A pesar de las medidas y atenuantes materializadas, algunos centros laborales ponen en riesgo la vida o la salud de sus trabajadores ante la carencia de medios de protección
“A nosotras nadie nos obliga a utilizar esta exprimidora”. Reina Moya, trabajadora de la lavandería del Hospital General Docente de Yaguajay, pone el parche y no consigue tapar la gotera: “Pero es la única forma de agilizar el proceso; imagínese, me resulta imposible exprimir más de 90 sábanas a mano cada día.
“El agua sale a borbotones de este aparato, hasta el motor se moja. Tuvimos que quitarle la tapa porque volaba. Ahora la encendemos y nos alejamos rápidamente de la línea de 220 volts hasta que creemos que la ropa de cama está oreada y lista para meterla en la secadora”, explicó Moya.
Desde hace casi dos décadas, el colectivo yaguajayense espera por una máquina de lavado y otras garantías de seguridad en su puesto laboral. Mientras tanto, devienen ejemplo de consagración al tiempo que tantean su suerte en una especie de ruleta rusa.
DÉJÀ VU
Largo tiempo ha transcurrido sin que los obreros del norteño municipio reciban la respuesta añorada. Hasta hoy, solo se han materializado acciones que atenúan los riesgos; sin hacerlos desaparecer del todo. Si fuera este el guion de cualquier telenovela, clasificaría entre uno de los más dilatados culebrones jamás apreciado por el público; aunque, para cine de horror solo falta el desenlace:
“Aquí pintaron la lavadora y le arreglaron el freno; ahora es una vieja con colorete. Lo demás sigue igual, hasta el día que suceda lo peor”, advirtió Reina, quien labora en el local desde hace tres años.
Por su parte, Juan Portal Hernández, jefe de la lavandería, afirmó: “El pasado septiembre fue que echó a andar la secadora nueva, no obstante, continuamos utilizando la exprimidora que es un peligro. Además, ahora a la lavadora se le abrió un hueco en el fondo y tanto el agua como el detergente se botan”.
La experiencia de lo ya vivido o déjà vu es lo que se respira en el área del hospital que asume la ablución de unos 120 kilogramos de ropa diariamente. A pesar de los paliativos como la pintura del local, el arreglo de conexiones eléctricas, el “maquillaje” de la lavadora e, incluso, la estabilidad de otros medios como guantes, botas de goma y delantales, la ansiedad por el peligro cotidiano está latiente.
De acuerdo con el doctor Juan Luis Marcelo Pentón, director provincial de Salud Pública en Sancti Spíritus, la solución al fin pudiera estar a una distancia no muy lejana: “La lavadora que había entrado al territorio no pudo instalarse debido a la rotura de una tarjeta necesaria para su funcionamiento. Esta última fue importada y está en Medicuba. En cuanto se arregle el equipo tendrá como destino Yaguajay”.
ALTIBAJOS EN LA SEGURIDAD
En distintos ámbitos laborales impacta el uso de los medios de protección para asegurar la integridad de las fuerzas productivas. Especial atención merecen quienes ocupan puestos que les exponen a entornos capaces de causarles perjuicios a su bienestar. Tal es el caso de los barrenderos de calles, recogedores de basura o de desechos sólidos, trabajadores de las funerarias, cementerios, etc.
“A pesar de que en años anteriores hemos sufrido inestabilidad de recursos para la protección de nuestro personal, desde el 2013 la situación es diferente. En el presente año logramos entregar botas de goma y de trabajo, capas para agua, guantes (en dos ocasiones), así como overoles a más del 50 por ciento de quienes se encuentran vinculados directo a la producción”, subrayó Demetrio Veloso Olivera, subdirector de Recursos Humanos de la Dirección Provincial de Comunales.
La propia fuente confirmó que, amén de las garantías conferidas, no han podido entregar al personal ninguno de los cuatro ciclos de aseo previstos cada año. “Sobre todo —dijo— por la falta de suministros en las tiendas”.
