Este 5 de octubre se cumplieron cinco años de la muerte de Armando Acosta, quien prestó disímiles servicios a la patria hasta el mismo día en que la muerte lo sorprendió con su agenda todavía cargada de motivaciones
Para disimular su pinta de comunista que en aquellos tiempos era poco menos que una mala palabra, el luchador revolucionario Armando Acosta Cordero (1920-2009) apenas puso sus pies en la Sierra Maestra comenzó a llamarse Erasmo Rodríguez, un alias que le había inspirado su abuela Erasma y que el combatiente espirituano le sugirió personalmente al Comandante Ernesto Guevara.
Antes de ser Erasmo, Armando había soliviantado las sitierías de la antigua provincia de Las Villas con una currículum que incluyó militancia en el Partido Comunista desde los 17 años, adoctrinamiento sindical junto a su compañero de lucha Jesús Menéndez, enfrentamiento resuelto a los últimos cuatro gobiernos y encarcelamiento en 42 oportunidades, un catálogo que como el acostumbraba a decir “no sería record, pero sí un buen average”.
La Sierra fue entonces un bálsamo para el luchador, quien no tardó en alistarse como uno de los integrantes de la Columna 8 Ciro Redondo que enseguida lo trajo de regreso a Las Villas, pero ahora con traje verde olivo y barba hasta el pecho, ya consentido como un veterano en medio de aquella tropa de muchachos.
“Avanza, y lleva la guerra a todos los lugares donde alcances. Implanta allí las leyes revolucionarias. No te detengas tú; si puedes, que sea el enemigo quien lo haga”, le ordenó el Che tras su nombramiento al frente de un pelotón en los espinosos días del Escambray, convencido de la fidelidad de Armando y de su arraigo en la zona de operaciones.
Hasta las puertas de Sancti Spíritus llegó el Capitán Erasmo Rodríguez con un puñado de hombres para enfrentar una guarnición de 400 soldados bien armados y defendidos además por la aviación. “Le tiras unos tiritos al cuartel y luego te retiras”, le había dicho su jefe que por aquellos días sólo necesitaba una incursión exploratoria.
En Sancti Spíritus se corrió el rumor de que el Che y Camilo, acompañados de un personaje llamado Juana de Arcos, que quería vengar a su familia asesinada por la dictadura, venían a tomar la ciudad. “Lo que pasó realmente fue que todo el pueblo se convirtió en soldado”, explicaría tiempo después el promotor de aquella insurrección que terminó con la huída de la soldadesca el 23 de diciembre de 1958.
Con tal apuesta libertaria Armando ganó un premio al que no había aspirado: el Che le dijo mientras recorría las calles recién liberadas de la ciudad que se había ganado la estrella de Comandante, un anuncio que alcanzó a creer sólo varios días después cuando en su despacho de La Cabaña el argentino lo mandó a buscar, lo miró fijo y le preguntó por qué aún llevaba los grados de capitán.
Jefe de las Fuerzas tácticas del centro y del contingente que construyó la Ciudad Escolar en el Caney de Las Mercedes, secretario del Partido en la antigua Provincia de Oriente, fundador del Comité Central y de la Asamblea Nacional del Poder Popular, miembro del Consejo de Estado y coordinador nacional de los Comités de Defensa de la Revolución fueron algunos de los servicios que Armando le prestó a la Patria, una suerte de sacerdocio ininterrumpido que ejercitó hasta el 5 de octubre de 2009, cuando la muerte lo sorprendió todavía con su agenda cargada de motivaciones.
Asi era nuestro Erasmo Rodriguez ,nuestro querido Armando Acosta Cordero un revolucionario de verdad