Con la ciudad convertida en un hervidero permanente, los espirituanos cuentan las horas que restan para celebrar los 500 años de su capital provincial.
Una grúa con el pescuezo estirado a más no poder sobre los tejados rojizos que cobijan la ciudad; escaleras y andamios escarranchados sobre las aceras, que ni aun así se vacían un instante y cuadrillas enteras de técnicos, constructores y alarifes de todo tipo sembrando piedras en varias de las calles del centro histórico constituyen por estos días paisaje recurrente en la capital espirituana.
La imagen se corresponde con el ajetreo que envuelve a Sancti Spíritus en las vísperas del jubileo por el medio milenio de su fundación, convertido en pretexto para maquillar sus plazas, plazuelas y calles, acicalar los principales edificios públicos y también “pasarle la mano” a miles de viviendas asentadas tanto en la zona vieja como en otros puntos de su peculiar entramado urbano.
Autoridades de la provincia y del municipio cabecera sostienen que aunque el movimiento constructivo a propósito de la celebración ha ido in crescendo en los últimos tiempos, los trabajos vinculados a la efeméride se iniciaron hace años bajo un principio cardinal: poner a salvo lo mejor del patrimonio y al mismo tiempo beneficiar a los habitantes que pueblan la otrora villa.
Como los dineros no abundaban ni abundan, la estrategia de arrancar temprano ha permitido a los espirituanos recuperar instalaciones emblemáticas como el teatro Principal, uno de los coliseos más antiguos del país, el Museo de Arte Colonial o Palacio Valle, la sede de la UNEAC y el cine Conrado Benítez, algunos de las cuales se mantuvieron por años en estado lastimoso.
De esa fragua también nacieron la reconstrucción total del parque de La Caridad y la Avenida de los Mártires —con 1 400 metros de longitud entre la calle Maceo y el estadio José Antonio Huelga—, la primera parte del proyecto de saneamiento y ambientación del río Yayabo, el empedrado de varias calles, la rehabilitación y pintura de cientos de fachadas, el mejoramiento del alumbrado público y la pavimentación de diferentes zonas en la ciudad.
Teresita Romero, presidenta de la Asamblea Provincial del Poder Popular en Sancti Spíritus más de una vez ha hecho notar una peculiaridad de la celebración: “Este es el único territorio del país que cuenta con dos de las siete primeras villas, las cuales, por demás, celebran el aniversario de su fundación con apenas cinco meses de diferencia (enero y junio), lo cual exige un esfuerzo adicional para todos”.
Como para probar que los beneficios constructivos a propósito del medio milenio de la fundación no quedan sólo en los alrededores de la Iglesia Parroquial Mayor, ícono arquitectónico y edificio más antiguo de la ciudad, los espirituanos terminaron por estos días el Paseo Camilo Cienfuegos, popularmente conocido como Paseo Norte.
Para Raúl Navarro, director provincial de Comunales, los trabajos ejecutados equivalen a una reparación integral pues luego de la consiguiente demolición se pavimentó la totalidad del prado de 364 metros de largo por 7. 30 de ancho, se colocaron 139 bancos —de 49 que existían anteriormente—, se sustituyeron las jardineras y se completó el alumbrado público.
Lo más importante, sin embargo, no fue la magnitud de la obra, cuyo costó ascendió a unos 259 000 pesos, sino la rapidez y la calidad en las ejecuciones, en las que además de las fuerzas del MICONS, intervinieron trabajadores de Comunales y de la UEB Viamac, del Ministerio del Transporte, artesanos, trabajadores por cuenta propia y vecinos de las calles Independencia y Máximo Gómez.
Porque una mano lava la otra y las dos lavan la cara, fuerzas de las empresas Porcina, Avícola, Forestal, Cárnica, de Materias Primas y del Combinado Río Zaza, entre otras, vienen igualmente apoyando los trabajos de Servicios Comunales, en particular el empedrado de calles y otras labores de remozamiento, incluidas la reparación de aceras y contenes, un frente que se extiende por varios sectores del centro histórico.
“Esto tiene que ser piedra a piedra y sin cuchara”, cuenta Antonio Muro, uno de los hombres que ha estado apoyando el empedrado con chinas pelonas en la calle Manuelico Díaz, en el corazón mismo de Sancti Spíritus.
SOLUCIÓN SALOMÓNICA EN EL PARQUE
La losa fundida en el parque Serafín Sánchez hace justamente cien años no fue la estructura más resistente que encontraron las fuerzas constructoras encargadas de la demolición de la plaza, cuando días atrás emprendieron las labores previas a su reparación capital, sin dudas la más importante de las obras que se ejecutan en estos momentos en Sancti Spíritus.
Debajo de la capa de concreto se encontraban las ruinas de la Ermita del Santo Cristo de la Vera Cruz, concluida en 1690, y el convento de San Francisco (1716), dos edificaciones religiosas que resistieron el paso de los años y más que ello, el maltrato impuesto por los diversos usos a que fueron sometidas hasta su total demolición a inicios del siglo pasado.
Por esos días el parque se inundó de curiosos que lo mismo preguntaban por un supuesto pasadizo subterráneo, que por el oro encontrado bajo el piso del parque o por los restos de las monjas enterradas en el lugar, ilusiones que poco a poco fueron cediendo frente a las evidencias históricas.
Ante restauradores, constructores y arqueólogos se plantó entonces la disyuntiva de enterrar nuevamente las ruinas arquitectónicas “descubiertas” o modificar el proyecto original de remodelación para dejarlas a la vista de todos, un dilema que al menos en Sancti Spíritus llegó a las tertulias literarias, a las redes sociales y hasta las discusiones de bares y cantinas.
Bajo tierra nuevamente, pero preservadas para el futuro fue la decisión salomónica de los especialistas cuando se supo que los materiales requeridos para la exhibición de tales huellas nunca estarían en el país antes del cuatro de junio, fecha convenida para la celebración.
Por ahora la decisión fue rellenar las estructuras descubiertas con material ligero y fundir encima una losa de concreto para protegerlas, acaso una fórmula muy parecida a la que hace cien años encontraron las autoridades de la ciudad y los maestros de obra para construir un parque que enalteciera por siempre al más grande de los espirituanos.
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