De prioridades y asuntos pendientes también comentó a Escambray Arturo Martínez Hernández, miembro del Secretariado Provincial de la CTC al frente de la esfera de Asuntos Laborales y Sociales: “En la provincia se aprecia un avance discreto en cuanto a emplear el presupuesto para adquirir los medios de protección. Yo creo que el no garantizarle esos recursos a los trabajadores responde más a factores subjetivos, como la falta de gestión, que a cuestiones objetivas.
“Es cierto que hay carencias de estos medios en la red de tiendas comercializadoras, incluso en Sancti Spíritus no tenemos ninguna; también representa un tabú la calidad de los implementos; sin embargo, hay entidades como la Refinería Sergio Soto de Cabaiguán que, por encima de todo, garantiza los medios de seguridad a su fuerza laboral, no así la Empresa de Floricultura y Jardinería, que no ha ejecutado ni un centavo de los más de 22 000 pesos presupuestados para la compra de medios de protección; por tanto, tenemos que buscar, contratar con nuevas empresas, exigir el uso, ser más combativos porque nada justifica poner en peligro la integridad física del trabajador”.
Entre altibajos también se labora en uno de los patios de materiales de la construcción ubicados en el municipio de Sancti Spíritus. Así lo corroboró José Miguel Montalvo Limendú, quien suma unos cinco años de experiencia allí.
“Tenemos botas, fajas para cuidar nuestras espaldas a la hora de cargar demasiado peso, además, hace un mes recibimos guantes. También nos informaron que en el almacén están las muñequeras, no obstante, nos golpea mucho la falta de caretas para evitar la inhalación de polvo, cemento y otras sustancias nocivas que, a la larga, pueden desencadenar problemas respiratorios. Ya pasaron unos cinco meses desde la última vez que recibimos las caretas”, concluyó Limendú.
Desempeñar nuestros papeles dentro de la sociedad no debería exponernos jamás a complicaciones pulmonares, posibles electrocuciones o cualquier otro tipo de riesgo. Sin desestimar las carencias económicas; sindicatos, administraciones y obreros tienen que garantizar la vida en cada espacio laboral. Prever los medios realmente necesarios, planificar y ejecutar el dinero preciso para su adquisición, exigir la calidad de los mismos y su uso devienen axiomas inexorables en una guerra que, como guerra al fin, no dudará al cobrar sus víctimas.
esto es una irresponsabilidad por oarte de los directivos,y puede ser un accidente el cual esto pueda provocar
Miente el director provincial de salud.categoricamente.La lvadora llegó en perfecto estado al Hospital de Yaguajay,del cual la trasladaron para Sancti Spíritus y fue pagada por el presupuestod e salud pública en el territorio.Todo ello verificado.Cuando este tema se pueblicé en el semanario Trabajadores, el director de salud en Yaguajay, Dr Abel Piñero, requirió en privado al técnico de elecromedicina Danilo Pérez Delgado por ofrecer declaraciones a la prensa relacionada con el estado del equipo del Hospital.Obra en los arcivos de la Unidad de Bomberos en Yaguajay actas de requerimiento que dan fe del peligro que representa el estado técnico de dicho equipo.Además el tema se ha tratado por el Secretario del Sindicato de la salud en el territorio quien posee argumentos suficientes sobre el tema.Quien escribe fue testigo de la protesta de los trabajadores del Hospital Joaquín paneca el día que trasladaron el equipo de marras hacia Sancti Spíritus, e incluso era un promesa de cierto funcionario del Ministerio de Salud.La foto que ilusta este trabajo es muy reciente y da fe de la vieja con coloretes, quien escribe es testigo del mal estado del equipo instalado allí cuya ineficiencia u obsolenci tecnológica porne en juego la vida de sus trabajadores y además la calidad en la higiene de la ropa una buena parte de ella procedente de los salones quirúrgicos.Gracias al esfuerzo de los trabajadores y los compañeros de electromedicina no se han detenido los servicos del Hospital, que dicho sea de opaso , es una verdadera joya, lamentablemente víctima de ciertas incongruencias en la declaraciones del director provincial y ciertas pocisiones vacilesn de su homólogo yaguajayense..