Delegaciones de paz del gobierno colombiano y de las insurgentes FARC-EP retomarán contactos este martes para continuar los debates sobre el tema de las víctimas de la confrontación armada en ese país.
Desde noviembre de 2012, el ejecutivo y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo (FARC-EP) sostienen conversaciones en La Habana para buscar una salida política a más de cinco décadas de conflicto social y armado.
Como resultado de estas pláticas, las partes ya lograron consensos en los asuntos de reforma rural (mayo de 2013), participación política de las FARC-EP (noviembre de 2013) y drogas ilícitas (mayo de 2014).
La guerra interna en Colombia ha dejado alrededor de 6,5 millones de víctimas, entre ellas más de 200 mil muertos, por lo que resulta crucial encontrar los mecanismos para su reparación y asegurar la no repetición de esos hechos.
Representantes de esos afectados acudirán a la mesa de conversaciones a principios de octubre para narrar sus vivencias y exponer propuestas, como parte de un esfuerzo coordinado por Naciones Unidas, la Conferencia Episcopal, y la Universidad Nacional de Colombia.
Este será el tercer grupo que acuda a La Habana, y se prevé que otros dos (integrados por una docena cada uno) asistan próximamente, hasta completar un total de 60 personas, seleccionadas por esas instituciones.
Desde las primeras comparecencias de las víctimas toma fuerza el reclamo de un cese el fuego bilateral que brinde un ambiente propicio para el desarrollo de los diálogos, y garantice su continuidad, lo cual ha sido rechazado reiteradamente por el gobierno.
En un comunicado emitido el pasado sábado, las FARC-EP insistieron en la necesidad de implementar urgentemente una tregua «que pare el desangre», y afirman que la persistencia de las acciones militares podrían dinamitar el proceso.
El grupo insurgente recordó que desde el inicio de estas pláticas ha decretado unilateralmente el cese el fuego en varias ocasiones, y ha instado a su contraparte, sin éxito, a reciprocarla.
Afirmó que el gobierno, acompañado de las grandes corporaciones de la información, ordena a sus «mecanismos de violencia» arreciar la guerra, «para mantener el libreto de que la resistencia fariana (rebelde) está totalmente debilitada».
Pese a la complejidad del proceso y los desencuentros, ambas partes han expresado optimismo y la voluntad de avanzar en el logro de acuerdos que permitan alcanzar una paz estable y duradera para Colombia.
El presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, pidió la víspera, desde Nueva York, donde participará en la Asamblea General de Naciones Unidas, dejar el miedo frente a la posibilidad de lograr la paz con la insurgencia.
No le tengamos miedo a la paz. No dejemos que el egoísmo y los intereses personales de unos pocos nos condenen a más años de guerra, afirmó.
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