Lichi borda la vida a punto cruz

Luisa María Serrano (Lichi) traslada a los cuadros -con su visión artística- personajes y tramas de cuentos, canciones, poemas o novelas. Crear una obra de arte de la plástica es una tarea emprendedora, donde confluyen talento y creatividad; pero si se basa en un texto literario y el punto de

Lichi: Yo veo heroísmo en la vida cotidiana de la mujer.Luisa María Serrano (Lichi) traslada a los cuadros -con su visión artística- personajes y tramas de cuentos, canciones, poemas o novelas.

Crear una obra de arte de la plástica es una tarea emprendedora, donde confluyen talento y creatividad; pero si se basa en un texto literario y el punto de partida es el bordado de punto cruz, resulta más compleja.

Y es que Luisa María Serrano (Lichi) dejó lo que en mucho tiempo fue su modo de ver el arte a través de la plumilla, para desde el 2000 continuar su labor desde el tapiz bordado a punto cruz, tal y como lo hacían nuestras abuelas y tatarabuelas, solo que ella no se rige por un diseño tomado de una vieja o moderna revista.

Lichi traslada a los cuadros -con su visión artística- personajes y tramas de cuentos, canciones, poemas o novelas.

A la pregunta de por qué esa insistencia por plasmar en su obra elementos de la vida cotidiana como una cafetera, olla o silla, responde: «Yo veo heroísmo en la vida cotidiana de la mujer» . La eterna fumadora y degustadora de café, poco amante del arte culinario y de las tareas hogareñas que asumen las féminas, habla ahora del tapiz que tiene en sus manos, titulado Viendo la vida pasar.

Con un característico tono azul, en esta obra resalta la cara de un enorme gato -animal doméstico que está presente en muchas de sus obras- junto a otros elementos que recuerdan la lejanía del hijo amado.

«Me encanta el azul y me gustan mucho los gatos», sugiere.

Recuerda al robusto felino nombrado Bandido que ya no está y tuvo durante su estancia en Venezuela, donde vivió 13 años, para regresar después a sus raíces.

La artista ya ha expuesto con esta técnica tan particular en Trinidad -la tercera de las siete primeras villas fundadas en 1514 por los conquistadores españoles-, en Sancti Spíritus -la cuarta de ellas-, y en La Habana.

Trinidad, declarada en 1988 por la Unesco Patrimonio Cultural de la Humanidad, celebró su medio milenio en enero último, mientras que Sancti Spíritus, a unos 350 kilómetros al este de La Habana, arribará a sus 500 años en junio venidero.

MANOS AL BORDADO

Lichi comenta que todo comienza por un boceto y la lectura de canciones, poemas u otro género narrativo, y que en el caso del tapiz mencionado el bordado se basa en el texto de una canción de Delvis Sarduy.

Agrega que la historia recrea recuerdos de la infancia de esa persona, donde aparece un anciano que vive solo e inspira temor, sobre todo a los niños.

Un día, durante un juego infantil, la pelota cayó en la casa de ese anciano y Delvis fue el más audaz al pedirla. Luego, el señor cada vez que él pasaba y le preguntaba cómo estaba le respondía: «Aquí, viendo la vida pasar», comenta.

Con la sencillez y modestia que la caracterizan, Lichi afirma que cuando descubrió el punto cruz pensó en hacer diseños para revistas, pero luego comprendió que «hay que tener un concepto del diseño que yo no tengo».

Como todo ser humano le teme a la soledad. César es su único hijo y su más estricto crítico, pero está lejos, recuerda; mientras su relación con el periodista y Doctor en Ciencias del Arte Luis Rey Yero ya anda por los seis años, en un ajuste que ella califica como el del pie en un zapato.

Los hilos para bordar se los manda su hermana gemela, aunque asegura que es mucho más fácil sin aro, sobre todo con el empleo de un material engomado especial para hacer el punto cruz.

En sus obras, además de los gatos, aves, caballos, mariposas o símbolos arquitectónicos, está presente el sitio donde nació: Tuinucú, un pequeño rincón de la geografía espirituana, en cuyas márgenes del río de igual nombre se asegura que fue fundada la villa del Espíritu Santo o Sancti Spíritus, próxima a su medio milenio de vida.

Así, entre autos, árboles y personas, surge el central azucarero de Tuinucú, con sus chimeneas expandiendo humo en plena molienda de la caña de azúcar, y la casa donde vivió.

«Tuinucú es como la familia: están los amigos y todas las historias se saben. Allí, aparte de una historia real hay un paralelo con los secretos de familia», argumenta.

Pienso en los vitrales y en las rejas, elementos coloniales de la añeja villa de Sancti Spíritus, que he incorporado a mi obra, indica.

Una veintena de premios recibió en los salones Oscar Fernández Morera y en el Salón del Amor y de la Poesía Ilustrada, cuando en su obra primaba la plumilla. Ahora lleva más de un año trabajando con textos de poetas espirituanos para trasladarlos al bordado artístico.

Entre los títulos de sus tapices figuran: Amanecer ebrios como náufragos; Ay Colón; Entre la vida y la muerte hay tan solo una hebra o Bailemos mientras dure la música; Bienvenido a Tuinucú; Caballito rojo; El gato; El prisionero; El viejo; Naturaleza muerta y una mampara rota y Reina de corazones, entre otros.

Puedo pasarme seis días o un mes haciendo una obra a punto cruz, todo depende de las circunstancias, comenta.

MÁS QUE PALABRAS

Comenzó a dibujar a los 17 años, aunque ella asegura que desde muy pequeña lo hacía, en el taller de artes plásticas de la provincia, donde estuvo poco tiempo, por ello los especialistas aseveran que su formación es autodidacta.

Su primera exposición colectiva se remonta a 1967 en un Festival Nacional de Aficionados. Luego expuso una muestra de su trabajo en la galería de la muy reconocida revista cubana Revolución y Cultura.

De su obra diría en su momento el periodista y crítico de arte Manuel Echevarría Gómez: «A propósito de las prodigalidades del texto, Lichi extrema su instinto y propone otro juego más aleccionador que el de las palabras, al develar mediante formas y símbolos un universo polisémico de imágenes».

«Así las cosas, consigue desarrollar toda una mitología del objeto común a partir de la línea y el puntilleo virtuosista de la plumilla. Los hallazgos en lo cotidiano siempre están salpicados de humor y sobre todo de una entrañable apelación humana, entre optimista y nostálgica», puntualiza Echevarría Gómez, opinión válida para su nueva forma de expresión artística.

Mientras algunos se ufanan de poseer obras suyas a plumilla en pequeño formato, otros como el periódico local Escambray y jóvenes madres de aquellos años atesoran sus ilustraciones de antaño, y por si fuera poco hoy renace entre sus manos el punto cruz con una visión de artista.

Agencia Prensa Latina

Texto de Agencia Prensa Latina

Comentario

  1. !Qué manera tan peculiar y preciosa de expresar el arte!, que Dios bendiga las manos de Lichi, extraordinaria creadora espirituana, he disfrutado este artículo y me he emocionado al saber que ha recreado a través de su maravilloso punto cruz, una obra de mi esposo Delvis Sarduy, conozco la historia que argumenta la canción y ahora ancío verla en el tapiz confeccionado por Lichi, enhorabuena…

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