Luego de de múltiples aproximaciones al llamado Sermón del Arrepentimiento en el sitio fundacional de Sancti Spíritus, Escambray vuelve sobre el tema.
“Lo más seguro es que no hay nada seguro”, solía decir un investigador, inspirado por el afán dialéctico de conocer y del principio básico de que no existen verdades absolutas. Con no poco trabajo logramos llegar los espirituanos a dos certidumbres cardinales a los efectos de la celebración del aniversario 500 de la villa: la fecha del acto fundacional y la del lugar exacto del primer asiento del villorrio.
Lo primero, gracias a las indagaciones de los historiadores espirituanos Manuel Martínez-Moles y Segundo Marín, confirmadas más científicamente en fecha posterior por el investigador Santiago Prieto Cápiro con una hipótesis que no ha podido ser refutada y que hizo coincidir la misa y la consagración oficial de la villa con la Pascua de Pentecostés, festividad religiosa que celebra el advenimiento del Espíritu Santo y que, por ende, le dio nombre.
Lo segundo, como resultado de las investigaciones arqueológicas realizadas en distintas etapas por un grupo de especialistas del patio, del cual forman o han formado parte Félix Bismarck González, Ubaldo Lazo, Javier Sanzo, Orlando Álvarez de la Paz, Luis Olmo Jas y Reinaldo Pérez Jiménez, entre otros
Pero, ¿se puede estar igual de convencidos en torno al hecho de que no fue una misa convencional y sí en verdad el famoso Sermón del Arrepentimiento el pronunciado el 4 de junio de 1514 en ese sitio que luego se llamó de Pueblo Viejo, con motivo de la Pascua de Pentecostés, y no el 15 de agosto del propio año allí mismo o en Baracoa, en coincidencia con el Día de la Asunción, como afirman algunos? ¿Ofició Las Casas el de la villa más oriental de Cuba?
DEDUCCIONES Y DISQUISICIONES
De todos —o casi todos— es conocida la escasez casi total de documentos que arrojen luz sobre aquellos tiempos de la conquista y colonización de Cuba. Salvo una conocida Carta de Relación al Rey, no los dejó Diego Velázquez, el más indicado para hacerlo en su condición de autoridad nombrada a tales efectos por los soberanos de España. Por tanto, solo queda como alternativa una referencia —muy socorrida— sobre el tema; la del padre Fray Bartolomé de Las Casas en su Historia de las Indias, donde escribe:
“(…) y porque Diego Velázquez con la gente española que traía, se partió del Puerto de Xagua para hacer asentar una villa de españoles en la provincia donde se pobló la que se llamó de Sancti Spíritus, y no había en toda la isla ni clérigo ni fraile, después de en el pueblo de Baracoa donde tenía uno, sino el dicho Bartolomé de Las Casas, llegándose la Pascua de Pentecostés, acordó dejar su casa que tenía en el río Arimao, la penúltima luenga, una legua de Xagua, donde hacía sus haciendas, e ir a decirles misa y predicarles aquella Pascua”.
De esta narración en tercera persona, la doctora Hortensia Pichardo —ya desaparecida— colige en su libro La fundación de las primeras villas de la isla de Cuba, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1986, que “entre los meses de abril y mayo, más bien en este último, debió quedar fundada por el propio conquistador la villa de Sancti Spíritus”. Y añade que no pudo ser antes porque Velázquez no hubiera dejado de consignarlo en la carta que envió al monarca español con fecha del primero de abril de 1514.
Es decir, se presume con casi total seguridad que las primeras casas del villorrio se levantaron en esos meses y en ese año, pero exploraciones arqueológicas más recientes probaron la existencia previa, casi en el mismo sitio, de una aldea india del cacicazgo de Magón, lo que permite deducir que los primeros colonos hispanos allí arribados también pudieron apropiarse de algunas edificaciones indígenas del citado caserío, como hicieron costumbre.
HUMANISMO CONTRA BARBARIE
Historiadores nuestros como Pérez Luna, la citada Hortensia Pichardo y otros atribuyen prácticamente a la casualidad que el padre dominico haya encontrado en la Biblia el pasaje del eclesiástico, de donde sacó los planteamientos fundamentales del famoso sermón que luego pronunciaría en la villa del Espíritu Santo.
Y esos planteamientos fueron frases contundentes y tajantes: “Quien quita el pang con el sudor es como el que mata a su prójimo”; “la vida de los pobres es el pan que necesitan; aquel que lo defrauda es hombre sanguinario; “al que a Dios ofrece sacrificios tomados de la hacienda de los pobres, es como el que degüella a un hijo delante de su padre…”.
No obstante, todo hace pensar que, partiendo del conocimiento pleno de la Biblia que exhibían los exponentes oficiales de la fe católica, Las Casas fue a ese texto religioso con toda intención en busca del capítulo que mejor expresaba su propia convicción acerca del maltrato cruel a la raza indígena en la isla de Cuba, a la que había llegado —encomendero él mismo— viendo cómo otros colonizadores martirizaban y explotaban despiadadamente en minas y haciendas a aquellos seres nobilísimos.
