Después de la homérica invasión desde la Sierra Maestra al frente de 90 hombres, Camilo coronó su actuación guerrera con el asalto y toma de Yaguajay, principal bastión enemigo en el Frente Norte
Cuando Camilo decide atacar el Escuadrón 37 de la Guardia Rural en Yaguajay, y como parte de la misma dinámica de la guerra, ya lo tenía socavado como a un árbol al que le quitan una por una sus raíces, porque todas las posiciones de la tiranía en el territorio del Frente Norte habían sido ocupadas por sus tropas.
Así, en la noche del 21 para el 22 de diciembre de 1958, cerca de 250 rebeldes bajo el mando del Comandante Cienfuegos comenzaron la batalla final contra unos 350 militares del Ejército de la tiranía apostados en distintos lugares de Yaguajay; el cuartel, situado en las afueras, constituyó punto neurálgico de su defensa.
A partir del 23, los hombres de Camilo atacaron los distintos objetivos militares dentro de la localidad y el 24 se arreció el fuego hasta lograr la rendición del Hotel Plaza, la Estación de Policía, el Ayuntamiento, la Colonia Española y la Planta Eléctrica, cuyos defensores huyeron hacia el recinto militar, pero sufrieron 18 bajas entre muertos, heridos y cautivos.
El entonces capitán Antonio Sánchez Díaz, “Pinares”, entra en el reducto enemigo para hablar con Alfredo Abon Lee, jefe de la tropa sitiada, con el propósito de incitarlo a la rendición. El “Chino” maniobra y pide más tiempo, por lo que Camilo viene personalmente a hablar con él, pero tampoco esta vez acepta rendirse. Luego lo visitaría de nuevo y les llevaría obsequios a los soldados, pero su jefe seguía tenaz.
Como los gruesos muros del Escuadrón 37 son inmunes a la fusilería y armas automáticas de que disponen los atacantes, Camilo apoya la iniciativa de construir en el central Narcisa —luego Obdulio Morales— un carro blindado rudimentario sobre la base de un buldócer, al que blindan con planchas de acero y lo dotan de un lanzallamas.
El así llamado Dragón 1, por ser el primer “tanque” fabricado por sus tropas y “echar candela por su boca”, ataca por tres noches consecutivas la fortaleza sitiada causando un fuerte impacto psicológico en sus defensores, pero con pocos efectos prácticos, pues el ingenio sufrió desperfectos técnicos y además resultó averiado por impacto directo de bazuca.
Decidido a inclinar la balanza a su favor, Camilo intenta obtener la rendición de los cercados tratando de incendiar la instalación, y luego, lanzando contra su parte trasera un vagón de ferrocarril cargado de explosivos, que no estalla, pero se logra derribar en parte el muro exterior de la edificación y la cocina, sin consecuencias decisivas.
Luis Manuel González Castro, llamado por Camilo Manolo Matojo, participó en la destrucción del puente de hierro de la carretera junto a Camajuaní, y en la liberación de Placetas el 23 de diciembre en apoyo a las tropas del Che, y luego se enroló en la lucha por Yaguajay.
Precisamente en Placetas, en la calle frente al cuartel, conoció Matojo al joven guerrillero Joaquín Paneca, quien caería el 24 de diciembre en Yaguajay, el propio día en que cumplía 17 años en un confuso incidente suscitado en la parte posterior del Escuadrón 37, en el que resultaron heridos otros rebeldes. Manolo, que estaba por el frente, recuerda:
“Allí los guardias tiraban desde las ventanas y aspilleras, pero no salían de su guarida. Ellos, creo que ni apuntaban con sus armas. Por la noche nosotros le poníamos platos en los postes de la cerca de alambres y cuando amanecía les disparaban. Los soldados tenían buen armamento, pero tiraban sin puntería”.
El 31 de diciembre empiezan a disparar contra el cuartel un mortero y una bazuca enviados por el Che, quien visitó a Camilo varias veces para conocer la marcha de la acción. El argentino no cesó de aconsejarle prudencia para preservar a sus hombres de una inmolación inútil, y evitar que los cercados escaparan por mar con la ayuda de unidades navales del régimen.
Finalmente, ante el incremento de la presión rebelde, el paulatino desmoronamiento del muro frontal por la bazuca y el aumento del número de heridos a causa de los morterazos que estallaban dentro del recinto, el Chino Abon Lee acepta la capitulación, pasadas las seis de la tarde del 31 de diciembre de 1958.
Como antes en Fomento, Cabaiguán, Sancti Spíritus y otros lugares, en Yaguajay se desató la apoteosis cuando el pueblo enardecido se lanzó a las calles a festejar la victoria.
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