La vez que el coronel mambí Pancho Jiménez recorrió Sancti Spíritus

En la noche del 14 al 15 de agosto de 1874 el coronel Francisco “Pancho” Jiménez recorrió con sus hombres las calles espirituanas y causó humillación y pánico en el mando hispano. En medio de operaciones constantes de las tropas insurrectas cubanas en la porción oriental de Cuba a lo

El coronel Jiménez batió el cobre muy fuerte en la jurisdicción de Sancti Spíritus. En la noche del 14 al 15 de agosto de 1874 el coronel Francisco “Pancho” Jiménez recorrió con sus hombres las calles espirituanas y causó humillación y pánico en el mando hispano.

En medio de operaciones constantes de las tropas insurrectas cubanas en la porción oriental de Cuba a lo largo de 1874, como las acciones de Naranjo, Mojacasabe y otras, que incluirían en el Camagüey la monumental Batalla de las Guásimas, se produce la feliz acción del coronel Francisco “Pancho” Jiménez sobre Sancti Spíritus, que dejó a las autoridades coloniales humilladas, perplejas e inmersas en el mayor ridículo.

Y no es que se intente comparar la incruenta incursión de Jiménez y sus hombres en la villa aquel 14-15 de agosto de 1874 con el mayor choque frontal de los patriotas cubanos contra las tropas españolas, que al costo de 29 muertos y 137 heridos, causó al enemigo peninsular 1 037 bajas entre caídos y lesionados.

Pero hay que tener en cuenta que, para entonces, Sancti Spíritus era una plaza fortificada en la cual existían fuertes y blocaos cubiertos por soldados en los cuatro confines de la ciudad, y puntos defensivos dentro de la propia villa, lo que infundía en el mando hispano una falsa sensación de seguridad.

En los años que ya duraba la guerra, la villa del Yayabo había devenido centro neurálgico para las operaciones de las tropas de Iberia en una amplia zona al oeste de la Trocha de Júcaro a Morón, y también para bárbaras acciones represivas que provocaban una mezcla de temor, repulsión y miedo entre los espirituanos.

Sirvan como botón de muestra el permanente estado de excepción, las detenciones arbitrarias, torturas y maltratos y, sobre todo, las ejecuciones realizadas en la Real Cárcel, donde solo en el período comprendido entre enero de 1870 y diciembre de 1872 fueron fusilados 37 detenidos por causas políticas, entre ellos el general Francisco de León Tamayo y Viedma, y su ayudante, el barbero y enfermero yayabero Francisco “Panchito” Álvarez.

De la falsa seguridad oficial y del estado de ánimo imperante entre la población estaba consciente el coronel Jiménez cuando planeó su golpe de mano en Sancti Spíritus, cuyo sistema defensivo se aprendió de memoria.

Él y su aguerrido contingente habían cruzado la famosa trocha por órdenes del General en Jefe Máximo Gómez en la noche del 19 al 20 de abril de 1874, con el objetivo de preparar las condiciones para la invasión a Occidente, la que finalmente tendría que esperar hasta el año siguiente.

Pero Jiménez no recesó en sus acciones, sino que operó en las jurisdicciones de Sancti Spíritus, Trinidad y Remedios, asaltó fuertes y convoyes españoles, destruyó fincas y propiedades de afectos a España y ajustició a esbirros y voluntarios, como el cruel oficial Hilario Sandoval, responsable de numerosos crímenes y tropelías.

Luego, en el momento de ejecutar la acción comando, y de acuerdo con patriotas residentes en la localidad, Pancho Jiménez escogió bien la hora y el lugar de penetración, con tan buen tino que él, su Estado Mayor y elementos selectos de la tropa recorrieron impunemente las calles espirituanas a banderas desplegadas y dándole vivas a la Revolución.

No contento con el escarnio provocado a la guarnición, Jiménez se dirigió a la casa del mismísimo brigadier Francisco Acosta y Albear, tocó a su puerta, se identificó, y se retiró, cuidándose de no dañar la propiedad y sin tomar nada, pero el perjuicio fue de otro tipo, pues, según se sabría luego por la servidumbre, ante la irrupción del comando libertario, el alto militar se tiró de cabeza en el estercolero de la caballeriza buscando ocultar el cuerpo de quienes él creía venían a ejecutarlo.

Como era de esperar, tan gran ridículo y la maestría de la operación, que se saldó sin una sola baja, provocó la hilaridad del pueblo, que se burló de Acosta y no dejó de componer décimas para recordar el hecho, así como proliferaron las chanzas a costa de España y su aparato represivo.

Aquella fue la primera y única ocasión en las tres guerras independentistas del siglo XIX en que de forma manifiesta entraron tropas libertarias a la ciudad del Espíritu Santo.

Pastor Guzmán

Texto de Pastor Guzmán
Fundador del periódico Escambray. Máster en Estudios Sociales. Especializado en temas históricos e internacionales.

Comentario

  1. Creo que el General Tamayo era mi bisabuelo. Lo que no entiendo es porque si el era del ejercito mexicano estaba luchando con el de España. Si alguien lo sabe se lo agradezco.

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