La versión XXII de los Juegos Centroamericanos y del Caribe ha traído para Sancti Spíritus dos historias singulares, escritas con aroma de mujer.
Sus nombres, que hace rato tienen visos de leyenda en el deporte cubano, brillaron con luz propia en suelo mexicano: Eglys de la Cruz Farfán y Yumari González Valdivieso.
La primera es ya no solo la espirituana con más medallas en esta lid, sino que con las más recientes acaba de convertirse en la deportista de esta tierra con mayor número de preseas (12) y títulos (7) en estas citas.
Al historial de cinco títulos (tres en Maracaibo y dos en Cartagena de Indias), la única tiradora cubana en archivar una medalla olímpica (bronce en Beijing 2008) sumó dos preseas doradas en sus dos competiciones individuales por excelencia (el fusil neumático a 10 metros y el fusil 3×20 a 50 metros), una plata en la modalidad de tendido y bronce en el por equipos a 10 metros.
Con su desempeño desbancó a una leyenda del deporte local: el también tirador Jorge Félix Ríos, quien acumula 10 medallas, según el libro Los juegos regionales más antiguos , de Enrique Montesinos.
Por si fuera poco, la espirituana se inscribe en el selecto grupo de los deportistas del área que más títulos exhibe en la historia de los juegos múltiples más antiguos del planeta.
Porque parece tener la capac dad del vino, Eglys de la Cruz está por escribir aún historias mayús-culas, pues desde temprano ya tiene los boletos reservados para los Panamericanos del 2015 y la Olimpiada del 2016.
La otra rúbrica histórica llegó de las piernas de quien volvió a pedalear como la colegiala que hace más de 20 años se subió en una bicicleta en los montes cabaiguanenses para conquistar el mundo.
En el rapidísimo velódromo de Xalapa, Yumari González Valdivieso jalonó un oro histórico para Cuba y para ella. Al lado de dos benjamines del ciclismo antillano y otra que ya entra en la ruleta de los 30, Yumari no hizo caso a sus 35 años y contra el viento y el público, la cabaiguanense pedaleó con las piernas y el alma para guiar la cuar-teta de la persecución femenina a un récord del área.
Es esta su tercera presencia en centrocaribes con igual número de títulos y su sexta presea desde que abrió la senda del triunfo en Maracaibo 1998. Lo hizo en un ciclo que interrumpió dos veces por largos períodos, primero para tener a su hijo Alex, luego de vacaciones hasta que volvió a inicios de este año, cuando enseñó sus inten-ciones de buscar su otra medalla centroamericana.
Si ambas mujeres no tienen una cosecha más enjundiosa es porque sus años de plenitud han coincidido con las ausencias de Cuba a las citas de 2002 y 2010.
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