La cosecha 2014-2015 planifica crecimiento y marca el punto de partida para la progresiva recuperación del cultivo
Celso González Marrero, un trinitario que ha pasado casi 40 años arrimado al cafetal, le tomó el pulso a la cosecha 2014-2015 desde que vio cómo se lograban todas las floraciones y les dijo a otros productores de la cooperativa Conrado Benítez: “Anoten la fecha, porque un año así no se repite mucho”.
El despertar del cultivo en esa base productiva, enclavada en la comunidad de La 22, cerca de Pitajones, descansa no solo en la benevolencia del clima. El despunte que manifiesta la producción allí y en otras partes del territorio proviene también, en buena medida, de la renovación de las matas, estrategia aplicada ya a cerca del 80 por ciento de la plantación en toda la provincia.
Las señales productivas que traza la Cooperativa de Créditos y Servicios (CCS) Conrado Benítez avalan los pronósticos fijados a la actual campaña que en términos numéricos presupone aportar a la economía nacional 144 toneladas de café oro —despulpado—, nivel que implicaría aumentar unas 40 toneladas con respecto a la recolección precedente y también definirá el punto de partida para la progresiva reanimación del cultivo.
PICO EN LA RECOLECCIÓN
Los dos meses finales del año deciden la suerte de la contienda, toda vez que concentran alrededor del 80 por ciento de la recogida del grano, razón suficiente para seguir el rastro a cada eslabón del proceso agroindustrial.
De acuerdo con Leosvaldo Cruz Duardo, especialista principal del cultivo en Sancti Spíritus, la recolección se comporta en los rangos previstos a pesar de que en los inicios los rendimientos en la variedad arábico estuvieron por debajo de lo planificado, en tanto las fuerzas del sector asumen la campaña y se concibe en determinados momentos picos la intervención de estudiantes en zonas puntuales de Fomento y Trinidad, en faenas que no contemplan el albergamiento.
El procesamiento industrial tiene a su favor que la mayor parte del beneficio recae en las tres plantas ecológicas montadas en la provincia, mientras se activó una máquina de tecnología tradicional en el centro situado en Seibabo, Trinidad, lugar donde se proyecta colocar en el 2015 el sistema ecológico.
Subraya el especialista que la tecnología ecológica redunda en la calidad del grano, disminuye considerablemente el consumo de agua y tiene su mayor impacto en reducir la contaminación al medio ambiente.
Junto a la cosecha y la preparación de la campaña de viveros para la siembra del año siguiente se trabaja en el acondicionamiento de dos campamentos en la zona de Topes de Collantes para acoger fuerzas del EJT, apunta el especialista.
“La intención es terminar el campamento de Vega Grande antes de fin de año y el de Tres Palmas en el 2015, lo cual va a representar una inyección de brazos en las mejores áreas del territorio para desarrollar el café y ya se prevé plantar allí en la próxima campaña 46 hectáreas”, precisa el directivo.
ESTRENO EN LA 23
“La planta es una joyita, nos falta algo de adiestramiento que se va adquiriendo en el día a día, pero todas las ventajas de eficiencia y funcionamiento se han comportado tal como lo previeron los fabricantes colombianos”, manifiesta Alfredo Bonachea, administrador del centro de beneficio Caracusey, en la comunidad de La 23, donde fue montada en el pasado verano una despulpadora ecológica.
A modo de ejemplificar el alcance operacional de la moderna técnica expone un ejemplo elocuente: se ha despulpado el ciento por ciento del café llegado a la industria, cuando lo previsto es el 85 por ciento en la variedad arábico y el 70 en la robusta.
Para los trabajadores del centro de beneficio la cosecha implica algo más que estrenar la tecnología ecológica, pues por primera vez enfrentan una recolección en grande de la variedad robusta, a partir de que en la zona anteriormente predominó la variedad arábico, suplantada al compás de la renovación de las plantaciones. “Procesar 15 000 latas de café robusta como está planificado no tiene precedentes en la planta”, refiere Alfredo Bonachea.
“La primera vez que arranqué la máquina me puse tenso, figúrate, algo nuevo; pero ya he ganado en confianza y todo va saliendo bien”, dice Valentín Marín, el único operador del equipo, quien es auxiliado por dos estibadores.
CAFETAL DIFERENTE
La Unidad Básica de Producción Cooperativa (UBPC) Carlos Cancio, creada hace 18 años, culminó la renovación de las 33 hectáreas dedicadas al cultivo, de las cuales 21 están en cosecha y es palpable el camino del crecimiento: en la anterior contienda aportó 700 latas de café; en esta planifica 3 500.
“Contamos con 28 trabajadores y para la recogida en cada área se apoyan en las familias, pero no buscamos fuerzas externas, los campos se ven muy bien y hay interés con la recolección”, explica Lino Lorenzo Hernández, jefe de Producción.
“La cosecha está especial, tenemos buen café robusta, que es resistente a todo, aguanta en la mata”, comenta Francisco Carballo, al frente de un área.
Muy cerca, Kenia Alfonso, la esposa, comparte las faenas de la recogida, aunque al mediodía sale a cocinar el almuerzo y luego regresa.
“Jamás me ha asustado el campo, mi padre me enseñó a trabajar; recoger café me gusta; tomarlo, solo por la mañana. Aquí el problema no es la santanica, son las hormigas bravas, que abundan más”, asevera Kenia sin detener la recogida de granos.
FINCAS ROBUSTAS
En las áreas de la CCS Conrado Benítez la transformación del cultivo estuvo acompañada del cambio de variedad, de ahí el predominio del café robusta en los horizontes productivos, una estrategia que se repite en otras zonas bajas y de la premontaña.
“Llevamos cuatro años de renovación y ahora el robusta es la variedad principal, tiene mejor rendimiento, se ajusta más a esta zona donde últimamente llueve poco, cuando madura el grano no se cae, contrario a la variedad arábico que además obligaba a movilizar muchas fuerzas para este lugar”, explica Francisco Hernández Leiva, organizador de la cooperativa.
“Cogí el área en usufructo, había un cafetal viejo y lo transformé”, expone José Guerra, uno de los campesinos que ve con buenos ojos el despertar del cultivo.
“Tenía poca experiencia, era albañil, pero he recibido capacitación y ya me defiendo bastante. En la finca hay una alta población, pero creo que si un secreto puede tener el cafetal es que el tiempo ayude. Cuando llegué a este lugar —La 22— en los años 70 del siglo pasado te puedo asegurar que donde quiera salía un manantial, hoy no corre ni un arroyo”.
Por eso a la hora de tomar el pulso a la cosecha el campesino Celso González reparó tanto en los oportunos aguaceros que mojaron este año a los cafetales de los alrededores de Pitajones. “Para mí —enuncia— hay tres factores que deciden en la recuperación cafetalera: el hombre, tener las fuerzas, es lo más importante; lo otro es el clima, y los precios de compra del café, se necesita que sean más estimulantes, eso hoy nos perjudica y repercute en que no aumente la producción”.
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