De regreso a Sancti Spíritus, los Cepeda retratan cada anécdota con la precisión milimétrica a que los sometió su estancia en Japón para construir el hogar de Frederich Cepeda
En un país donde desde tomar agua hasta manejar pende de la tecnología, cuatro guajiros espirituanos se las ingeniaron para vivir una experiencia inolvidable.
Pudieron ser los enredos en el metro, los tropezones en la escalera eléctrica, la comida con palitos o el disfrute del show en el Tokio Dome. De regreso a Sancti Spíritus, los Cepeda retratan cada anécdota con la precisión milimétrica a que los sometió su estancia en Japón para construir el hogar de Frederich Cepeda Cruz a kilómetros de distancia.
Pablo y Caridad les sacaron el kilo a los 21 días que estuvieron junto a su hijo, luego de que hasta una huelga de pilotos parisinos les pusiera el viaje en jaque.
“Uno siempre está atora’o —respira Pablo— porque todo es electrónico; al metro tienes que ir con un buen guía. Fue una experiencia muy hermosa, nos asombramos por la educación, la creatividad que reina en ese país. No aprendí a comer con palitos, eso es cuento, usted va a los restaurantes y le sirven como lo pida, comí con cuchara y tenedor y a través de señales uno va comprendiendo y logra salir de los problemas”.
Para quien puso en manos de Frederich un bate y una pelota casi desde el vientre, resultó un trance difícil ver los toros desde la barrera, mucho más cuando su hijo vivía una situación difícil.
“Él fue a las Menores para recuperarse, primero tuvo una lesión en el hombro y luego calcificación en el codo. No creo que el pitcheo haya sido un problema para él, aunque saben lanzar en la zona y tienen hasta cinco lanzamientos, lo que sucedió es que llegó directo a las Mayores, como ya se ha dicho, y empezó bien, pero luego lo pusieron de emergente y es un pelotero que tiene que jugar, nunca había cumplido ese rol donde el sistema de bateo es otro.
“Todos los japoneses tienen oficio, su reglamentación es muy estricta y hay que cumplir lo que se proponen; para un robo, un toque, tienen varias señas, si haces otra cosa diferente a lo que te exigen, lleva su multa.
“Yo realmente no pude ver los entrenamientos en las mayores porque no dejan pasar al estadio a personal ajeno, pero supe que entrenan más de seis horas y después se juega. El de Frederich es un equipo insignia y todos son estrellas, incluso algunos extranjeros que están mejor que él están sentados, como José López, que tenía 13 jonrones. Los nipones son muy nacionalistas, el mánager tiene su concepto sobre eso y el atleta debe obedecer.
“Vi muchos juegos por televisión, no fui tanto al estadio, pues me tenía que quedar solo y por el idioma me era difícil; lo único que aprendí fue a bajar la cabeza varias veces”.
Del bullicio de Olivos II, Caridad Cruz viajó por casi 30 horas y encaró el miedo a volar por primera vez para abrazar a su “niño”, luego de la lejanía geográfica, pero cercanía maternal.
“Fue un encuentro muy feliz, hacía cinco meses que no podía darle un beso, un abrazo. Llegamos en un momento difícil para él y me sentía mal, sé que no le gusta estar así, pero hacía un esfuerzo para que no se diera cuenta de que uno estaba sufriendo también. A veces él se iba y no nos habíamos levantado, ya por la tarde cuando terminaba los entrenamientos, entonces compartíamos juntos.
“Todos los días salíamos a pasear, es un país fantástico, a pesar de no conocer el idioma, todos trataban de comunicarse con nosotros, de explicarnos”.
Por tres meses Damaris Echemendía y su hijo Frederich Junior, acompañaron también la “aventura” del primer pelotero cubano en activo en vestir uniforme profesional en Japón.
“Fue todo muy emocionante, al niño le impactó ver el cuarto lleno de peluches porque cada uno era el regalo por un jonrón, incluso pudimos ver uno y disfrutar cómo la gente nos identificaba en un estadio tan repleto y disfrutamos el nombre de Cepeda en los carteles de la instalación.
“Es un espectáculo completo, el estadio siempre está lleno, todos visten con el color del equipo que siguen. Por ejemplo, en el Tokio Dome visten de anaranjado, las mujeres van de tacones, con su ropa de lujo, pero encima llevan su pulóver, por eso te digo que es un show que disfrutas solo con estar allí.
“No hay críticas, ni rechiflas, aunque falle, cada bateador cuando viene al home tiene su identificación con una música, es increíble. Toman cerveza todo el tiempo o whisky, y todo el mundo está gritando, apoyando a su equipo. Cada vez que se marchan del estadio por un túnel, los fanáticos esperan la salida de los taxis y por todo el recorrido les dicen adiós; es un fanatismo grande, pero que ayuda al pelotero”.
A Damaris le tocaron días difíciles tras el abrazo inicial. Desde la pesadumbre del esposo por no jugar hasta aquel temblor que hizo vibrar hasta los dientes en un piso 23. Menos mal el alivio por las travesuras del niño Frederich.
“Para mí fue como si fuera Cuba, pero con gran desarrollo. Me causó mucho que no hay ninguna violencia; salíamos hasta tarde en la noche y las calles estaban llenas. Los niños van a la escuela solos, aunque sí son como muy resecos, pero tienen mucho respeto, mucha educación.
Japón ahora cabe en una foto, una postal, un video, un recuerdo. Frederich Cepeda Cruz vive los últimos compases en la Liga Profesional japonesa cuando los Gigantes de Yomiuri transitan por los play off. En unos días regresa. Mas, ya entre el Caribe y el Pacífico parecen haberse tendido lazos que unieron los muros del Huelga y el Tokio Dome.
Muy buen trabajo, suelto, «sabroso» para leerlo, Elsa. Me alegro por nosotros, los que te leemos, y por ti.
Fuerza Cepe. Tu sigues siendo el más grande y modesto gallo de toda la historia.
Esperemos que regrese con bríos para si los gallos clasifican les de un buen impulso.
Sin demeritar la actuación de Yuliesky y Despaigne, con los cuales simpatizo mucho y que hicieron una labor muy buena en ambos casos, aunque sus equipos no clasificaran, pienso que a Cepeda le tocó jugar en el mejor equipo de beisbol de Japón, donde están los mejores peloteros de ese país y donde es muy difícil ganarse un puesto de regular. También lo persiguieron algunas lesiones. Cuando tienes un mal momento te sientan pues hay muchas estrellas y de emergente no es fácil recuperarse. Estoy satisfecho con su actuación. En las menores, que no son tan menores ,tuvo excelentes números.
Saludos desde Angola.