Quizás en el comprobante el precio de las zapatillas que compró la hija de Yadamy Fuste Acosta, quien escribe a este periódico, no haya sido tan excesivo; mas, no cabe dudas de que la compra le salió bastante cara.
Y tampoco por el costo del pasaje de Sancti Spíritus a Yaguajay, sino por los malabares que tuvo que hacer para conseguir cambiar tal artículo debido a un desperfecto, al parecer, de fábrica.
“El pasado 31 de agosto sobre las 9:45 a.m. me dirigí con mi esposo a la tienda La luz del Norte en Yaguajay —escribe la lectora— con la pretensión de cambiar un par de zapatillas compradas por mi hija el 26 de agosto, las que fueron vendidas por este establecimiento con un desperfecto al ser una más grande que la otra; sin embargo, tenían el mismo número dentro. Fui atendida por el jefe de piso, quien entendió perfectamente la situación y al no tener ese producto se comunicó vía teléfono con el comercial del municipio, quien le indicó que nos presentáramos en su oficina para atendernos.
“Sobre las 11:30 a.m. nos presentamos en la oficina del comercial, quien luego de escuchar nuestra explicación nos informó que el procedimiento que correspondía en ese caso era de cambio de zapatillas, ya que ellos tenían de ese producto en existencia, pero que había que ir a Mayajigua a buscarlas o, al contrario, esperar que el compañero que atiende el punto en esa localidad viniera para Yaguajay e hiciéramos el cambio pero que eso debía ser sobre las 5:00 p.m. ya que el mismo no tenía transporte”, añade.
Todo parece indicar que la única solución posible era la misma repetida tantas veces, no solo en estas instituciones: esperar. Ante la negativa de Yadamy de sumarse a tal desvarío se hicieron otras gestiones un poco menos dilatadas: imponer a la gerente del asunto y pedirle la autorización para el traslado de una moto hasta Mayajigua para buscar otras zapatillas y así poder efectuar el cambio.
Mientras, la propuesta del comercial fue que Yadamy se trasladara hasta la tienda La lucecita y esperara hasta la una de la tarde, hora en que debían llegar, definitivamente, las zapatillas.
Debían… porque “a la 1. 55 p. m. —apunta Yadamy— al considerar nosotros que había suficiente tiempo de ir y regresar a Mayajigua, y teniendo en cuenta que el horario pactado por el Comercial era el de la 1. 00 p. m., le pedimos a los compañeros de la tienda La lucecita que si tenían un teléfono dónde localizar al compañero porque nosotros éramos de Sancti Spíritus, teníamos un niño chiquito de meses y el tiempo estaba de lluvia. Nos comunicamos con el compañero y a las 2. 00 p. m. nos presentamos en la vivienda y nos atendió la esposa del mismo, quien por fin nos entregó a esa hora las zapatillas”.
Ante tales malentendidos, la lectora se cuestiona: “¿Sería correcta la actitud del Comercial de la TRD de Yaguajay, quien en ese momento era la cara de la institución, de retirarse para su casa y dejar una situación como esta sin solución o debía esperar y darle seguimiento a la solución del problema y con ello evitar que los clientes tengan criterios negativos sobre el funcionamiento de las TRD en Yaguajay?”
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