Ni los propios constructores que pusieron desde el primer azulejo hasta la última plancha de yeso en el techo; ni los médicos y enfermeras que trabajaron, como hacía tiempo, en unos locales con tanto confort y equipados con moderna tecnología; ni siquiera los pacientes ingresados que fueron evacuados ante el diluvio podían dar crédito a aquella noticia: el falso techo de la Sala de Quemados del Hospital General Universitario Camilo Cienfuegos se cayó.
Rehabilitan sala de quemados en hospital espirituano
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Increíble, por el costo de una reparación capital que superó el millón de pesos en ambas monedas, por el tiempo de ejecución: demoró dos años en abrirse —según los constructores las acciones se iniciaron en el 2012— y bastó poco más de un mes de uso para que la sala cerrara casi a cal y canto.
Era para dudarlo… y para creerlo. Tanto que hasta Escambray, por un momento, pecó de escepticismo, no por lo desacostumbrado de las filtraciones en cualquier obra reconstruida, sino porque días atrás, cuando aún el olor a pintura era fresco y hasta las cámaras de televisión podían entrar sin cerrojos a la Sala de Quemados, se supo que los noveles locales devenían la inversión de mayor envergadura luego de la edificación del Centro Oftalmológico.
Con seis cubículos para la atención de los pacientes, un salón de operaciones, un cuerpo de guardia, un local para las curas y equipamiento moderno, la unidad brinda servicios a personas de Ciego de Ávila, Villa Clara, Cienfuegos y de otras provincias del país. Todo tan aséptico no debía contaminarse en tan poco tiempo.
Mas, las llamas que encendiera la población en las numerosas llamadas a este órgano de prensa no eran vanas elucubraciones. Escambray lo confirmó desde el preciso instante en que, ante las dudas planteadas a la dirección del hospital, recibió tales respuestas a quemarropa.
—Yo no autorizo a hacer un trabajo de eso, afirmó el director de dicho centro hospitalario con un pie en la oficina y otro en el pasillo.
—No le pregunto si lo autoriza —corregí—. Solo quiero saber si me brindará la información.
—Que no autorizo a nadie a hablar de esooooo.
No obstante el secreto oficial, se sabe, se comenta y es una verdad irrefutable: desde el lunes pasado el desprendimiento de una parte del falso techo de esa sala es una quemadura que va dejando secuelas.
“¿Qué pasó en Quemados? —revela el ingeniero Moidel Rodríguez Padrón, administrador de la obra del Hospital General Universitario Camilo Cienfuegos—. Por negligencia alguien accedió a la cubierta y abrió unas llaves de paso que están destinadas al funcionamiento de unas manejadoras que son las que van a garantizar el funcionamiento del sistema de frío de la sala, se abrió una de esas llaves y la cantidad de agua era tal que filtró.
“Estamos hablando de 55 metros cuadrados. Se afectaron el salón de operaciones, dos cubículos de terapia intensiva, una de las trampas o filtros que accede al salón y el pasillo de la sala”.
Aunque la Sala de Quemados lejos está de clasificar como una maravilla de la ingeniería civil cubana, inversionistas y constructores entrevistados coinciden como pocas veces en que es uno de los mejores objetos de obra de los intervenidos en el hospital. Lo corrobora Manuel Díaz Inerariti, miembro del grupo de Inversiones de dicha institución: “Esta sala tiene muy buena calidad”.
Aseguran los expertos consultados que la chapucería no provocó la caída del falso techo. La ejecución está libre de polvo y paja, pues de acuerdo con Rodríguez Padrón “todo está ejecutado según las especificaciones del proyecto”.
Amén de la supuesta impecable factura, los escurrimientos de esas llaves han provocado no pocas “inundaciones”, como el traslado de los pacientes a la denominada sala del diabético del servicio de Endocrinología —que no tiene las mismas condiciones— y la obligada remisión, en caso de quemaduras graves, hacia otro centro asistencial fuera del territorio.
Puede parecer una bicoca: las pérdidas —en lo que a pladur, masilla y lija se refiere— rondan entre 5 000 y 6 000 pesos en moneda nacional, sin contar la pintura epóxica cuyo costo incrementa estas cifras.
Por lo pronto ya han comenzado las primeras curas y se ha clausurado la salida de agua en la cubierta para evitar casualidades. “El pladur entró —afirma Rodríguez Padrón—, hoy se está picando y se está comenzando a colocar. Después de la colocación lleva aplicar yeso y dar lija para que quede como una superficie lisa, porque por requerimientos higiénicos debe estar impecable la superficie, luego hay que pintar con pintura epóxica. El problema de esos trabajos está en el secado del yeso, colocar el pladur debe ser de dos a tres días, pero hay que esperar el secado de la masilla y en estos días húmedos demora más. Estamos hablando de unos 10 días”.
Quizás dentro de dos semanas se repita la misma escena: el penetrante olor a pintura fresca y los cubículos recién abiertos, el salón de operaciones funcionando, el trasiego de doctores… Ojalá esta vez no sea una apertura tan fugaz y que la Sala de Quemados no necesite otro injerto porque alguna quemadura, por superficial que sea, la mantenga como ahora: reportada de cuidados.
Me duele que cosas como estas pasen, después de tantos años en la espera por terminar el proceso inversionista del Hopistal, pero sucesos similares han ocurrido durante todo el proceso de inversiones a que ha sido sometido esta institución de salud, por ejemplo en el laboratorio clínico central pasó así, ya que recién reinagurado comenzó a filtrarse con aguas provenientes del Cuerpo de Guardia, que se encuentra encima en el segundo piso, sabemos que restaurar, no es lo mismo que construir nuevo, pero la calidad en muchos lugares no ha sido buena, y al final pagamos trabajadores y pacientes, ojalá todo se pueda solucionar y que lo que aun queda por terminar no sufra estos mismos percanses.
Después del escándalo de la carencia de agua en ese hospital visto en el mundo entero que como espírituano me lleno de vergüenza,después de reparaciones que se han extendido casi desde su ingnauracion, el hospital vuelve a ser noticia,no solo por las chapucerías en sus reparaciones también esta vez por la prepotencia de algún directivo que piensa que tiene derecho a administrar lo que el pueblo debe saber.Pienso que ya es hora de poner orden en esa instalación empezando desde arriba