Al sonar el timbre del primer turno de clases, las aulas de Sancti Spíritus develan diferentes estampas: en una, el umbral lo atraviesa la señora entrada en años, movida por la nostalgias de la tiza y el borrador; en otra, estudiantes universitarios encarnan el rol de maestros; allá, el trabajador de una empresa se enfrenta a los alumnos de politécnico…
Marcado desde hace tres cursos escolares por una delicada cobertura docente, el territorio espirituano intenta sacudirse el estigma; afán que en el actual período lectivo exhibe progresos al cubrir más de 100 plazas.
“La necesidad docente de la provincia oscila actualmente en alrededor de 550 maestros, lo cual no significa que los estudiantes no tengan un profesor frente al aula, sino que se han debido poner en marcha alternativas para solucionar el problema. Las enseñanzas más vulnerables resultan la Técnica y Profesional (ETP) y la Secundaria Básica”, refiere Edelberto Cancio Lorenzo, director provincial de Educación.
Como aliciente, se han establecido más de 300 contratos por horas a especialistas de distintas empresas para vincularlos a la docencia. De ellos, por ejemplo, más de 70 imparten clases en centros de la ETP y cerca de 20 profesionales del Inder asumen la Educación Física. Mientras, de la Universidad de Sancti Spíritus José Martí Pérez llega la colaboración de varios estudiantes, quienes contribuyen a paliar el déficit en las asignaturas de Matemática y Física de la enseñanza secundaria en el municipio cabecera.
Puertas adentro de varios centros estudiantiles, miembros de los consejos de dirección redoblan esfuerzos. “Hoy contamos con el apoyo de más de 20 colegas, quienes a la par de sus funciones administrativas, asumen algunas materias. Igualmente, 19 maestros tienen un incremento de carga en la docencia”, añadió Cancio Lorenzo.
Mas, sin ánimos de demeritar, quizás la disposición más loable recaiga sobre los jubilados, muestra de cómo el ímpetu de sentirse útiles y el sentido del deber le han ganado al descanso. Ya sobrepasan los 250 los que llegaron al límite de su edad laboral y vuelven a escribir la fecha en la pizarra. “En ellos reside una de nuestras mayores potencialidades —confirma el directivo provincial—, porque, además de constituir ejemplos de amor a la profesión, trasmiten ese espíritu a los egresados universitarios para el desempeño de la profesión, a la vez de ayudar a los recién graduados de centros como la Universidad de Ciencias Informáticas en cuanto a la preparación metodológica”.
Méritos similares merecen también más de 200 docentes en edad de retiro que se resisten a apartarse de las escuelas.
Sin embargo, aunque el paisaje de las aulas en Sancti Spíritus comience a desterrar los tonos grises, la génesis del problema aún pende sobre el sector. ¿Por qué muchos jóvenes no se inclinan hacia el magisterio? ¿Por qué algunos estudiantes de duodécimo grado no conciben la profesión de educar como opción vocacional?
Tales incógnitas mantienen en vilo a los especialistas de la Dirección Provincial de Educación. “Es necesario trabajar desde la familia. Hoy los padres nos exigen los mejores profesores para sus hijos, pero no ven en ellos al educador que necesitamos para el futuro”, apunta Edelberto Cancio Lorenzo.
Hacia esas directrices debe enrumbarse el accionar de profesores, directivos y miembros de la comunidad, afín de que, en un futuro no muy lejano, los tonos grises pierdan terreno y Sancti Spíritus se convierta en una tierra capaz de parir maestros.
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