“Esto es el acabose”, rumió Aurora Valdivia frente a la retroexcavadora gigantesca, esa especie de animal mecánico que a finales del pasado febrero comenzó a levantar el pavimento del parque Serafín Sánchez, a remover las raíces de los árboles, a no dejar piedra sobre piedra y, por ende, a suscitar las más disímiles reacciones en un pueblo acostumbrado al consenso.
Sancti Spíritus: cinco siglos de ciudad (+fotos)
Sancti Spíritus cambia su imagen rumbo al medio milenio
La remodelación del parque Serafín Sánchez, sin embargo, no solo constituye la obra más ambiciosa del programa constructivo concebido para homenajear el medio milenio de la villa el próximo 4 de junio; sino, sobre todo, una suerte de zarandeo que ha sacado a los lugareños del letargo al que ya parecían habituados.
“La idiosincrasia actual del espirituano es el resultado de estos 500 años de historia, de los acontecimientos que marcaron su devenir y, fundamentalmente, de la actividad económica que predominó en la región: la ganadería”, ha comentado en más de una ocasión María Antonieta Jiménez Margolles, historiadora de la ciudad, para justificar la aparente abulia de por estos predios.
Con su opinión coincide Juan Eduardo Bernal Echemendía, presidente de la Sociedad Cultural José Martí en la provincia y estudioso de la identidad yayabera; en parte por su quehacer como promotor cultural, en parte por provenir de una familia íntimamente vinculada al origen de la trova tradicional del terruño.
“Las formas de producción ganaderas marcaron el ulterior desarrollo de las artes espirituanas, pródigas en géneros musicales cantables pero no en manifestaciones teatrales ni danzarias —sostiene Bernal Echemendía—; este fenómeno también explica la pervivencia del legado campesino hasta en las más contemporáneas expresiones de la cultura”.
De ahí que algunos hayan tildado de rural a una ciudad que se convirtió en capital de provincia a raíz de la división político-administrativa de 1976 y que, no obstante, aún depende en alguna medida de la vecina Santa Clara, núcleo urbano que se niega, solapadamente, a perder la supremacía jurisdiccional del centro de Cuba.
Todo ello, traducido al argot popular, significa que la llamada cuarta villa en ocasiones puede llegar a ser tradicional y conservadora, dos calificativos que los hijos de esta tierra asumen con cierta dosis de resignación. “Es la marca del espirituano: no pensar en grande”, confiesa la propia Aurora Valdivia mientras desgrana el rosario de tradiciones a punto de desaparecer.
Entre ellas, la celebración de más largo aliento por estos lares: el Santiago Espirituano, una especie de carnaval peculiarísimo que no se parece a ningún otro de la isla y que, a fuerza de restricciones en el presupuesto y escasez de miras, no vive sus días de gloria.
Al menos así piensan los nostálgicos como Agustín Cancio, quien describe como si hubiese sido ayer —y no hace décadas— que trasnochaba detrás de los piquetes de timberos o de los interminables ensayos de las congas; otros, al borde de los 30 años, se sacuden el romanticismo de sus mayores y disfrutan, sin demasiada añoranza por el pasado, de una festividad que se ha venido adaptando necesariamente a los tiempos que corren.
Mediterránea y poco cosmopolita, “la más medieval de nuestras primeras villas”, como la definiera la experta en temas patrimoniales Alicia García Santana, se ha acomodado tanto en su modorra que ni siquiera levantó la voz para impedir que Camagüey celebrara sus cinco siglos en febrero de 2014 y no un año después, como ha sido aprobado por la inmensa mayoría de los historiadores cubanos, con lo cual se robó olímpicamente el show y relegó a Sancti Spíritus al quinto puesto en el orden fundacional.
Pero en tales disyuntivas cosméticas no andan reparando por estos días sus habitantes, enrolados en un amplio programa para celebrar el medio milenio y seguros como están de la valía de su propia cultura, esa singular idiosincrasia que han venido perfilando a la sombra de la Iglesia Mayor y el monumental puente sobre el río Yayabo.
¿Provincia? Para eso le falta mucho sobre todo en mentalidad.esa no ha cambiado para nada.
Muy ameno y objetivo su análisis sobre nuestras peculiaridades, también yo, como seguramente otros, me he hecho este recuento sobre nuestra idiosincracia y podría añadir o enfatizar más, algunas inclusive dañinas, como ese cierto espíritu de inferioridad y pesimismo que invade a una parte de los que aquí viven(nacidos o no) cuando de ser espirituano o vivir aquí se habla, como si otros muchos lugares de Cuba estuvieran tanto mejores. Por diversos motivos he visitado una parte que considero representativa de nuestro archipiélago, de manera general los cubanos somos muy parecidos, creo que para bien y con algunos detalles diferentes e interesantes por regiones, también para bien. El viajar me ha hecho apreciar mejor a Sancti Spíritus, tanto la ciudad como la provincia; es verdad que en algunas cosas no somos relevantes o estamos de los peores pero de manera general estamos muy por encima de la media nacional en la mayoría de los reglones positivos que se puedan analizar, también he consultado la web de la Oficina Nacional de Estadísticas.
Lo que pasó con el 500 de Camaguey dolió por acá pero creo que la mayoría de los espirituanos terminamos dándonos cuenta que si están equivocados o no serían ellos los del error, con el tiempo se sabrá, eso no quedará sin más estudios, estamos seguros que la verdad sea la que sea se impondrá. Aquí las fechas si están claras y vamos a celebrar cuando de verdad nos corresponde.
Las acciones por el medio milenio mejoran físicamente a Sancti Spíritus y más temprano que tarde contribuirán también espiritualmente: el casco histórico está mejorando en su conservación, por fin tuvimos el necesario Teatro, con los enfrentamientos por el destino del Parque aprendimos más de la Historia local, en general la ciudad mejora y ojalá rescatemos nuestro río¿?
Se me olvidaba… ya que la estatua ecuestre de Serafín no va a estar en Parque por qué no en algún otro sitio céntrico como la Avenida de los Mártires, el más grande de los espirituanos merece ese tipo de estatua, cercana al ciudadano común, no son todas las ciudades las que tienen un mártir de tal relevancia. Es necesaio que se sienta ese llamado a que «siga la marcha» desde más de cerca.
Gracias por tu artículo y le repito me gustó mucho.