascabel implica su trabajo?
El látigo está dado por los errores que se van a fiscalizar, ya sea por desconocimiento, porque incumplen ex profeso o para apropiarse de los recursos del Estado. En cuanto al cascabel, todos los auditores que conozco, independientemente de su nivel de respeto y de ética, son gente humana, de familia, afable. Se nos ve así porque no podemos llegar a un lugar con tono dicharachero, jovial, como de relajo, sino con una forma ética. Una cosa que la Contralora General siempre dice es que recordemos que ante nosotros está un militante del Partido, de la Juventud, un revolucionario al frente de una tarea, si cometió el error de fraude tiene que pagar, pero si se trata de otro tipo de error podemos ayudarlo porque no somos diferentes, somos los mismos en distintas posiciones.
¿Qué predomina en sus auditorías: empresas con grietas o con un buen control de los recursos?
En la provincia nuestra existe un por ciento de empresas que tiene muy buen trabajo desde el punto de vista del control interno y contable, pero hay otras que llegan a estar mal y deficiente, la mayoría de ellas por la mala implementación del control interno, por despreocupación y desconocimiento del valor de esa herramienta. Según mi experiencia, hay más lugares con problemas que con buen control, todavía existen muchas dificultades.
Algunos consideran que ciertos auditores reciben sobornos, prebendas, ¿a usted han intentado comprarlo?
No me ha pasado. A veces han llegado con un almuerzo, una merienda, pero de una forma ética lo rechazo, le hecho la culpa a mi estómago o a que no tengo tiempo. No se dice que no, ni se demuestra que no quieres participar de los agasajos. Eso sucede, hay una teoría que dice: “león lleno no faja” y otros tratan de convencerte por aquello de que cuando va una visita uno trata de ponerle lo mejor. Ese riesgo está y no dudo que alguien pueda caer en él, pero no tengo un ejemplo práctico. Todo eso tiene mucho que ver con la vida que lleves, de dónde provienes y quien te entrenó, fui entrenado por gente muy cumplidora de la ética en la auditoría.
A veces ustedes detectan hechos de corrupción que implican un proceso penal, ¿en esos casos no ha sido mal mirado o amenazado?
No, no he tenido esa experiencia porque los casos que he detectado de presunto hecho delictivo, por características del sistema, el seguimiento lo ha llevado otra estructura. Hasta ahora no me han hecho un atentado. Se comentan esas cosas, en mi caso no se ha dado. Cuando he encontrado algo lo he conversado con las personas y lo he demostrado. Al auditor que comenta lo que encuentra, a la larga se le crea un problema, pero no si hace lo que dicen las normas respecto a quién se lo tiene que comunicar primero y a la ocupación de los documentos para que alguien con más experiencia confirme si está en presencia o no de un hecho de corrupción. Hay que ser discreto.
¿Y el auditor nunca se equivoca?
El auditor sí se equivoca. Siempre nos supervisan y la demostración del auditor equivocado está en los señalamientos que hace el supervisor. Por otra parte, que es lo que más nos duele, a veces recibimos un descargo del auditado que recoge su inconformidad por los señalamientos hechos, lo cual puede significar que no fuimos competentes, que quedaron lagunas. Entonces una comisión técnica nacional hace la evaluación. Esto no sucede con frecuencia, pero el auditor no es infalible. Considero que aquí hay muy buenos auditores, que están muy bien preparados. Aun así nos queda mucho por aprender, digo que el auditor es el médico de la economía porque tenemos que estar estudiando las 24 horas, el conocimiento es lo que más nos fortalece.
¿Resulta frecuente encontrar casos de corrupción en las auditorías?
Antes era frecuente. Ya hace un tiempo que no surgen desvíos espectaculares, sino de poco rango, al menos en las auditorías de nosotros, no sé por ejemplo en el caso de la Fiscalía que atiende otros sectores. Cuando se encuentran estos casos se redacta un informe especial para que se haga la investigación correspondiente.
¿Y no ha sentido miedo a la hora de realizar su trabajo?
No, y he dado mal y deficiente bastante.
¿Cómo sobrelleva su vida personal con un trabajo tan serio y ético que implica un comportamiento ajustado de la personalidad?
En lo personal soy todo lo contrario, jaranero, hago cuentos, fiestero, me gusta tomar, compartir, tengo muchos amigos, visito lugares, no tengo miedo a caminar por ningún lado. Soy serio para mi trabajo porque lo requiere, pero en lo personal no soy así.
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