Luego, se deriva la deducción de que, a poco de la fundación de la Trinidad, es casi obvio que la principal autoridad española en Cuba, Diego Velázquez, presente en la zona, le haya comunicado a Fray Bartolomé su intención de asistir a un nuevo asentamiento más hacia el centro de la isla con motivo de la Pascua de Pentecostés, y él, único sacerdote al menos en esta parte de la ínsula, tenía la casi obligación de estar allí.
Pero si historiadores como Pérez Luna, y luego Manuel Martínez-Moles y Segundo Marín, entre otros, dan como hecho cierto o casi seguro el de la pronunciación por Las Casas del célebre Sermón del Arrepentimiento en la fecha del 4 de junio en Sancti Spíritus, están muy lejos de probarlo, sobre todo al ser posteriormente valoradas evidencias que curiosamente ellos no tuvieron en cuenta.
IRRUMPE UN FACTOR NUEVO
Decía el acreditado escritor estadounidense Edgar Allan Poe que la mejor forma de ocultar las cosas es ponerlas a la vista. A la vista ha estado a lo largo de 500 años lo expuesto por el padre Las Casas en su Historia de las Indias, pero evidentemente los historiadores citados se limitaron en sus análisis al fragmento arriba incluido y no continuaron leyendo lo escrito por el clérigo, porque al parecer no tenían su obra delante, y lo glosaron parcialmente tomado de otros autores, ya que, insólitamente, lo pasaron por alto.
Tamaña omisión histórica la descubrió el estudioso Javier Sanzo Rodríguez en la investigación que realizó para su libro —-en formato digital— Sancti Spíritus, 1514. La historia perdida de Pueblo Viejo, donde, a partir de los párrafos siguientes al que los historiadores mencionan, encuentra la clave del enigma al lugar y la fecha del notorio Sermón del Arrepentimiento.
Expresó Las Casas en el fragmento que sigue al antes citado, refiriéndose a sí mismo, pero en tercera persona, una narración que sirvió a Sanzo de sostén para su hipótesis, y que continúa así: (…) El cual, estudiando los sermones que les predicó la Pascua, ó otros por aquel tiempo, comenzó a considerar (…) la miseria y servidumbre que padecían aquellas gentes (…)
Esta ilación de ideas y acontecimientos —cuya extensión hace imposible reproducir aquí— demuestra que, cuando el cura escribe esto, ya aconteció la Pascua de Pentecostés y que allí pronunció un sermón distinto al del Arrepentimiento. Mas adelante, el relato de De las Casas ofrece la pista que faltaba, al expresar:
(…) Publicóse aqueste secreto, de esta manera: que predicando el dicho clérigo, día de la Asunción de Nuestra Señora, en aquel lugar donde se dijo que estaba, (…) y “aquel lugar”, según lo dejado entrever en el propio fragmento no era otro que el del Santo Espirito y la fecha no podía ser otra que la del 15 de agosto porque todo indica que él se mantuvo por más de dos meses en la zona.
¿SANCTI SPÍRITUS, BARACOA O AMBAS?
Queda entonces aclarado que el famoso Sermón del Arrepentimiento fue pronunciado en el asiento primitivo de la villa espirituana el 15 de agosto de 1514, pero, entonces: ¿quién pronuncio otro de contenido similar en la oriental localidad de Baracoa, ya que no pudo ser Las Casas? ¿Hubo otro acaso?
Martínez-Moles, por ejemplo, parte de lo planteado por el propio cura Bartolomé acerca de que en Baracoa había otro clérigo y por lo tanto no era necesaria la presencia del sacerdote-cronista en aquella villa más oriental de Cuba, y aduce que esa hipótesis la sustentan también los investigadores Espasa y Vidal Morales.
Sin embargo, alega Marín, existe una interpretación contraria de José Manuel Quintana en sus Obras Completas, editadas en Madrid en 1852, en las que se concede a Nuestra Señora de la Asunción de Baracoa la seguridad de haber escuchado el famoso sermón, e insinúa —casi asegura— que por el padre Las Casas.
Pero Marín y Pichardo y Martínez-Moles e incluso el excelso Emilio Roig de Leuchsenring —“Las luchas libertadoras de los indocubanos”, revista Carteles, números 16 y 17 de 25 de agosto y primero de septiembre de 1946— hierran en la fecha, porque confunden la del 4 de junio de 1514, definida como la de la fundación en ocasión de la Pascua de Pentecostés, con la del 15 de agosto del propio año, cuando se celebraba el día de la Asunción de Nuestra Señora, santa titular venerada en el pueblo de Baracoa.
Llegados a este punto, solo queda inclinarse ante Segundo Marín por su aporte incuestionable a la historiografía espirituana, y a la vez refutar con dolor por su ausencia, la hipótesis de que pudo haber dos sermones, uno en Sancti Spíritus en Pentecostés y otro en Baracoa con motivo del día de la santa patrona de esa villa.
Porque aunque Fray Bartolomé era un hombre de Dios, como lo demostró con su vertical posición humanista en defensa de los primitivos habitantes de Cuba, no poseía el don de la ubicuidad; de ahí que: o en Baracoa había otro cura, o nunca se pronunció allí un otro Sermón del Arrepentimiento.
Escambray se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social, así como los que no guarden relación con el tema en cuestión.