Sin mucho ruido, más bien afincada en la constancia y el progreso tecnológico, la destilería espirituana enclavada en Tuinucú ha logrado enrumbar durante décadas las producciones de alcohol, rones y otros derivados hasta convertirse en una planta imprescindible para la provincia, el grupo Azcuba y otras ramas de la economía nacional.
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La probada aceptación de los renglones que salen de la llamada destilería Paraíso tiene detrás la modernización tecnológica introducida a lo largo de los años y también la calificación de un personal empecinado en arropar con la calidad a cuanto surtido lleve el sello de esa fábrica.
Muchos allí sostienen que la calidad de los alcoholes de Tuinucú —actualmente los mejores del país— depende del proceso tecnológico, del tiempo de permanencia en la columna, de la materia prima, pero Rogelio Calderón Capote, secretario de la sección sindical y con tres décadas en la planta, cataliza el acierto laboral del colectivo: “La miel que entró al final del 2013 fue la más mala de todas, sin embargo, no tuvimos ningún rechazo del producto final”.
DESTILACIÓN DEL MERCADO
El aporte principal de la planta recae en los alcoholes, cuya producción el pasado año superó los 163 360 hectolitros de alcohol a 100 —casi 37 500 más que los planificados— y que representa la mayor cifra de los últimos 23 años; la exportación ascendió a 91 285 hectolitros.
“La parada de otras destilerías tuvimos que cubrirla aquí y hoy es la única en Cuba que suministra alcohol fino A de calidad exportable y para utilización en ramas importantes de la economía como la perfumería Suchel y la fábrica de ron Havana Club”, expresa Delvis Julio Pérez Sánchez, director de la Unidad Empresarial de Base Derivados, perteneciente a la Empresa Azucarera Sancti Spíritus.
Además de que la entidad consolidó la calidad y logró eficiencia en los procesos de fermentación y destilación, lo que trajo consigo ahorrar 490 toneladas de miel, el pasado año terminó con producciones récord en las últimas décadas no solo en el área de alcohol, también en la fabricación de levadura crema destinada a animales y de gas carbónico para uso alimentario e industrial.
Al aval de situarse nacionalmente como la destilería que más alcohol produce dentro del sector azucarero y al hecho de haber alargado el funcionamiento en el 2013 hasta los 280 días se une un reclamo económico: enmarcar el trabajo en el entorno de las 300 jornadas, el ritmo concebido para instalaciones de este tipo, máxime si sus renglones son necesarios, tienen garantía de mercado y estándares de calidad para competir a nivel mundial.
“Si nos balancean la miel podemos llegar a los 300 días de operaciones, eso obliga a realizar buenos mantenimientos y reparaciones, pero la maestría del colectivo determina mucho, fíjate que el año anterior no se reportó tiempo perdido por roturas industriales”, expresa Delvis Julio.
INVERSIONES A LA VISTA
Lejos de sentarse a repasar la historia de casi siete décadas acumuladas en el arte de la extracción de alcohol, los hombres y mujeres de la destilería Paraíso han sabido en cada época aliarse al desarrollo y asimilar tecnologías y procesos que los han llevado a operar una industria diversificada y competitiva.
En la agenda de trabajo aparece el montaje para fines de año de una nueva columna de destilación, el incremento de las capacidades de añejamiento con vistas a garantizar la fabricación de la variedad de los rones Santero y más adelante modernizar la línea de lavado de botellas.
La interconexión eléctrica entre el central Melanio Hernández y la destilería forma parte del esquema inversionista y una vez que entre en explotación para la siguiente cosecha azucarera puede representar que el ingenio le asegura alrededor del 85 por ciento de la energía que emplea la destilería en tiempo de zafra, explica Armando Bravo, especialista energético en el sector.
En el piso más alto de la planta, justo al nivel de los fermentadores y del sistema de destilación, el jefe de turno Rolando Dorta sigue desde una computadora el flujo productivo.
“Esas exquisiteces de los alcoholes se deben en buena medida a estos controles, ya que la calidad del producto final dependen de la estabilidad en el proceso y del seguimiento que se tenga del mismo”.
Mucho alcohol y más alcohol.
Esos es muy bueno para el hígado, amarguras, frustraciones, etc….
Da pena ver a Tuinucú en estos momentos.
Es una lástima que ese pequeño pero histórico poblado del cual me siento orgulloso de ser nativo a pesar de dar tantas bondades económicas a nuestra provincia y país se esté cayendo a pedazos y con todas sus calles despedazadas porque al parecer solo servimos para producir azucar y alcohol,nuestros niños tienen que ir diariamente a la secundaria de Zaza del Medio porque no se pudo reparar la Escuela primaria Antonio Maceo y sin embargo se entregó como vivienda a un grupo de familias de bajos recursos económicos ,¿tendremos que esperar a que haya un accidente fatal en el traslado de nuestros estudiantes para resolver este problema?No quiero extenderme más pero creo que se debe dar un poco más de atención a mi querida tierra.