Aida Ballester, una víctima de la prostitución resucita el pasado y educa desde su historia.
Amapola y pañuelo complementan el cabello plateado. Destila buen humor que contagia a todo Tuinucú, mas el dolor habla por las pupilas de Aida Ballester cuando resucita el pasado.
Duele la infancia sin el consejo materno, enterrado junto con el ser que la trajo al mundo. Duele conocer el celo paterno de quien no llevaba su sangre y perderlo por la misma razón: la muerte.
Duele que el genético no constituyera el verdadero padre y que una madrastra le pusiera precio a su cuerpo imberbe de 11 años: 25 pesos. Duele la adolescencia toqueteada y que el prostíbulo fuera la casa en los años mozos. Duele desvestirse sin amor y entregarse sin querer. Duele obligarse con droga, cigarrillo y bebida de la peor.
“Las malas pasadas que me jugó la vida no me enorgullecen, pero me sobrepongo para ser una defensora de la juventud. De algo tiene que servir lo que yo pasé porque no es un secreto que hoy hay muchas Aida”, confiesa a sus 70 años una mujer que con el sol de enero no eludió la posibilidad de ser otra persona y renunció a la llamada vida fácil en los años 50.
“No entiendo cómo algunas madres y padres incitan, apoyan o les permiten a sus hijas e hijos dar el cuerpo a cambio de dinero, un paseo en carro, un viaje al extranjero o cualquier interés material, por difícil que esté la situación. Ni siquiera indagan sobre el origen del celular, el vestido o los zapatos nuevos.
“Yo lo hice por falta de orientación y de familia, cuando estudiar era un lujo, a mí nunca llegó un libro. Yo no sabía lo que era sonreír. Me sentía sucia y que lo contaminaba todo. No me creía gente, sino un objeto sin valor, un trapo. Yo me daba asco. Intenté suicidarme.
“Celebro el 1 de enero de 1959 como el día de mi cumpleaños porque significó para mí un nacimiento y Vilma, la madre que me faltó. Ella misma fue a buscarnos a aquella pocilga de burdel en Camagüey y la recuerdo como si fuese hoy cuando nos dijo a todas: ‘A partir de ahora empiezan una nueva vida’.
“No se equivocó ni lo prometió en balde. Me celebraron los quince que perdí cuando me tocaban y hasta me ayudaron con la boda. Logré amar y que me amaran. Formé una familia. Mi hija y nietos conocen toda la historia, nunca se la he escondido a nadie, mucho menos a ellos. Pese a todo, viven orgullosos de mí y yo, de la educación que les he dado.
“Me convertí en una mujer honrada y trabajadora con los cursos del Centro de Producción Artesanal, donde aprendí diversos oficios como decoración y tintorería. Luego, asumí varias funciones dentro del central Melanio Hernández. Así gané en independencia y autoestima. Lo que he conquistado me ha sabido bien. No hay nada mejor que sentirse limpia y vivir de lo que puedas lograr por ti misma, con capacidad propia y el trabajo de tus manos.
“Todos los días de este mundo honro en cualquier escenario a esa heroína y a esta Revolución que me salvó a mí y a muchas mujeres cubanas. La Federación me dio dignidad y libertad.
“He sido seleccionada para participar en eventos de gran categoría como el VII Congreso de la FMC, donde fui invitada de honor. Allí pude acercarme a Vilma, transmitirle mi sincero y profundo agradecimiento y bendecirla. Ella, con la sencillez y humildad que la caracterizaba, me dijo que no se trataba de su persona solamente, que muchos habían tenido que ver.
“¿Cómo no voy a estar agradecida? Nunca olvidaré del fanguero de donde me sacó. He estado en grandes teatros, con gente de rango y personalidades. Me siento importante, sobre todo cuando cumplo con mi rol de federada, cuando me acerco a las muchachas y muchachos y les aconsejo hasta en un banquito del parque. Todos los jóvenes son mis hijos.
“Ya estoy retirada, pero no con los brazos cruzados. Todavía la Revolución me está enseñando y yo, aprendiendo. Soy alumna de la Cátedra Universitaria del Adulto Mayor. A Dios también le agradezco. Cada día es una nueva oportunidad para ser un mejor ser humano”.
Que contraste..Esta mujer fue prostituta por necesidad y hoy la enorme mayoría lo hace por diversión .Saque sus conclusiones