La extensión de los GPS solo tiene un norte: decapitar el derroche y las ilegalidades. Por ello, resulta contradictorio que un sistema aplicado con tal propósito no funcione con la precisión de un reloj.
Quienes lucran con el combustible en el mercado negro sancionarían a cadena perpetua, cuando menos, a los creadores de ese “inventico” célebre conocido por GPS (Global Positioning System), que le pone la piel de cordero a los choferes que gustan de “meter cabeza” en la carretera.
Hace seis años, la era de los GPS llegó a Sancti Spíritus con el montaje de ese sistema en los carro-cisternas de Transcupet, entidad localizada en Cabaiguán. El tiempo puede parecer breve o extenso, pero lo que sí pocos cuestionarían sería cuánto ha significado su aplicación en ahorro de combustible.
De esa fecha hasta hoy, el Grupo Provincial de Control de Flota refiere la economía de más de 2 444 200 litros de diésel, gracias al montaje de dicha tecnología, extendida hoy a 12 bases de transporte —11 terrestres y una marítima—.
Casi al cerrar estas líneas, se conoció otra buena nueva: el término de la instalación de estos dispositivos en casi una veintena de pipas abastecedoras de combustible, pertenecientes a la Empresa Azucarera, la Agricultura y a la Construcción, proceso iniciado en enero de este año.
En tiempos en que el país cuenta sus desembolsos centavo a centavo, ninguna inversión se emprende por moda o mero entusiasmo. En mayo del 2013, en una de las sesiones del Consejo de Ministros que puso lupa a las irregularidades y manifestaciones delictivas en la comercialización de combustible, Adel Yzquierdo Rodríguez, ministro de Economía y Planificación, aseguraba que la alta demanda y las ganancias que genera el tráfico ilícito de este producto provoca el asedio permanente a los trabajadores del sector por parte de personas inescrupulosas que luego lo venden a precios por debajo de los oficiales.
En el contexto del citado análisis se anunciaron, entre otras medidas, el fortalecimiento y la extensión del programa de GPS, dispositivo instalado ya en más de 410 equipos —camiones, ómnibus y barcos— en la provincia.
¿En qué consiste un GPS?, algunos podrían preguntarse. Se trata de un mecanismo que se coloca en transportes terrestres, marítimos o aéreos, armamentos, incluso, en personas, que determina la ubicación del que lo porta, a cuál velocidad se mueve y a qué hora del día, no importa el lugar del mundo. La información que brinda esta tecnología puede ser on line, es decir, en tiempo real, o diferida (queda almacena en el equipo).
Como caído del cielo estiman el funcionamiento de la tecnología en la Unidad Empresarial Base de carga de Cabaiguán, donde se han ahorrado casi 63 170 litros de diésel desde su instalación a mediados de febrero del pasado año hasta el cierre de marzo, según Mario Cancio López, director de la entidad.
Pero, en esa unidad no muchos recibieron con fuegos artificiales el arribo de los GPS. “Algunos choferes, sobre todo, hicieron una resistencia pasiva al sistema”, alega Cancio López. Antes, el promedio diario por carro era de un viaje; hoy la cifra asciende a 2,5, y al concluir cada jornada se analiza el itinerario y el cosumo equipo por equipo.
Sin embargo, a juicio de Jorge Luis Rodríguez Ojito, jefe del Grupo Provincial de Control de Flota, no todas las administraciones de las entidades valoran adecuadamente la información que ofrecen estos dispositivos (ruta, consumo de combustible, tiempo de estadía…) como herramienta para un empleo más eficiente del parque de transporte; en tal sentido, el funcionario puso como ejemplo negativo la Empresa de Productos Lácteos Río Zaza.
Para dejar a un lado las especulaciones, las evidencias están sobre la mesa: de los cuatro controles que recibió esa entidad espirituana del 2013 a enero último, en los dos primeros obtuvo la evaluación de Bien; pero en los siguientes alcanzó la de Regular y Mal, en ese orden.
Este último resultado no cayó del cielo. En opinión de Kiomar Cardona Fonseca, especialista del mencionado grupo provincial, tres razones lo justifican: deficiencias en la conciliación de combustible, la no utilización del sistema para prevenir la comisión de hechos delictivos o esclarecer estos e insuficiencias en la supervisión.
Al parecer, las aguas han ido tomando su nivel después de enero con el fortalecimiento de la dirección del Grupo del Sistema de Gestión y Control de Flota en esa empresa, donde los dispositivos se encuentran montados en 60 carros destinados, en lo esencial, al acopio y distribución de la leche fluida y a la repartición de otros productos lácteos.
A pesar de determinadas carencias que limitan el estado técnico de los vehículos en esa entidad, el día a día ha confirmado que el funcionamiento adecuado del sistema de los GPS en su conjunto depende, igualmente, de la gestión y la capacidad organizativa de quienes lo operan.
Un plan de acciones ha derivado allí en una reducción de las desconexiones del dispositivo acoplado a los vehículos, en un desempeño más cohesionado de los técnicos encargados de atender el sistema y en mayor control de la entrada y salida de los carros, según Ormaris de la Cruz Pérez, quien está al frente de ese grupo desde enero pasado.
Este año otras entidades se sumarán a la aplicación de dicha tecnología, cuya introducción exige el cumplimiento de una serie de requisitos y de condiciones logísticas para implementarla. Sin embargo, no en todos los lugares este empeño ha sido asumido con celeridad, como ha ocurrido, lamentablemente, en la Unidad Empresarial de Base Aseguramiento, de la Avicultura, al decir de Rodríguez Ojito.
La extensión de los GPS solo tiene un norte: decapitar el derroche y las ilegalidades. Por ello, resulta contradictorio que un sistema aplicado con tal propósito no funcione con la precisión de un reloj, por cierto, no suizo; uno estadounidense ya lo aventaja.
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