Cuando el pasado año, Haila Brunet llegó y arrasó en los Juegos Escolares Nacionales con ocho medallas de oro en el patinaje, parecía que implantaba una marca irrepetible.
Luego de unos meses de ser seleccionada como una de las atletas más destacadas de ese evento en todo el país, la quinceañera de la barriada de Colón, en la capital espirituana, convirtió el suceso en apenas un referente cuando no solo igualó ese resultado en la versión de este año, sino que ganó otras cuatro medallas entre los juveniles (dos de oro y dos de plata), solo unos días después de destrozar entre mayores la primacía nacional de los 300 metros contra reloj durante el torneo selectivo que tuvo por sede a Cienfuegos.
Todo ello lo consiguió pese a una lesión que hizo a muchos pensar que no podría con tanto. Lo cuenta además con la misma naturalidad con que domina los patines, sobre los cuales anda con una destreza que asombra.
“No me preparé bien porque tenía una lesión en el pie, pero hice lo mejor posible para participar, si hubiera estado mejor hubiera hecho un mejor tiempo porque había atletas mayores, incluso de México y eso me ayudaba.
“Para el récord solo hice lo que mi entrenador me dijo: que tratara de hacer la curva bien pegadita al borde interno y trabajara duro en la recta”.
Al parecer lo de Haila es “acumulativo”. Según uno de los técnicos espirituanos del deporte, lo principal en ella es la excelente preparación que realiza y la disciplina, pues tácticamente siempre va con el entrenador que tiene delante y pregunta cómo se va a correr en cada evento.
Ahora entre tantas medallas, Haila fija sus recuerdos en el instante en que los patines pasaron a ser un juego del día para convertirse en razón de ser.
“A los ocho años mi papá me llevaba al parque porque era donde antiguamente se entrenaba el patinaje, iba todas las tardes por diversión, al principio siempre da miedo, lo primero es aprender a dar pasos para tener equilibrio y fortalecer los tobillos, pero una vez que te subes a los patines, te acostumbras.
“Después me gustó mucho, empecé a mejorar y los profesores se interesaron por mí. Ya en quinto grado comencé en la EIDE Lino Salabarría y en mi primera competencia obtuve oro en los pioneriles nacionales”.
Para arrasar con tantas medallas, Haila debe dominar distancias tan dispares como los 300 metros y los 10 000. Más allá de las preferencias, la bella muchacha pone a todas el mismo empeño.
Tanto talento tuvo su premio en septiembre pasado cuando fue llamada a las filas de la preselección nacional.
“Allá el entrenamiento es mucho más fuerte, están las mejores del país, pero estoy acostumbrada, y me he habituado a competir con las grandes. Tengo también un adelanto porque acá en Sancti Spíritus el patinódromo cuenta con excelentes condiciones y ahí fue donde prácticamente me formé.
“Me estoy esforzando mucho para ver si puedo ir a los Juegos Centroamericanos este año, sé que si me empeño y lo deciden, puedo hacer un buen papel”.
Su candidez de adolescente disimula muy bien la fuerza de sus piernas y la entereza de su carácter. Más que correr, parece volar sobre patines y a ratos parece que la pista es poca cosa para su energía. En los derredores del patinódromo sus padres la acompañan en cada carrera y le dan la fuerza cuando las piernas intentan desfallecer.
Para quienes no tenemos el valor de subirnos a esos “aparatos”, mejor es voltear la vista para evadir el susto por una posible caída entre tantos patines juntos.
“¿Caídas? Me he dado muchas y fuertes, pero nunca me dio por irme. Ni me dará”.
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