La crisis migratoria provocada por la afluencia de miles de menores indocumentados a Estados Unidos procedentes de América Central pone al presidente demócrata ante un dilema difícil de enfrentar.Acostumbrados a un actuar deshonesto en la arena internacional, los Estados Unidos no saben qué hacer ante la presente crisis humanitaria provocada por el arribo incontrolado a su territorio de decenas de miles de menores indocumentados procedentes del istmo centroamericano.
Según un cable de Prensa Latina fechado el 29 de julio, desde octubre del 2013 hasta inicios de julio de 2014 han arribado al gran país del norte más de 57 000 menores solos, la mayoría desde Honduras, Guatemala y El Salvador.
Este nuevo problema añade leña al fuego a la tan cacareada reforma migratoria que el presidente Barack Obama ha estado tratando de hacer aprobar por el Congreso desde su primer mandato, la cual puede no ser sancionada nunca por el legislativo o, lo más probable, puede que el texto final resulte una caricatura del propuesto de inicio por el mandatario.
El asunto en principio resulta estratégico para el Partido Demócrata, puesto que se trata de un tema con incidencia directa en la creciente minoría hispanohablante en la patria de Lincoln, del cual dependen votos que pueden resultar decisivos y que le dieron a Obama en gran medida el acceso a la Casa Blanca en sus dos mandatos presidenciales.
La importancia de la presente crisis salta a la vista cuando se conoce que, además de a la clase política, está polarizando a la sociedad estadounidense en su conjunto, donde casi el 70 por ciento quiere que se les otorgue a los pequeños migrantes el estatus de refugiados. Otro 27 por ciento, en cambio, clama porque se les adjudique el de “inmigrantes ilegales”, lo que significaría su expulsión inmediata del país.
Aunque los límites no están claramente definidos, la mayoría de los primeros son demócratas, mientras los segundos son republicanos, pero, atención: lo que ocurre entre políticos en el Congreso es una cierta paridad donde los republicanos dominan la Cámara de Representantes, mientras los demócratas mantienen superioridad en el Senado.
Llegados aquí, se impone establecer una diferenciación entre los sentimientos verdaderamente humanitarios del pueblo y el interés ganancia-pérdida de los políticos demócratas, con vista a las próximas elecciones parciales de noviembre.
Lo que ya es un gran problema en la instancia federal está también incidiendo de forma creciente a nivel de estados, pues deviene tema medular de política doméstica de la que dependen no pocos cargos de gobernadores, a tenor con su actitud en las próximas elecciones.
Según la agencia Prensa Latina, “el Presidente valora acciones ejecutivas para aliviar la situación de millones de sin papeles, amenazados con la deportación, entre ellas el otorgamiento de permisos de trabajo”. La puja es tan fuerte que —se afirma— si el Obama concreta ese tipo de medidas los republicanos conservadores en el Congreso amenazan con someter al mandatario a un juicio político.
Si las cosas llegaran a este punto, el mundo observaría atónito otro desplante politiquero lleno de cálculos egoístas, como ocurrió cuando hace algún tiempo el país completo cayó en parálisis institucional debido a un desacuerdo en torno a la aprobación de partidas presupuestales por el ejecutivo, que significaban la elevación del techo de la deuda, a lo que se oponían los republicanos.
Vista en perspectiva, la situación, aunque parece originada por factores externos a los Estados Unidos, como es la crisis económica que sufren países centroamericanos, lo cierto es que todo brota de lo mismo, y es que el neoliberalismo feroz implantado por la agresiva potencia hegemónica a nivel global ha empobrecido hasta el límite a esos pueblos, que buscan una salida a sus males en la emigración al “paraíso” norteño.
Y en esa desesperación madres, padres, tíos y abuelos mandan hacia allá a los menores a su cargo, conscientes de que enfrentarán en el trayecto peligros letales, con tal de que tengan la oportunidad de encaminar sus vidas, si es que logran conservarlas…
Lo que ahora ocurre reviste una gran carga de simbolismo, por cuanto entre el 26 de diciembre de 1960 y el 23 de octubre de 1962, se llevó a cabo una operación encubierta de la CIA, el Gobierno yanqui y una facción de la Iglesia Católica, bajo el nombre en clave de Operación Peter Pan, por medio de la cual fueron llevados de Cuba a Estados Unidos más de 14 000 niños sin sus progenitores.
Esta operación, basada en la supuesta intención del Gobierno cubano de quitar la patria potestad a los padres sobre sus hijos pequeños, determinó traumas psicológicos para decenas de miles de compatriotas en Cuba y en territorio estadounidense, infantes que crecieron en su mayoría sin el amparo y el cariño de sus mayores, muchos de los cuales fueron víctimas de abusos y maltratos que marcaron para siempre su existencia.
Ahora, tienen los yanquis otra Operación Pedro Pan, esta a la medida de su nociva ejecutoria a nivel planetario.
Obama: entre el sí y el no
La crisis migratoria provocada por la afluencia de miles de menores indocumentados a Estados Unidos procedentes de América Central pone al presidente demócrata ante un dilema difícil de enfrentar.Acostumbrados a un actuar deshonesto en la arena internacional, los Estados Unidos no saben qué hacer ante la presente crisis humanitaria provocada
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