El congresista republicano Mario Díaz-Balart lanzó este martes delirantes ataques contra Venezuela, y de paso a Cuba.
Nicanor León Cotayo
Lo hizo en Miami a través de la página Web Dólar Today sin aportar datos concretos. Al calificar la situación en ese país suramericano afirmó:
“Es una dictadura, mi padre la llamaría dictadura descafeinada, porque tratan de aparentar que no lo son”. Por cierto, ¿quién fue su padre?
Una figura vinculada hasta 1958 a la tiranía de Fulgencio Batista que, entre otras cosas, aparece en fotografías con algunos de sus más connotados asesinos y torturadores.
Según agregó Dólar Today, “Mario identifica a los dictadores con exactitud”, algo curioso porque él nunca ha valorado a Batista como tal.
La publicación digital también señaló que, para este congresista por la Florida, en Venezuela y Cuba existen gobiernos iguales.
Recuerda que Díaz-Balart favorece sancionar en Estados Unidos a quienes llaman violadores de los derechos humanos y censores de la prensa en Venezuela.
Entre los castigos a esos funcionarios de Caracas estarían el retiro de visas, bloqueo de transferencias financieras y hasta congelación de bienes y propiedades.
Observadores consideraron lo dicho como una estruendosa bofetada al principio de la soberanía nacional. Lo ratificó Díaz-Balart en esa página Web cuando proclamó desafiante:
Aumentamos los fondos para «ayudar al proceso democrático» en Venezuela, equivalente a decir sus grupos afines. El reportero de Dólar Today le preguntó: «¿Está consciente de que ese dinero es interpretado en Venezuela como parte de una conspiración?”
Su entrevistado le espetó: “Las dictaduras siempre critican cuando alguien trata de ayudar a los que están luchando por la libertad”.
O sea, la misma excusa vendida a lo largo de años para justificar a los grupos que sembraron y comandan en Cuba.
¿Quién es Mario Díaz-Balart? Baste asomar una apretada muestra para caracterizarlo.
Hace unos cuatro años su hermano Lincoln renunció al puesto que tenía en la Cámara de Representantes, pero Mario evadió la causa.
Lo hizo el 11 de julio de 2011 el blog Escándalos en Miami, que empezó diciendo: el motivo de su renuncia no fue, entre otras cosas, “para dedicarme enteramente a luchar contra la dictadura castrista”.
Y prosiguió: la verdad está en una empresa del complejo militar-industrial, llamada Mark Two Engineering, situada al este de Hialeah, en la Florida, que produce accesorios militares.
Lincoln, agregaba ese texto, desde su lugar en el Congreso logró un nuevo contrato para esa firma, y a la vez “exigió a sus directivos que pusieran en nómina con un salario anual de 200 mil dólares a su esposa, Cristina Díaz-Balart.
La jugada le costó a Lincoln su posición en la Cámara baja, “según nos reveló Miguel Otero, ayudante personal de su hermano Mario”, dijo la misma fuente.
Con anterioridad, a principios de enero de 2006, a este último le había explotado otro escándalo por corrupción. ¿Qué sucedió entonces?
Lo narró el sitio Newsgroups Derkeiler.com: El congresista Mario Díaz-Balart “aceptó 10 000 dólares de un fondo del ex líder republicano de la Cámara de Representantes, Tom Delay”, implicado en “un enorme escándalo de corrupción”.
Agregó que los hermanos Díaz-Balart mediante artimañas le hicieron llegar otros 5 000 dólares a quien abandonó su escaño “bajo acusaciones de corrupción, lavado de dinero y financiamiento ilegal electoral”.
En tiempos más cercanos, Mario estuvo muy ligado a gente como el ex congresista republicano David Rivera, hoy gran expresión de lo peor del Congreso de Washington.
Los antecedentes del más pequeño de los Díaz-Balart no terminan ahí, llenan un largo inventario delictivo.
Pero con su muy frágil techo de cristal se atreve a lanzar piedras contra Cuba y Venezuela, para, sin proponérselo, honrarlas.
Yo veo la política sobre Cuba como una soga en cuyos extremos están nos extremistas de ambos bandos halando para si y en el centro los gobiernos de ambos países tratando de mantener un equilibrio,allí también esta el pueblo sufriendo los estirones de los extremos