El segundo objetivo de la ofensiva general del Frente de Las Villas en diciembre de 1958 fue Guayos y Cabaiguán, cuya liberación determinó el control rebelde sobre la carretera y el ferrocarril Central.
La cualidad de estratega del Comandante Ernesto Che Guevara brilló a gran altura en la preparación de la ofensiva general de las tropas rebeldes en diciembre de 1958 contra las posiciones de la tiranía batistiana en la antigua provincia de Las Villas y, sobre todo cuando, una vez liberado Fomento, sacó las debidas conclusiones y enfiló sus esfuerzos sobre Guayos y Cabaiguán, cuyo control implicaba controlar también la carretera y el ferrocarril centrales.
Como no se podía perder un momento, la noche del 20 de diciembre de 1958 las fuerzas rebeldes llegaron a Cuatro Esquinas, junto a la carretera de Santa Lucía, donde el Che hizo la distribución de las tropas por objetivos a conquistar y dio las últimas instrucciones a sus subordinados.
Casi de inmediato salieron en dos columnas, una al mando del Comandante Víctor Bordón Machado con la misión de tomar Guayos, y la otra encabezada por el propio Che Guevara, que con igual propósito se dirigió a Cabaiguán.
Sobre las 3: 30 a.m. de la madrugada del 21de diciembre llegaron los rebeldes a las inmediaciones de Guayos. Allí, un grupo se dirigió al puente de La Trinchera, sobre la Carretera Central, con la misión de cortarlo, y el otro se aproximó al cuartel desde varios puntos.
Bordón Machado, situado en una posición conveniente frente al bastión enemigo se dirigió a los sitiados para exigirles la rendición, pero le respondieron a tiros. Luego de unas dos horas de fuego continuo se les volvió a intimar para que capitulasen y se envió al cuartel a un soldado rebelde para que parlamentara con el sargento Cuevas, jefe de la guarnición.
Sobre las 6:00 a.m. el rebelde regresó a sus líneas con la noticia de la capitulación, pero el combate no había concluido, pues en los altos de la Casa Viña había un grupo de soldados que continuó la resistencia hasta las tres o las cuatro de la tarde, cuando entregaron sus armas.
LA LUCHA POR CABAIGUÁN
Sobre las cinco de la mañana del 21 de diciembre se inicia el ataque a Cabaiguán. El Che ordena que el Vaquerito con su pelotón suicida se dirijan a La Campana para reemplazar a la tropa del capitán José Ramón Silva, la que debería atacar el cuartel.
Según el combatiente Arístides Corrales, el Negro, ya en horas de la tarde los diez soldados que defendían la Estación de Microondas, en La Campana, se rinden. En ese combate mueren el teniente invasor Silverio Blanco —ascendido póstumamente a Capitán— y el compañero Carlos Simón.
Jesús Rodríguez García, conocido por Chury, rememora una faceta que retrata los sentimientos humanos de El Vaquerito: “Ya eran como las 9:00 a.m. de la noche del día 21, y cerca del cuartel, en la calle Valle entre 8va. y 9na., hay una casa de dos plantas donde se encontraban atrincherados varios guardias con una ametralladora calibre 30 que dominaba el acceso a la guarnición por esa vía e impedía el avance de nuestras fuerzas por allí.
“En medio del fuego enemigo crucé rápidamente el trecho y llegué a donde se encontraba el Vaquerito. Le dije que yo tenía unos cuantos cocteles Molotov para lanzarlos contra los soldados, pero él me advirtió que no debíamos usarlos en ese lugar porque muy cerca había casas de familia y podíamos matar o herir a civiles o quemarles sus humildes viviendas”.
Allí el Vaquerito le orienta a Chury ir a ver a Ramiro Valdés en la Comandancia, ubicada en la calle Natividad, hoy Avenida de la Libertad, para recibir órdenes. Ramiro le pide hacer contacto con las fuerzas vivas del pueblo: el cura, el abogado, el que despedía los duelos y otros individuos con influencia en la población. ¿Su tarea?, tratar de convencer a los soldados sitiados en el cuartel para que se rindieran y evitar un inútil derramamiento de sangre.
También le dijo que buscara a los familiares de los guardias, para que “los notables” les hablaran a través de un carro con altoparlante. Pasada la medianoche se concreta una tregua. Finalmente, narró Chury, fue el propio Comandante Guevara el que se dirigió al cuartel y a los pocos minutos regresó acompañado del cabo Campito, que estaba herido en una pierna, y solicitó dos camiones para que los guardias pudieran trasladarse hacia Placetas porque se habían rendido.
Resultaba del todo extraordinario que Guevara les permitiera retirarse a los soldados recién capitulados, los que, con toda probabilidad podían engrosar las fuerzas de la guarnición objeto del siguiente ataque. Pero iban sin armas y presos de una dolencia contagiosa: la desmoralización. Y el Che sabía que el factor psicológico es también un vital instrumento de guerra.
La liberación del segundo municipio en el territorio central fue un hecho trascendente que se difundió por todo el país cuando la emisora Radio Rebelde lanzó al éter la voz emocionada de Violeta Casals, con el siguiente mensaje: “¡Atención, última hora! Liberadas las ciudades de Cabaiguán y Guayos en la provincia de Las Villas. Ocupadas infinidad de armas y muchos prisioneros por las fuerzas que comanda Ernesto Che Guevara”.
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