Trinidad pierde a uno de sus hijos más ilustres, el trovador Pedrito González, fundador del dúo Escambray.Puede que si se menciona el nombre de Pedro Dámaso González Lozano —así, con un acento tan oficial— aparezca la imagen de un hombre distante, rodeado de premios y reconocimientos; uno más entre la multitud de los consagrados.
Mas, si se menciona el nombre de Pedrito González, el trovador —así, con ese cálido tono de cercanía y familiaridad— germina indemne la figura de un hombre con espíritu bohemio que caminaba en medio de la noche por calles empedradas hasta una esquina para desenfundar su guitarra y cantar con frenesí un bolero o un son. Cuando se dibuja ese paisaje Trinidad llora, porque sabe que perdió a un hijo.
El corazón le jugó una mala pasada y a sus 58 años se empecinó en dejar de latir para que Pedrito cruzara el umbral donde habitan los espíritus que protegen la villa.
Tal vez ahora mismo Pedrito esté repasando su existencia: desde el día en que su padre trasmutó el patio hogareño en la primera Casa de la Trova de Trinidad, pasando por el momento en que se aventuró con José Ferrer a dar vida al Dúo Escambray y con él inscribirse entre los fundadores del Movimiento de la Nueva Trova, hasta verse en la primera Semana de la Cultura, en 1974, estrenando el tema Cerca del mar y del monte, de Ferrer; esa suerte de himno a la ciudad, entonado desde entonces y hasta el fin de los tiempos. Yo me pregunto si en ese arsenal de memorias él se acordará del día en que mi vocecita infantil se unió a la suya para interpretar, precisamente, esa canción.
A partir de ahora cada trinitario construirá su propio Pedrito. La mayoría lo perpetuará en el escenario, dejándose la piel. Sus colegas lo invocarán cuando necesiten una nota en el pentagrama y les urja un consejo de un avezado en la música. Las amas de casa echarán en falta su voz en Trovadores siempre, un programa radial que mantuvo a flote durante años para contribuir a la preservación del acervo trovadoresco del país.
Sus vecinos creerán verlo en el barrio en compañía de su hija, ajetreado en faenas hogareñas con su esposa, o caminando la calle Jesús María hasta llegar a Polvo Rojo para visitar a su madre. Algunos brindarán por él mientras rasgan las cuerdas de una guitarra y calientan la voz con un trago, como hacía Pedrito en aquellas extintas serenatas nocturnas. Y la ciudad entera lo recordará para siempre.
Cuesta creer que partiera sin cumplir el sueño de musicalizar algunos versos sencillos de Martí; que dejara letras y melodías pendientes.
La trova cubana aún viste de luto. Todavía hay voces apagadas e instrumentos en silencio. Mientras, su guitarra llora en el rincón de la casa.
Desde un sitio desconocido Pedrito continúa cantándole a Trinidad y a los trinitarios, apostando por la trova. Desconozco la localización exacta de ese paraje místico, pero de algo estoy seguro: está cerca del mar y del monte, habitado por almas que también velan por la salvaguarda del patrimonio y hacen que Pedrito no sienta soledad.
Gracias Carli, por tus dos reportajes realizados tras la muerte de alquien tan grande, no solo para nosotros los trinitarios, sino para Cuba, y, por qué no, para el mundo. En verdad ha sido una gran pérdida. A ti, desearte todo lo bueno del mundo en tu vida personal y profesional. Mis Bendiciones
Que gran perdida para nuestra cultura Trinitaria, Espirituana y Nacional, Trinidad lo llora y lo siente por su partida, era un gran ser humano y un gran trovador. Nos queda el consuelo de que su legado y siempre lo recordaremos junto a Ferrer y su dúo Escambray, atado a su Trinidad a la que quiso tanto y a la que siempre le cantó , por eso estoy seguro que cerca del mar y del monte en esa trinidad vivirá por siempre Pedrito.