Una vez más, la novena edición de PIXELART abrió sus puertas a los creadores espirituanos que hacen de las nuevas tecnologías el vehículo idóneo para la expresión artística.
Si bien se vio mutilado por los recortes presupuestarios que hoy afectan a gran parte de las instituciones culturales de nuestra provincia, el evento contó con la presencia del joven profesor y diseñador alemán Christian Rug, y de un amplio número de alumnos matriculados en El garaje fotográfico de Álvaro José Brunet, quienes se inician en los predios de la fotografía digital e integraron gustosamente la nómina de artífices reunidos en la exposición que por estos días acoge la galería de arte Oscar Fernández Morera.
Son diversas las líneas conceptuales presentes en este nuevo salón, que fundamentalmente abarca problemáticas relacionadas con la realidad inmediata, tanto nacional como universal. Así, el galopante desarrollo de las redes sociales Facebook y Twitter, las circunstancias epocales que definen nuestra nación, la eterna prestancia de una villa que se aproxima a los cinco siglos de existencia y la excesiva promoción de las riquezas naturales de la isla como productos de mercado constituyen algunos de sus puntos neurálgicos.
El jurado del evento decidió premiar tres obras en igualdad de condiciones. Uno de los lauros recayó en Solitaria, de la serie El peso de la vida, pieza ejecutada por Álvaro José Brunet que evidencia el alto rigor estético alcanzado por este reconocido creador, cuyo trabajo combina lo mejor del arte conceptual con una depurada técnica fotográfica capaz de intervenir y resemantizar objetos de la vida cotidiana para convertirlos en símbolos de nuestra cultura, o en sólidas metáforas de marcado carácter reflexivo.
A su vez, fueron galardonadas las obras Cepo y Conexión II, de Eblis Díaz y Claudia Bécquer, respectivamente; la primera, una aguda aproximación al provincianismo como fenómeno geográfico, que muchas veces repercute de forma negativa en el desarrollo intelectual de los creadores, y la segunda, una pieza que defiende con acierto y sobriedad los principios compositivos de la fotografía abstracta.
Sin embargo, este año cabe notar la escasa participación de videoartes y páginas web, dos de las categorías que usualmente convoca PIXELART. Esperemos que este déficit sea suplido en ediciones futuras, si bien sabemos que la producción de arte con nuevas tecnologías se caracteriza por su excesivo encarecimiento, y en muchas ocasiones los creadores no cuentan con los medios necesarios para extrapolar sus subjetividades al inasible universo del lenguaje binario.
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