Con un repertorio impresionante, el proyecto folclórico danzario “Mandela” ha llegado a Trinidad desde la provincia de Matanzas en busca de nuevos horizontes.
Desde las primeras presentaciones en la Casa de Cultura Julio Cueva de Trinidad encontraron el escenario ideal para sentirse a gusto: una ciudad con ricas tradiciones africanas, donde la huella del negro esclavo permanece viva a través de cantos y bailes que como genes irrumpen desde el pasado.
El proyecto bebe de las raíces del vudú, creencia religiosa mayoritaria en Haití, que también se practica en Cuba y otros países de América. Y lo que comienza con un sencillo culto para venerar a los ancestros, se transforma en una espiral de cantos, giros y gestos… En su danza es el diablo quien irrumpe, pero es solo Erolbis Mederos, coreógrafo y director artístico del grupo quien se abre el diálogo.
¿Cómo defines el repertorio el proyecto?
“Es muy amplio, los cultos vudú veneran un dios principal, el Bon Dieu; a los ancestros o, más en general, a los muertos; a los gemelos y a los espíritus llamados loa, que son dioses tribales africanos; por eso tenemos casi todas las danzas típicas haitianas: como el gagá, y también bailes más refinados, de salón, por ejemplo el merengue. Buscamos siempre renovación en la propuesta”.
El vudú combina elementos del cristianismo primitivo, ¿Se identifican estos dioses tribales africanos con santos de esa religión?
“Todo está muy relacionado. El dios serpiente, por ejemplo, lo hace con San Patricio. A veces se usan velas, campanas, cruces y oraciones. Entre los elementos africanos están la danza, los tambores y la veneración de ancestros y gemelos. Durante la celebración del rito los adoradores invocan el loa que toma posesión de los danzantes. Cada uno se comporta entonces de una forma característica respecto al espíritu de la posesión…”
Tu santo debe ser muy fuerte: tritura y come vidrio, fuego…
“Se llama Egó, es un santo diabólico muy fuerte. Yo provengo de un lugar humilde de Haití; de esa tribu llegaron mi padre y mis abuelos que practicaban el culto más fuerte; entonces ellos se encargaron de enseñarme. Cuando estoy en el escenario es Egó quien hace todas esos movimientos eróticos, quien domina al vidrio, la candela.”
¿Necesitas alguna preparación?
“Tal vez si lo intento ahora, no pueda hacerlo porque estoy fuera del escenario, es algo que no puedo explicar muy bien, pero que siento: cuando bailo y la danza se hace cada vez más intensa, me llega el espíritu de Egó, de mis ancestros, entonces puedo hacerlo todo”.
¿Nunca has sentido que te hace daño?
“No, nunca, ya llevo 12 años haciendo espectáculos como este, es mucho tiempo; además yo lo aprendí desde niño viendo a mi padre, a mi abuelo, es como una herencia familiar. Comencé a trabajar desde los 17 años y ya tengo 39. Solo tengo una hija, pero estoy enseñando a un joven integrante del grupo, lo importante es no dejar morir esta tradición.”
Con 12 integrantes: cuatro bailarinas, un bailarín, cuatro percusionistas, y un cantante, acompañados por un coro, el proyecto folclórico danzario, Mandela anima ya otros espacios de la tercera villa cubana, como la Casa de la Música y Artex, para ganarse los aplausos del público que sucumbe a la fuerza de los cantos y tambores, mientras espíritus y ancestros africanos hacen de las suyas.
Escambray se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social, así como los que no guarden relación con el tema en cuestión.